No saben lo que significa la
palabra crisis y menos cuando se le añade la coletilla de
económica. Son hijos de la década prodigiosa del fútbol
español, seguidores incondicionales de Cristiano Ronaldo y
Messi, anhelan tener un mando de videoconsola entre sus
manos para convertirse en héroes o villanos, miran los
teléfonos móviles y el ordenador a cada instante, y la
televisión se ha convertido en una fiel compañera. Pero
entre tanto avance, muchos apenas tienen un plato de comida
caliente en su mesa. Estos son los niños del siglo XXI.
Menores que, en medio del progreso más asombroso que se ha
dado en la historia de la humanidad, experimentan un
retroceso en el acceso a bienes de primera necesidad como
pueden ser medicamentos, comida, ropa o material escolar. La
crisis, aunque no sepan lo que significa, está sesgando su
futuro y poniendo en riesgo su salud. Y en Ceuta, hay
demasiados niños en esa situación. La ciudad cuenta con el
porcentaje más alto de menores en riesgo de exclusión social
y el número cada vez se incrementa más. Ante esto, la Ciudad
Autónoma ha demostrado que está redoblando sus esfuerzos
para atender a los menores con más dificultades con medidas
como la apertura durante todo el año de los comedores
escolares. Sin embargo, son paliativos que no solucionan una
situación que se está enquistando mientras las cifras del
paro se mantengan en torno a los 13.000 desempleados. Los
niños son el futuro, pero el suyo se ha visto diluido entre
una crisis que ya dura demasiados años. Por ello, es urgente
dirigir el foco de las ayudas sociales a este colectivo para
devolverle lo que se le ha quitado. Los niños son el
colectivo más débil y si nadie los protege, el futuro de la
sociedad está condenado. La alimentación, así como la
formación, son dos pilares básicos a cuidar y reforzar, para
que los niños ceutíes tengan un mejor porvenir.
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