El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, dice que la
Iglesia debe “esperar, procurar y defender que, por lo
menos, se cumplan los derechos humanos” de los inmigrantes
que intentan llegar a España a través de la frontera sur de
Europa.
Zornoza explica que sería suficiente “con que se cumplieran
los tratados internacionales, que sí son claros en la
defensa de esos derechos”, si bien considera que “en el día
a día, la casuística y estas tragedias hace que sea muy
difícil que todo eso esté bien organizado”. La Iglesia tiene
ahí “una gran incógnita”, asevera. Recalca que la población
del término territorial abarcado por la Diócesis de Cádiz y
Ceuta “es muy sensible a la inmigración”, porque es la
protagonista de noticias “trágicas” con las que tienen que
convivir.
El obispo resalta el trabajo de la delegación para
inmigrantes de la Diócesis “lleva trabajando muchos años y
es muy reconocida dentro y fuera de casa, incluso a nivel
internacional, porque el Estrecho es un punto de mira de la
inmigración”.
Además, destaca que la labor de la Diócesis en este sentido
se desarrolla “en las dos orillas”. Recuerda que
recientemente se ha desarrollado el encuentro ‘Fronteras y
Migrantes’, unas jornadas en la que responsables de la
pastoral de los inmigrantes en las grandes ciudades europeas
“han visto sobre el terreno el origen del problema y se
asoman un poco a las causas más graves, que están en los
países de origen”.
Estas causas se les “escapan de las manos” a la Iglesia,
“porque son temas de luchas tribales, de tiranías políticas,
pobrezas, hambrunas, persecuciones religiosas, etcétera”,
apunta Zornoza.
Un fenómeno que “supera las previsiones”
Apunta que “el fenómeno de las migraciones ha superado todas
las previsiones de las políticas migratorias, porque es una
cosa imparable, y ha hecho repensar esas políticas”. “Cuando
aquí vienen esas oleadas o avalanchas de gente desesperada
es muy difícil que cada uno esté en su papel”, reconoce.
Zornoza precisa que la Diócesis de Cádiz y Ceuta “no sólo
trabaja con los inmigrantes que vienen por el Estrecho”,
sino que también lo hace con otro tipo de inmigración.
Expone que “el secreto está en la integración” de los
inmigrantes que llegan a la provincia que, “cuando se
integran, remedian un poco su situación y tienen un poco más
de consuelo y soporte para la vida de familia”. “Si se hacen
guetos y están separados será un problema para ellos y para
la sociedad”, concluye.
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