Por cantidad y por calidad España está batiendo todos sus
registros en la lucha antiyihadista en 2015. Las cifras en
los poco más de tres meses trascurridos del año colocan a
los servicios antiterroristas españoles a la cabeza de los
países occidentales en la “lucha doméstica” contra el Estado
Islámico.
Estos datos extraordinarios, confiesan los mandos de los
servicios antiterroristas, provocan una mezcla de orgullo e
intranquilidad. “Cada vez hay mejores profesionales y
mejores investigaciones, pero cada vez tenemos a más
radicales y más potencialmente peligrosos en España”,
explican responsables del Ministerio del Interior.
Los datos hablan por sí solos. En los primeros meses del año
casi se ha cuadriplicado el número de arrestos. Tan solo en
los cien primeros días de 2015 la Policía, la Guardia Civil
y los Mossos d’Esquadra han detenido a 38 terroristas en
territorio nacional -más otros dos capturados en el
extranjero a petición de la Audiencia Nacional-, superando
así los arrestos en todo 2014, cuando hubo 36 detenidos, y
muy por encima de los 20 de 2013 o los ocho de 2012.
Según los datos de Interior, en la actual legislatura, aun
incompleta, han sido capturados 114 terroristas islamistas
frente a los 85 del cuatrienio anterior. En ningún país de
la Unión Europea, insisten desde el Gobierno, han sido
detenido cerca de 200 activistas en menos de siete años y,
máxime, sin haber sufrido un atentado en ese periodo.
Pero estas buenas estadísticas esconden datos preocupantes,
sobre todo por la peligrosidad y variedad de perfiles de los
arrestados que confirman un cambio de tendencia en los
últimos meses. Responsables de la Comisaría de Información
de la Policía explican que la eclosión de la organización
Abu Bakr al-Baghdadi en los países occidentales a raíz de la
proclamación en abril de 2013 del Estado Islámico de Irak y
el Levante llevó aparejada, también en España, la aparición
de redes de captación para enviar a terroristas a luchar a
Siria e Irak.
De hecho, durante 2013 y 2014 la inmensa mayoría de los
arrestados fueron meros adoctrinadores y reclutadores de
jóvenes para convertirlos en muyahidines. Eran grupos
asentados fundamentalmente en Ceuta y, sobre todo, Melilla.
Pero en 2015, las redes de captación, aunque no han
desaparecido, han dado paso a células que estudian la
posibilidad de llevar la yihad a casa, al más puro estilo
Charlie Hebdo.
La última fue desarticulada el pasado miércoles en varias
localidades de Cataluña y planeaba ejecutar un secuestro y
degollamiento al más puro estilo del Estado Islámico. “Los
continuos llamamientos desde Siria e Irak de terroristas
occidentales a hacer la guerra santa en Europa parecen haber
calado, sobre todo después de los atentados de París del
pasado enero”, explican desde la Jefatura de Información de
la Guardia Civil.
Varias operaciones confirman que los ‘lobos solitarios’
(terroristas o células muy pequeñas sin apenas ayuda
exterior) ya han arraigado en España. El 24 de enero, en la
denominada ‘operación Chacal’, la Guardia Civil detuvo en
Ceuta a dos parejas de hermanos listos para el ‘martirio’ en
territorio nacional.
El 10 de marzo, en una redada casi idéntica a la anterior y
también en Ceuta, la Policía capturó a dos yihadistas que
habían completado su adoctrinamiento radical y que, en
palabras textuales del Ministerio del Interior, componían
“una célula plenamente preparada y dispuesta para atentar”
en España. Y esta misma semana, los Mossos asestaban un
golpe muy parecido al desarticular al mencionado grupo de
once radicales que ya habían recopilado información e
imágenes de lugares emblemáticos de Barcelona donde atacar.
Novísima Yihad
Pero hay más cambios en los últimos meses, de acuerdo a los
informes que maneja Interior. El peso de la “novísima yihad”
del 2015 promovida por el Estado Islámico ha empezado a
desplazarse de las ciudades norteafricanas a núcleos más
poblados, especialmente en Cataluña.
El perfil también ha cambiado. En la última operación de la
policía autónoma catalana han aparecido por primera vez
españoles ‘conversos’ entre los detenidos. En la última
redada había cuatro. Cada vez son más las mujeres y los
menores detenidos en estos operativos. De hecho, ya en
febrero, en una redada en Melilla y Cataluña, la Guardia
Civil desmanteló un grupo dedicado a la captación de
adolescentes en internet para enviarlas como esclavas
sexuales de los muyahidines del Estado Islámico.
Pero es el último perfil radical descubierto en España el
que más preocupación ha causado entre los mandos de los
servicios antiterroristas: el de la madre familia consagrada
a la yihad. El pasado marzo fue detenida en Estambul, a
petición de la Audiencia Nacional, una limpiadora marroquí
residente Sant Cugat, Samira Yerou, cuando pretendía entrar
en Siria, acompañada de su hijo de tres años al que había
enseñado la frase “quiero ir a degollar”.
Yerou no es la mujer de la nueva yihad en España. El 1 de
abril, el juez Pablo Ruz envío a la cárcel a la matriarca
del clan Atanji, detenida un día antes en Badalona horas
antes de enviar a sus gemelos de solo 17 años a Siria a
morir como ‘mártires’ como meses antes lo había hecho su
hermano mayor.
Y es que desde los atentados de Atocha han sido numerosas
las detenciones de yihadistas en España. La mayor parte de
las operaciones se ha dirigido contra células de apoyo
logístico para el reclutamiento, adoctrinamiento y envío de
radicales a zonas de conflicto como Afganistán, Irak o
Siria.
Otras muchas han conseguido desarticular grupos encargados
de la financiación de la red de Al Qaeda. Sin embargo,
también se han abortado planes de ataque contra objetivos en
España y otros países europeos. Además, en el marco de estas
acciones antiterroristas, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad
del Estado han conseguido capturar a individuos implicados
en el 11-M. La última operación se ha ha llevado a cabo en
Barcelona la semana pasada.
Por su parte, entre las operaciones realizadas en Ceuta hay
que recordar la realizada el 22 de marzo de 2005, y en la
que dos presos preventivos en la cárcel de Ceuta fueron
acusados de vinculación con el terrorismo islamista, al
serles intervenidos planos detallados del ferry
Ceuta-Algeciras y otros documentos que hacían sospechar que
planeaban un atentado; la efectuada el 15 de junio de 2005,
donde la policía lanzó las operaciones Sello y Tigris contra
el terrorismo islámico, desarrolladas en Madrid, Valencia,
Cádiz, Ceuta, y los municipios catalanes de Barcelona, Santa
Coloma de Gramanet, Sabadell y Villafranca del Penedés.
La primera de ellas condujo a la captura de cinco
integristas que habían ayudado a huir a uno de los suicidas
de Leganés y enviaban terroristas a Irak.
En la segunda operación, fueron detenidos 11 yihadistas,
también acusados de organizar la captación, adoctrinamiento
y envío de terroristas a Irak; y la llevada a cabo el 12 de
diciembre de 2006 y en la que fueron detenidos 11 yihadistas
en Ceuta, en el marco de la Operación Duna, cuando los
investigadores de la policía consideraron que los miembros
de la célula radical planeaban pasar del discurso fanático a
la acción terrorista contra un polvorín y el recinto ferial
de la ciudad.
La última operación llevada a cabo en Ceuta tuvo lugar el
pasado martes día 10 de marzo. En el marco de la ‘Operación
Chacal’ la policía Nacional arrestó a dos integrantes de una
célula lista para atentar y cuyos perfiles son
“coincidentes” con los de los terroristas que perpetraron
los atentados de París, según Interior. Esta operación fue
la culminación de una primera fase realizada el 24 de enero,
también en Ceuta, y en la que se detuvo a otras cuatro
personas (dos parejas de hermanos).
Todo ello ha provocado que en la actualidad haya 370
investigaciones policiales abiertas contra el terrorismo
yihadista, sobre todo en Cataluña, Madrid, Andalucía, Ceuta
y Melilla, todo un récord que demuestra que el riesgo es
real.
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