Desde 1950 y por iniciativa de la Organización Mundial de la
Salud, el 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la
Salud. Este año el tema elegido es la “inocuidad de los
alimentos”, con el que se quiere llamar la atención sobre la
calidad alimentaria y los problemas que en el mundo producen
los alimentos contaminados por bacterias, virus, parásitos o
sustancias químicas nocivas que tantas enfermedades y
muertes ocasionan.
La salud, concepto de difícil definición pero tan fácil de
intuir cuando se pierde, obedece a diferentes circunstancias
y condicionantes. El célebre Informe de Lalonde (1974),
antiguo ministro de Sanidad canadiense, resumen estos en
factores biológicos, el medio ambiente, los estilos de vida
y el sistema sanitario.
Los factores biológicos (la herencia), se pueden identificar
con la carga genética que recibe el individuo y que
condiciona en gran parte su resistencia a la enfermedad, su
fortaleza física o las enfermedades hereditarias. Ya lo
decía Don Gregorio Marañón: “Lo mejor para llegar a viejo es
tener unos padres ancianos”. Se calcula que los factores
biológicos condicionan un 20% la salud de un individuo.
Los medioambientales influyen en otro 20%. Son los
relacionados con la higiene y calidad del medio ambiente,
las aguas, los alimentos y otros relacionados con aspectos
sociales: desempleo, nivel cultural, etc. El tema al que se
dedica este Día Mundial de la Salud está en directa relación
con estos condicionantes.
Los factores que más influyen sobre la salud (en un 50%) son
los denominados estilos de vida sana. Así la alimentación,
el ejercicio físico, el no consumo de tabaco, alcohol y
otras drogas, la sexualidad sana y responsable, las
conductas no agresivas y otros estilos de vida son
tremendamente influyentes en la salud.
Por último, queda la asistencia sanitaria. A este factor, el
célebre informe sólo le atribuía un 10% de influencia sobre
el nivel de salud, a pesar de consumir más del 90% de los
recursos. Es muy posible que, dado el tiempo transcurrido
desde la publicación del informe y los avances descubiertos,
haya variado algo estas proporciones, pero cabe destacar, en
cualquier caso, la relativa poca influencia que la atención
sanitaria ejerce sobre el nivel de salud y el altísimo
consumo de recursos que conlleva.
La atención sanitaria en Ceuta y en Melilla reviste una
serie de características que, sin hacerla muy diferente del
resto de España, le confieren ciertos aspectos específicos.
El crecimiento poblacional, el importante índice de
población joven, la separación geográfica o temporal de
servicios de referencia asistencial son algunos de estos
aspectos. El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria
(INGESA) es el organismo encargado de la gestión de la
atención sanitaria a estas dos ciudades.
Para 2015, los objetivos asistenciales que hemos marcado
desde INGESA se centran en ampliar los servicios por dos
vías: aumentar la cartera de servicios en el hospital y el
desplazamiento de especialistas para evitar, en lo posible,
los desplazamientos de los pacientes.
También la telemedicina apoyará esta línea de trabajo,
contribuyendo a ese acercamiento de la atención sanitaria a
la población. Iniciativas como el recientemente implantado
Teleictus, son la punta de lanza de nuevas acciones en esta
materia gracias a la plataforma tecnológica adquirida por
INGESA para tal fin.
La extensión de la receta electrónica, actualmente en
progresión, la implantación en primaria de la cita
automatizada y electrónica y la culminación de la historia
clínica digital junto a la plataforma de telemedicina antes
aludida, harán del INGESA y por tanto, de la atención
sanitaria en Ceuta y en Melilla, de las punteras en España
en nuevas tecnologías aplicadas a la atención sanitaria.
Y mientras, se seguirá desde atención primaria trabajando
para realizar una atención de prevención de la enfermedad y
de la protección de la salud. Programas de atención a los
pacientes crónicos, vacunaciones y educación para la salud
precisamente para el desarrollo de estilos de vida más
sanos. Además de atención a los pacientes inmovilizados y
terminales, cuidados paliativos en coordinación con el
Hospital, programas coordinados con la Ciudad Autónoma de
detección precoz y cribado de enfermedades mortales,
seguirán potenciándose a lo largo del año.
Todo ello, además, intentando que los profesionales que
trabajan en los centros sanitarios puedan seguir accediendo
a la formación continuada que exige su gran responsabilidad,
procurando la consolidación de sus puestos de trabajo y la
participación de los mismos en la gestión cotidiana de la
sanidad.
Sin duda son retos complejos pero accesibles cuyo fin no es
otro que mejorar la salud de los ciudadanos de Ceuta y de
Melilla, tanto mediante la atención sanitaria directa como
mediante la promoción de hábitos saludables y la prevención
de la salud.
* Director de Ingesa
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