Los malnacidos que lincharon a una mujer de 32 años con, al
parecer, problemas mentales, acusada de haber quemado unas
páginas de un Corán en Afganistán, y cuyo cadáver fue
posteriormente quemado y arrojado a la orilla de un río de
la capital, Kabul, son, sin ninguna clase de reservas, unos
miserables, pero ellos no lo saben. No lo pueden saber
porque están fanatizados hasta el jodido tuétano. Están
ciegos de odio y tienen el cerebro carcomido por el
oscurantismo religioso, por la superstición, por la
intolerancia y por el odio al diferente. Sus cerebros son
ciénagas pestilentes en donde se cultivan las plantas del
fanatismo religioso y de la misoginia. En la visión del
vídeo se ve bien a las claras la clase de miserables y de
malnacidos que son los que la patearon, pisotearon y la
golpearon con palos. No podría ser de otra manera, puesto
que sus vidas están fundamentadas en el rigor de la
observancia religiosa, y la propia religión les hace
infelices, sus vidas están tan impregnadas, tan imbuidas de
religión, que les impide ser felices. Pero ellos no saben
que son infelices, que son unos desgraciados atados de por
vida al fanatismo religioso. Viven en una teocracia estúpida
y humillante. Viven en la teología del odio. Están
enloquecidos por el rigorismo religioso. Respiran religión,
comen religión, beben religión, así es imposible que tengan
una brizna de piedad por nadie y menos por esa pobre
desgraciada que tuvo la mala ocurrencia, si fue cierto, de
quemar unas hojas de un Corán. Un libro puede ser sagrado,
pero, para sus mentes retorcidas, enfermas y viles, la vida
de esa mujer no es sagrada. Pero esos miserables no saben
que son miserables, no pueden saberlo. No pueden saberlo
porque si lo supieran saldrían corriendo de esa sociedad
asfixiante, humillante, degradante y denigrante. Huirían de
una sociedad que odia la libertad. Y si no pudieran huir,
ellos mismos se arrojarían de cabeza, con una piedra atada
al cuello, a ese río al que arrojaron el cadáver de esa
desdichada mujer.
Pero si el crimen de esa mujer le revuelve a uno las tripas
y dan ganas de vomitar después de haber visto el vídeo, las
declaraciones de quienes deben ser los llamados a condenar
el linchamiento y llevar a los tribunales a los miserables
que la mataron, hacen que te entren ganas de hacer con ellos
lo mismo que la turba fanatizada hizo con la desgraciada
Farkhonda, ese es su nombre. Pese a que no está demasiado
claro que la mujer quemara hojas de un Corán, un clérigo
aseguró (posteriormente se ha sabido que mintió) en uno de
sus sermones –según el digital AD– que la gente tenía
derecho a defender sus creencias a toda costa. Es más,
declaró a modo de aviso: “Advierto al Gobierno para que no
arreste a los que hayan hecho esto, porque provocaría un
levantamiento”. Una declaración que corresponde a un tipo
tan miserable y tan ruin como los que lincharon a Farkhonda.
El colmo es que un portavoz de la Jefatura de Policía afgana
también justificó el asesinato, asegurando que la mujer
había insultado deliberadamente al Islam. Este tipejo, de
nombre Hashmat Stanekzai, portavoz de la Policía, escribió
en su cuenta de Facebook que “La mujer pensó que, al igual
que otros incrédulos, este tipo de acción e insultos les
conseguirían la ciudadanía europea o americana. Pero antes
de conseguir su objetivo, perdió la vida”. ¡Habrase visto
tamaña vileza la de este miserable! Otro miserable que
colaboró en el asesinato de la pobre mujer se jactó también
en Facebook de haber participado en el linchamiento de esta
manera: “Las personas piadosas de Kabul, incluido yo mismo,
la matamos y la quemamos. Su lugar está en el infierno”. Ahí
lo tienen: este miserable “piadoso”, esta escoria, es otro
que tiene el cerebro encharcado de fanatismo religioso, de
oscurantismo y de odio a la libertad. Otro miserable que no
sabe que lo es.
En modo alguno podemos dejar pasar que las mujeres del lugar
se opusieron a que los hombres cargaran con el ataúd con el
cadáver de Farkhonda y fueron ellas mismas (todas vestidas
con ‘chador’ negro) las que lo llevaron hasta el cementerio,
y fueron ellas mismas las que lo depositaron en la sepultura
y las que, paletada a paletada, lo cubrieron de tierra. Fue
una escena de esas que te erizan el vello y te hacen saltar
las lágrimas. No, esos miserables no puede saber que son tan
miserables, pues, si lo supieran, se horrorizarían de su
execrable crimen y se tirarían de cabeza a un pozo. ¡Bravo
por esas mujeres afganas! Ellas son las únicas que pueden
cambiar esa sociedad miserable. Las únicas.
Lo peor de todo es que no pocos de estos miserables
fanatizados por el rigorismo religioso están accediendo a
Europa, vía inmigración masiva ilegal. Y, aquí, en nuestros
países, van a traer con ellos su oscurantismo religioso, su
fanatismo, su odio al diferente, su rechazo a las libertades
personales y su misoginia. Rechazarán todo lo que se
encuentren en los países de acogida y se refugiarán en
guetos, en cuyas puertas se quedarán las leyes civiles. Nada
nuevo que no sepamos ya. A este respecto, hay que hacer
notar la ingenuidad de quienes quieren abrir Occidente a
extranjeros refractarios a toda clase de libertades en
nombre de los valores occidentales, valores que esos
extranjeros nunca adoptarán. Nuestros gobernantes se
muestran así, de tal guisa, debido, dicen, a que Europa
acepta el pluralismo y celebra las diferencias, y así, pues,
el corolario sería que Europa debería dar la bienvenida a
millones de extranjeros procedentes de países contrarios a
las libertades, extranjeros que desprecian el pluralismo y
odian las diferencias. Pero es obvio que sería absurdo
demandar el derecho a la diferencia para aquellos que se la
negarían a otros.
Comentario aparte merecen las explicaciones de Youtube para
retirar el vídeo del linchamiento de la desdichada mujer:
“Este vídeo se ha retirado debido a una infracción de la
política de Youtube relacionada con el spam, las estafas y
el contenido comercial”. ¿El linchamiento es spam? ¿Es una
estafa? ¿Es un contenido comercial? Youtube ha tenido un
comportamiento tan ‘miserable’ como los linchadores de
Farkhonda y sus excusas suenan a miedo.
(PD/ Recuerde: faltan 21 semanas para el 6º Centenario de
la conquista de Ceuta por los portugueses, el 21 agosto de
2015)
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