Pese a que en Ceuta es la
Hermandad de la Pollinica la que se puede decir que descorre
el telón de la Semana Santa, existen muchos actos previos
que gozan de una gran tradición y que siempre están en la
mente de los ceutíes, como es el tradicional traslado del
Señor de Ceuta desde San Ildefonso hasta su Casa de
Hermandad. Este año, ese traslado se ha visto forzado a
modificar su itinerario y recorrer otros rincones
emblemáticos de la ciudad, pero sin apagar la llama de la
esperanza de regresar algún día hasta la Iglesia de San
Ildefonso y retomar ese encuentro con su barriada del
Príncipe.
Ayer el Señor de Ceuta, pese a los centenares de ceutíes que
nuevamente se agolpaban alrededor de la Santa Iglesia
Catedral para ofrecerle su calor durante su traslado, se
mostraba triste por haberse visto forzado a posponer su
reencuentro con los vecinos del Príncipe un año más; por
posponer un año más su multitudinario paso por el conocido
puente del quemadero; y también por posponer, almenos por
unos días, la puesta en libertad del preso al que este año
le concederá la libertad.
Ciertamente no se concibe el Medinaceli sin su vinculación
con la barriada del Príncipe, no se concibe al Señor de
Ceuta sin recibir todas esas muestras de respeto que le
profesan no sólo los ceutíes cristianos sino también los
ceutíes de otras confesiones religiosas. Esperemos que estas
obras puedan estar finalizadas a la mayor brevedad y que
tanto el Señor de Ceuta como su Madre, María Santísima de
los Dolores, puedan regresar cuanto antes a su sede, a su
Iglesia de San Ildefonso, y volver a vivir las numerosas
emociones que en cada tradicional traslado se vive desde el
momento que las puertas de San Ildefonso se abren para dar
la bienvenida al Cristo de Medinaceli.
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