Nunca a lo largo de mí vida, como
presentador de espectáculos, he contado nada de ninguna de
las anécdotas que me han sucedido con los artistas,
nacionales e internacionales, con los que tuve el honor de
compartir escenario.
Sin embargo, por el interés que tuvo para hacerme abrir los
ojos sobre asuntos políticos, voy a contar lo que sucedió
con “Los Dominicanos”, una pareja formada por Rafael y
Esperanza, magníficos artistas y mejores personas, a los que
presenté en varias ocasiones, lo que dio lugar a que
naciera, entre nosotros, una buena amistad.
Actuaban en el Ceutí, cuando la entidad estaba sita en donde
se ubicaba al UNED. Todo sucedió cuando estábamos en el
camerino charlando de mil y unas cosas antes de que
empezaran su actuación. La puerta se abrió de pronto, y
aparecieron dos individuos, uno de los cuales me era muy
conocido, por haber compartido muchas horas cuando éramos
jóvenes.
Le fui a saludar a aquel conocido que había nacido en el
Patio de la Tahona, con la alegría que le da a uno de ver a
alguien que conoce después de muchos años sin vernos, cuando
me apartó de mala manera y dirigiéndose a Rafal le dijo:
Ustedes no tienen nada de dominicanos, ustedes son cubanos y
vamos a hablar cuando termine el espectáculo.
A Rafael y Esperanza se les cambió la cara, borrándosele la
sonrisa y mostrando un gran miedo ante aquellos dos
personajes. No tuve más remedio que intervenir, para ayudar
a mis amigos ante aquel trance de terror que estaban
pasando. Dirigiéndome a mi conocido le pregunte, y tú quién
eres para amenazar a nadie. Me miró de arriba abajo,
contestándome soy comandante del ejercito cubano.
Me quedé mirando, a aquel analfabeto, porque era analfabeto
que fue en escasa ocasiones al colegio: Eso será en Cuba
aquí tú no eres nadie, para amenazar a estos amigos, ni a
nadie. Esto es España y aquí Fidel no pinta nada. Así que
largo de aquí. Por cierto, me imagino que siendo comandante
del ejército cubano, al menos habrás aprendido a leer y
escribir, porque cuando niño eras analfabeto.
Me volvió a mirar de la misma manera y me contestó: ten
cuidado y no te pases, ni te la des de listillo, ni mientes
para nada al comandante Fidel.
Mi contestación no se hizo esperar: Lárgate de una vez, con
viento fresco tú y este personaje que será otro igual que
tú, un analfabeto mas de ese ejército cubano. O te vas o
llamo a la policía. Tú decides. No dijo nada más y se
marcharon.
Mis amigos actuaron como dos grandes profesionales, sin que
se les notará el miedo que habían sentido con aquella
inesperada visita. Sin embargo yo si que aprendí de aquella
lección. Comprendí cómo se había formado ese ejército
cubano, y los motivos por los cuales los grande hombres, la
mayoría de ellos intelectuales que apoyaron a Fidel en esa
revolución, unos se iban marchando de su lado, otros eran
encarcelados y algunos asesinados como fue el caso del Ché.
Ellos no habían luchado para apoyar la dictadura de Fidel.
Habían luchado para mejorar la situación del pueblo cubano,
no para llevar Cuba a la dictadura impuesta por Fidel.
Desde entonces ni creo en los populistas, ni en los “salva
Patrias”. Son dictaduras, puras y duras.
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