El pregón ofrecido ayer por el presidente de la Casa de
Ceuta en Sevilla, Juan Carlos Jiménez Gamero, descorrió el
telón de la Semana Santa 2015 para que los ceutíes entren en
la recta final de esta Cuaresma y seguidamente vivir de
cerca las estaciones de penitencia de cada una de las
catorce hermandades que procesionarán por las calles de la
ciudad.
Este tradicional acto que anualmente organiza el Consejo de
Hermandades de Ceuta volvió a congregar a centenares de
cofrades que quisieron, no sólo arropar al pregonero de este
año, sino ser partícipes de la apertura de las puertas de la
Semana Mayor de Ceuta.
Las máximas autoridades civiles y militares de la ciudad se
dieron cita al acto, así como un elevado número de ceutíes
que prácticamente completaron el aforo del Teatro Auditorio
del Revellín que un año más se engalanó para acoger la
exaltación de la Semana Santa.
La Asociación Cultural Banda de Música Ciudad de Ceuta fue
la encargada de marcar el inicio del evento cofrade con la
interpretación de una marcha, para a continuación tomar la
palabra el padre Francisco Jesús Fernández Alcedo, pregonero
de 2014, quien presentó ante los ceutíes presentes en el
auditorio al presidente de la Casa de Ceuta en Sevilla, Juan
Carlos Jiménez Gamero, quien tomó el testigo para ser él el
elegido de abrir las puertas de la Semana Santa 2015.
Nuevamente, la Banda de Música de la Ciudad interpretó una
marcha procesional que sirvió al pregonero para templar los
nervios antes de dirigirse al atril y comenzar su recorrido
por la fe y el mundo cofrade.
Antes de dar comienzo a su pregón, Juan Carlos Jiménez
Gamero lo dedicó a su madre Milagros, su esposa Natividad,
su hija Belén, su hermana pequeña Rosa María, su padre
Jorge, y sus dos ángeles en el cielo, Carlos y Esperanza,
aunque sin duda la dedicatoria más emotiva sin duda fue a su
hijo Jorge, de quien dijo es “regalo de Dios en su ausente
existencia”.
En este Domingo de Pasión, el pregonero se encomendó al
Señor por ser su Cruz de Guía, a la Virgen de África por
concederle el altísimo honor de ser ‘Caballa’, y como no, a
su Nazareno y su Esperanza, y pidió Fe y Esperanza para
todas aquellas personas que sufren así como “¡una mijita más
de Caridad! para los corazones de los que vivimos en el lado
soleado de la vida”.
Durante su introducción, el pregonero confesó sentir miedo,
dudas, confusión y nervios. “¡Muchos nervios! pero también
una desbordada ilusión por poder pregonar el fervor popular
de nuestra Ceuta cofradiera. Experiencias y sentimientos
compartidos en el seno de nuestras Hermandades a lo largo de
los años”.
Jiménez Gamero se acordó en esta edición del Pregón de
Semana Santa de aquella primera exaltación ofrecida en el
desaparecido Teatro Cervantes en 1947 por doctor y
catedrático en Filosofía y Letras, José Artigas Ramírez y
que los medios de comunicación de la época calificaron de
“simpático e interesante”. También se acordó de José Antonio
González López, el ilustre ‘Pepe Remigio’, uno de los padres
de la Semana Santa que hoy se vive en Ceuta, y también
destacó como ese “simpático e interesante” pregón organizado
en aquella época por la Cofradía del Santísimo Cristo de la
Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor, fue
adquiriendo con el paso del tiempo en lo que hoy es un
“solemne acto”.
Ayer, la Ceuta cofrade, de la mano del pregonero, abrió sus
sentidos de par en par “para volver a conmemorar la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesucristo. Donde los aromas del
incienso y de la cera fundida se entremezclan con el olor
marinero que impregna nuestra tierra, y donde las olas del
mar se funden con la música procesional que acompañará a
nuestras Cofradías. Donde la explosión de luz y color de la
primavera en nuestra perla, se mezcla con el cromatismo y la
tenue luz emanada de nuestros pasos en nuestras recoletas
calles, al amparo de los naranjos del Revellín, bajo las
palmeras en la Plaza de África, con nuestros ya consagrados
Jardines de la Argentina y con la brisa del Estrecho por
testigo de nuestra magna Semana Santa”
Durante uno de los pasajes del pregón, Jiménez Gamero
trasladó a los presentes a aquella Semana Santa de su
infancia, a esa primera salida procesional de niño junto a
la Pollinica, y de como esa niñez cofrade se fue
convirtiendo en juventud y madurez, abandonando esa túnica y
esa palma para abrazar la penumbra de una trabajadera.
Recordó a Pepe Serón, Pousa y Valentín Cabilla, así como
también al padre Perpén, y hizo un sentido recorrido por
todas aquellas hermandades a las que algún día acompañó
durante su salida procesional.
Y es que, como dijo el pregonero, “en siete días, Ceuta se
convertirá en el escenario de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo. Por sus empinadas calles se
esparcirán aromas de incienso, de salitre y de azahar. El
aire se mezclará con los anaranjados atardeceres, con el
azul de nuestro mar, con el morado de los lirios, el rojo de
los claveles y las blancas clavellinas para así dar sutiles
‘revirás’ por las callejuelas de nuestra tierra… Calles
cofrades, rincones donde los recuerdos afloran de tiempos
pasados, de momentos vividos y jamás olvidados, de lágrimas
derramadas y de oraciones susurradas en la noche caballa.
Los senderos de nuestro Pueblo contendrán el aliento ante el
sacrificio de Jesucristo y los sufrimientos de la Santísima
Virgen”.
Por último, antes de concluir, el pregonero reconocía que
los cofrades buscan a sus benditas Imágenes en los Templos,
que rezan a sus pies, muchas veces, en el silencio
impenetrable de un rincón de una pequeña capilla,
conversando a solas con Él, dialogan a solas con Ella.
También reconoció que se quedan absortos observando su
belleza. Posando sus ojos y rezando a esas bellas obras de
la imaginería creadas por el hombre; belleza física salida
de unas primorosas y magistrales manos y una gubia tallando
la madera, y reconociendo que los cofrades mejor que nadie,
perciben cómo han llegado a consumarse sus Imágenes. Pero
también manifestó que la devoción del cofrade va mucho más
allá de la mera y admirada obra de arte, del exorno, de los
bordados, de la túnica, del costal, de la toca de
“sobremanto” y del pasito “racheao”. “Las Hermandades y
Cofradías son camino de Fe, catequistas permanentes en el
tiempo y en el espacio, fuente y cuna de católicos cofrades.
Los cofrades hemos encontrado la belleza de Jesucristo y de
su Madre en esas evocadoras Imágenes policromadas que
veneramos en los altares. Nuestro camino, que nadie lo dude,
está lleno de belleza. Belleza exterior a través de nuestros
barrocos pasos dorados, plateados o caobas en su caminar por
nuestras calles; las túnicas que vestimos; la orfebrería
para esos altares en movimiento sosegado y pausado, de
costero a costero; bordados mantos para la Reina de los
Cielos; música en la calle para ensalzar la gloria de Dios y
de la Santísima Virgen; belleza a través del simbolismo de
nuestras procesiones en la calle. Pero también ese camino,
es también camino de belleza interior de cada hermano, como
expresión de nuestra Fe y de nuestro sentimiento religioso.
Eso que cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior
cristiano. Esos momentos de íntima soledad y en la penumbra
del templo, donde solo cabe nuestra Fe, nuestra humildad
ante el Señor, nuestro arrepentimiento por esos momentos de
debilidad como cristianos… Pidiendo fervorosa y
cristianamente que nos ilumine en nuestro torpe caminar a
descubrir el rostro de Jesucristo. Pidiendo a la Virgen
María su intercesión por todos nosotros, por nuestras
familias, por nuestro enfermos, por aquellos que están
atravesando momentos difíciles, por aquellos que se nos
fueron de nuestro lado, algunos tan prematuramente. También
damos gracias por lo que somos, por lo que Dios nos ha
concedido, por nuestros padres, por nuestros hermanos, por
nuestros hijos…”
Jiménez Gamero se dirigió a los presentes para manifestarles
que “somos cofrades durante unas pocas horas al año, somos
Hermandad los 364 días restantes, pero somos Iglesia durante
toda la vida”, y posteriormente les recordó a los presentes
que Su Santidad, el Papa Francisco, mostró su agradecimiento
a las Cofradías por el testimonio de la comunidad cofrade en
su mensaje: “piedad popular de la que los cofrades somos una
expresión y manera legítima de vivir la fe, cofradías que
manifiestan en formas que incluyen los sentidos, los
afectos, los símbolos de las diferentes culturas… y,
haciéndolo así, ayudan a trasmitirla a la gente,
especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el
Evangelio “los pequeños”. El caminar juntos hacia los
santuarios y el participar en otras manifestaciones de la
piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a
otros, como gesto evangelizador”.
Para finalizar, Jiménez Gamero fue claro en sus razones para
abandonar Sevilla en Semana Santa y trasladarse a su Ceuta
para vivir esta semana de pasión, comparando cada una de las
advocaciones de Sevilla con su semejante en Ceuta, y
concluyendo con un claro mensaje a aquellos que se hacen
llamar ‘cofrades’ y que abandonan la ciudad en Semana Santa.
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