La premisa a partir de la cual Giovanni Sartori fundamenta
su libro “Homo videns” es que la palabra –en la revolución
multimedia– ha sido destronada por la imagen, es decir, la
primacía de lo visible sobre lo inteligible. Asimismo, a
este respecto, escribe Sartori que “el pensar razonado ha
sido sustituido por ideas hechas que se repiten
mecánicamente en un mundo que ve desaparecer al ‘homo
sapiens’ y encumbra al ‘homo videns’, el tránsito del hombre
que comprendía sin ver a otro que ve sin comprender”.
La secretaria general del Sindicato Unificado de Policía, (SUP),
Mónica Gracia, ha evacuado unas declaraciones en su visita a
la ciudad de Melilla sobre las “devoluciones en caliente”
que, cuando menos, hicieron que me acordara del emérito e
insigne profesor Giovanni Sartori, al que hago referencia
más arriba. Parece que la señora Mónica Gracia “ve sin
comprender” la gravedad que supone la inmigración ilegal
para cualquier país, es decir, la admisión por puro
‘buenismo’ de todo aquel que se decida a saltar las vallas
de Melilla o de Ceuta, aun con violencia, o como dice la
señora Gracia, porque provocarían, las “devoluciones en
caliente”, que “muchas cuestiones entraran en riesgo”. “Aquí
hay una cuestión que prima –dice la secretaria general del
SUP–, que es la persona, y como persona no podemos privarles
de derechos”. Unas declaraciones que se podrían enmarcar
dentro de la corriente ‘proinmigracionista’, corriente, por
lo visto, mayoritaria en nuestra sociedad. Todo suena muy
bonito, pero no exento de ingenuidad. Para la ingenua señora
Mónica Gracia las fronteras han perdido en estos tiempos su
carácter, es decir, ya no son inviolables, ahora los
derechos de los asaltantes de esas fronteras están por
encima del blindaje de las mismas y de los derechos de los
ciudadanos de un país a vivir dentro de fronteras seguras.
Pero, claro, una vez que han llegado a la valla después de
muchas penalidades, quizá piense la señora Gracia, cómo no
los vamos a dejar entrar. ¡Faltaría más!
Tengo la sensación de que la señora Gracia no ha reparado en
que ese argumentario significa una rendición del país
asaltado. Resulta altamente llamativo que una policía, como
lo es la secretaria general del SUP, obvie que la
inmigración ilegal (y aun la legal) es una cuestión de
seguridad nacional. Y como bien dice el ministro de quien
depende la policía, Fernández Díaz, sin seguridad no hay
libertad. Aun más, visto lo que estamos viendo en nuestras
fronteras europeas, sería de natural cándido llamar
inmigración a lo que está teniendo trazas y características
de invasión. La inmigración es otra cosa, no esto. Lo que
hace la señora Gracia, con sus declaraciones sobre las
“devoluciones en caliente”, es alistarse en las filas de
quienes apoyan este tipo de inmigración para ir a favor de
corriente, así, repite “mecánicamente” ideas sin tener una
conciencia clara del peligro que supone la inmigración
ilegal para cualquier país. Claro, siempre y cuando, esos
que entran, legal o ilegalmente, no vivan cerca de ellos, de
los proinmigracionistas, ni tengan que socializarse en sus
proximidades. A saber si la señora Gracia vive en las
inmediaciones de algún barrio multicultural y/o multiétnico.
Acaso, la señora Mónica Gracia no conceda excesiva
importancia a que la inmigración está reduciendo a la
población autóctona a ser minoritaria en ciertos barrios de
nuestras ciudades. A este respecto, es alarmante que Mónica
Gracia minimice el terrorismo islamista yihadista, pues
parece que tampoco concede importancia a que entre los que
se nos cuelan saltando las vallas se puedan contar
yihadistas con intenciones de todos conocidas. ¡Apañados
estamos si hemos de confiar nuestra seguridad a la señora
Gracia y a su sindicato!
Por otro lado, no me han llegado noticias de que la
secretaria general del SUP, Mónica Gracia, se haya condolido
públicamente del asesinato del policía, compañero suyo, que
el marfileño Yodi Ali Raba –llegado en una patera el 30 de
agosto de 2011, a las costas de Almería, que cuenta con
nueve antecedentes policiales– arrojó en un forcejeo,
muriendo en el acto, a las vías del metro de Embajadores. No
sólo no me han llegado noticias de las manifestaciones de
dolor de la señora Gracia por su compañero asesinado en las
vías del metro de Madrid, sino que, husmeando en las páginas
del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), no he sido
capaz de encontrar nada que haga referencia a la muerte de
este policía que fue arrojado a las vías por el citado
marfileño. Acaso no he sido capaz de encontrar una noticia
en esa página del SUP que reivindique la memoria del
compañero y la repulsa por su asesinato a manos de un
africano ilegal, pero lo que sí he encontrado con suma
facilidad es una “¡ONG Policía Solidaria!” (hay ONG hasta en
la sopa), que, como toda ONG que se precie, se lamenta,
¡cómo no!, del trato que se les da a los menores no
acompañados que acceden a España: “Los políticos
responsables de ordenar las expulsiones de estos menores
seguro que no se han parado a pensar un instante el
perjuicio humano que se le produce al menor”. Pero, eso sí,
ni una sola mención, bien visible, ni un lamento, por la
muerte de un compañero arrojado vilmente a las vías del
metro por uno de esos ilegales que tanto les duele a esa
“ONG Policía Solidaria”. Y ¿“el perjuicio humano” que se le
ha producido a la familia del policía (y a él mismo)
arrojado a las vías? La opinión de esta ONG Policial insiste
en los trillados lugares comunes sobre la inmigración
ilegal. No dice nada nuevo sobre ella que ya no sepamos a
estas alturas de la película. Todo muy previsible. Y muy
lamentable, también. Y como escribe Claudio Magris, “La
abyección moral del relativismo”.
(PD/ Recuerde: faltan 23 semanas para el 6º Centenario de la
conquista de Ceuta por los portugueses, el 21 de agosto de
2015)
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