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OPINIÓN - LUNES, 16 DE MARZO DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

Icono literario

Por Samara Acosta


Profundizo en mi esencia para dialogar ante Ella, busco un tiempo perdido en esta montaña mágica donde los sentidos se pierden en colores. Es imposible resistirse a su paisaje colorista según jornada y época.

A veces, no logro encerrar mi impaciencia que se vanagloria anhelante ante la travesía del estrecho que nos une. Si la cita es nocturna, observo como la luna se columpia, -a ultranza, radiante-, sobre el vaivén de las olas con sus ojos alba y , -dejando atrás una estela de espuma de mar que me lleva al encuentro-, te percibo rodeada de estrellas.

Adoro mirarte cuando desciende el sol y principia la luna hasta que llega el alba, esas hadas que sobrevuelan tu duende y tu tristeza inmóvil, escenario inevitable de confidencias y confesiones donde nadie pone límite, rechazando un silencio que teme un vacio evocador y, como caídas del cielo, las estrellas se vuelven terrenales para decorar tu frente.

-Sé de pequeñas y grandes historias confesadas que transitan ante tu dominio y que sabes captar y retener como nadie, historias que comparecen reacias al amor y acaban ante tu efigie locamente enamoradas-.

Anhelo pararme en la pendiente del camino donde ningún vestigio señala la senda hacia tu encuentro, santuario natural de emociones, elixir curativo de propiedad cicatrizante.

Adoro tu textura fronteriza, néctar de almendra y canela que libo en tu presencia, esa nube /sábana encimera que cubre tu pecho/, la cesta de estrellas que pone la noche en tus manos y ese encaje de espuma en tus pies.

Anhelo disfrutar de la sutileza de esas casas con colores de aventuras a pie de tu falda, caminar entre tus entretejidas grutas, rozar tus sandalias de burbujeo marinero y regodearme de ese ramo de aromas que contonea tu entorno de sueños.

Quisiera apuntalar el peso de tu pena, vengo buscando en tu respuesta lo que importa y lo que no, quiero regalarte lo que traigo entre mis manos, lápices de luna nueva que dormitan prosas, una nube rosa llena de poesía en la cintura, un ruiseñor que te circunde raso y pájaros de colores danzando con alas bailarinas sobre sus trovas alrededor de tu atención adormecida.

Mostrarte sin enjuagar previamente, mi nube de llanto seco, ya que a veces, ¡ay! -a veces-, llego a ti turbia y desanimada-, para que pulverices mi pena con un rojo paisaje y permitas que deje caer su agua marchita sobre tu pecho.

Intimarte, que llegará el día en que algún sol primaveral lleno de grandeza, dejará de desafiar nuestro desamparo y al comenzar a rayar la luz del atardecer, las nubes a galope tendido caminaran hacia la fiebre de tu frente, caerán al fin sobre nosotras los deseos solicitados que se deslizaran, -encumbrados- , en astros fugaces, entonces, -sólo entonces-, dejaremos la añoranza en el repecho del mar frondoso.

Musito ante ti, que asumes el reto de la escucha: ¡ quisiera tener en mis manos tu contención y soltar la rienda, para que alzaras, libre, el vuelo cada noche, sobrevolando con los pájaros tu cuerpo en reposo!.

¡Busco un tiempo perdido en esta montaña mágica donde los sentidos se pierden en colores!
 

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