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OPINIÓN - LUNES, 16 DE MARZO DE 2015

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La mala imagen de la inmigración en el puerto

A plena luz del día los inmigrantes campan a sus anchas por el muelle de Poniente, conocido también como la Puntilla. No es una estampa nueva, ya que se viene repitiendo año tras año, día tras día, sin que se interponga nadie para evitarlo. Cualquiera que pase por la Avenida Juan de Borbón, la del puerto, puede ver como jóvenes, y no tan jóvenes, se encaraman a los muros de la Estación Marítima para colarse y correr hacia el muelle. Allí, además de esperar a que lleguen barcos o camiones en los que esconderse para intentar llegar a la península, los inmigrantes se drogan y nadie dice nada. Es algo que cualquiera puede ver, parece una escena más bien de un país tercermundista que de un puerto europeo. Sin embargo, eso es Ceuta. La Ceuta turística en la que cualquier viajero que esté esperando para embarcar en su coche tiene que andar con mil ojos para que no cuelen nada, ni droga ni personas. Los autobuses, son un blanco perfecto, y cuando están a las puertas de la Estación Marítima, los inmigrantes, la mayoría menores, empiezan a surgir a su alrededor, como llegados de la nada, viendo si hay posibilidad de esconderse en algún rincón. Una situación ante la que, lo más normal, es que los turistas recelen y que les hace irse de la ciudad con muy mal sabor de boca. Esta situación, además de ser perjudicial para quien pueda encontrarse con un polizón inesperado, pone el riesgo la vida del propio inmigrante. Pero Ceuta sigue su ritmo sin tomar mucho interés por lo que pasa con los inmigrantes en el puerto. De vez en cuando, alguna actuación policial los disuade, pero no de forma contundente. Los trabajadores de la zona ya acusan una situación que les perjudica directamente porque estos inmigrantes se les cuelan, les roban y ahora también se permiten amenazarles. Ellos, mientras, no saben qué hacer ni a quién acudir. El control, más allá de la frontera del Tarajal, también se necesita en el puerto.
 

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