Nadie entiende el porqué.
Especialmente, cuando en el espectro político de hoy, en
caso de necesidad, para uno o para el otro, son dos grupos
que podrían llegar a entenderse, con mucha más facilidad que
algunos otros. Eso es lo que, al menos, parece.
Es cierto que Ciudadanos le puede empezar a comer una buena
parte del pastel al PP, pero eso no será por culpa de
Ciudadanos, sino por depreciación del propio PP que, en
todas partes, en las que tiene una aplastante mayoría, mira
hacia los demás por encima del hombro y ahora, cuando llegue
el momento de unos repartos equilibrados, ya veremos quien
necesita de quien.
Y es que, hoy por hoy, no puede el PP presumir de nada o
tirar en cara nada a Ciudadanos, en cuestión de honradez,
por lo que me ha parecido de mal gusto, cuando menos eso, el
hecho de que haya quien trata de menospreciar a Ciudadanos
tildándole de ser un grupo catalanista, con nombres propios
en Catalán.
Repito que esa apreciación me ha parecido de muy mal gusto,
porque Ciudadanos es cierto que ha nacido en Cataluña, pero
en todo momento se ha mostrado como un grupo que miraba a
todo un ámbito nacional español, tendente a extenderse a
todo el territorio de España, por lo que, en sus primeros
pasos, y todavía hoy es atacado en su mismo lugar de
nacimiento, por los propios nacionalistas, tanto como desde
allí se puede atacar a cualquier otro grupo político de
ámbito nacional.
Ciudadanos no ha contribuido a engrandecer el nacionalismo
catalán, mientras que PP y PSOE, por ejemplo, con muchas de
sus acciones, han dado pie y seguridad para que ciertos
grupos nacionalistas o separatistas se asentaran cada día un
poco más.
Y como pretendemos no hablar de memoria, podemos citar al
“tripartito”, en el que el PSOE creía que llevaba la voz
cantante y terminó reforzando todo lo que huele a
separatismo.
Y como los otros, esto es el PP, no querían ser menos, todos
recordamos los primeros pasos de Aznar, tras las elecciones
que en 1996 ganó el propio Aznar, sin mayoría absoluta, se
reunió con Pujol, pero donde, cuando y como quiso Pujol,
para así granjearse el apoyo del presidente de la
Generalidad. Luego, a partir de ahí todo lo que se quiera.
Podemos ir más lejos y es que, en estos momentos, ni desde
el PP, ni desde el PSOE se puede decir que sean “trigo
limpio”, ninguno de los dos, como para poder tirar barro a
Ciudadanos, porque Ciudadanos no ha tocado poder y si todo
el mal de este partido político es que su secretario general
tenga un nombre catalán, yo a partir de ahora lo voy a
llamar Alberto, con lo que queda españolizado ese nombre que
ningún mal ha hecho, políticamente hablando, hasta ahora.
Sin embargo, dudo mucho de que PSOE y PP o a la inversa, con
esa misma facilidad puedan sacar la cabeza del lodo en el
que están metidos, los unos y los otros por la corrupción.
Eso no tiene nombre, ni español, ni catalán.
El PP está demasiado nervioso y esos nervios vienen del
exceso de ambición que hay, en el seño del partido, para
tratar de seguir dominando todo lo que les rodea. Una
ambición que es igual en Ceuta que en Ávila, porque ya me
dirán a donde se puede llegar con un alcalde que lleve 14
años ininterrumpidos en el poder y siga aspirando a otros
cuatro más y los que vengan, aquí en Ceuta, y menos se
explica que un presidente de Diputación, el famoso “to-pa-mí”,
lleve, en torno a 20 años, en el cargo en la Diputación de
Ávila y que ya veremos si hace lo que aquel personaje de la
tele, por los años 60, Felipito Tacatún, cuando decía:”Yo
sigo”.
Es curioso el poco caso que, a lo largo de toda la geografía
española, han hecho los del PP a José María Aznar, que
prometió y él cumplió, no presentarse, si ganaba, a más de
dos legislaturas consecutivas.
El PP no sé si es porque quiere mirarse demasiado el
ombligo, como si no hubiera otros, y por eso ahora, el
centro de sus iras parece que lo es Ciudadanos. Poca
seriedad se demuestra con actitudes de ese tipo.
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