Es lo que vienen aportando ciertas
informaciones, que hablan del problema de Fernando Alonso,
en los entrenamientos, de hace unos días en Barcelona.
Quienes siguen de cerca la actualidad automovilística y
presenciaron la salida de la pista del corredor asturiano, o
no se atreven o no están en condiciones de decir si fue una
de tantas salidas, como hay, en todos los entrenamientos, o
si es que además del viento, de un posible fallo del coche o
de la pista, hubo algo más en el propio Alonso.
Llamativo y digno de alabar es el silencio que desde McLaren-Honda
se está guardando, sin filtraciones de ningún tipo para
interesados, curiosos o aprovechados.
Naturalmente la Fórmula 1 no es el fútbol, es otra cosa,
donde cada kilómetro puede marcar un principio o un final,
pero a donde no van tantos curiosos, como van al fútbol. A
la Fórmula 1 van muchos espectadores, pero no curiosos, son
espectadores de otro talante.
Ahí, y todo hay que decirlo, van los profesionales, los
seguidores de verdad y no tienen sitio, ni cabida, los
charlatanes de feria y urdidores de fábulas que tanto
abundan en otros tipos de deportes.
Un percance similar a éste, pero en el fútbol a uno de los
grandes del balón, Cristiano Ronaldo, Messi, Sergio Ramos o
Casillas, ya habría dado dieciocho veces la vuelta al mundo,
con opiniones de futbolistas, de directivos, de aficionados
..., hubiera sido la comidilla de las dos últimas semanas,
sacando cada uno, de una forma gratuita, sus propias
conclusiones, que en su mayoría serían erróneas.
Aquí, nada de nada, y la información que está saliendo es,
ni más, ni menos, que la información oficial, sin añadidos,
ni recortes.
Las notas que se dan, todas oficiales, van por el mismo
camino, se van filtrando cuidadosamente cada una de las
palabras que se usan:”Los médicos del piloto de McLaren-Honda,
Fernando Alonso, le han informado que no encuentran síntomas
de cualquier problema médico”. Una nota que no se contradice
con esta otra:”Sin embargo, se debe tratar de limitar, en la
medida de lo posible, los factores de riesgo de sufrir otra
conmoción tan pronto”.
Está claro, habrá lo que haya. Ellos son los que lo conocen.
El deportista y todo el equipo dan la sensación de
tranquilidad, aunque no va a competir en el primer Gran
Premio de Australia, de mediados de mes, pero todo hace
pensar que sí participará en el Gran Premio de Malasia, ya a
finales de mes.
Asuntos de este tipo nos dan la pauta para ver las
diferencias existentes en competiciones para elegidos,
aficionados incluidos, sólo para ellos, por las dificultades
que entrañan, y otras competiciones para cualquiera que sea
capaz de dar dos patadas a un balón.
Y no trato de supervalorar la Fórmula 1, ni trato de
infravalorar el fútbol, el ciclismo o el básket, lo que
trato de resaltar es como, en un tipo de competición reina
la sensatez y la seriedad, mientras que en otras
competiciones lo que se da es el jaleo, la algarada, sin
más, con todo lo que eso conlleva.
Y lo que conlleva es que aunque en un tipo de público y en
otro los que asisten a una competición tienen que pagar su
entrada, en la Fórmula 1 se comprende y se valora lo que va
haciendo cada uno, sin forofismo, en tanto que en el fútbol,
por ejemplo, todos los directivos, espectadores de gol, de
general o de tribuna son doctores o catedráticos en la
materia, interpretándolo a su propio capricho, generalmente
mal.
Ha tenido que darse un percance, esperemos que leve, para
poder valorar, un poco más, un deporte de élite y para no
poderse comparar con otro deporte de muchos seguidores, pero
de sólo eso y cada día peor.
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