Si usted desea acceder al interior del edificio, en Madrid,
de la Defensora del Pueblo (se supone del pueblo español),
ha de atravesar un arco magnético, presentar su DNI al
funcionario perteneciente a los Cuerpos y Fuerzas de la
Seguridad del Estado, que, al tiempo que comprueba su
identidad, le preguntará si usted tiene cita con alguien en
aquel edificio. De ninguna manera usted podrá acceder al
edificio de la Defensora del Pueblo (español) si no cumple
con los requisitos antes mencionados. Son normas de la casa
que hay que cumplir a rajatabla, es decir, no hay
benevolencia ni concesiones que valgan, ni excusas, usted no
entra si no cumple las normas antes expuestas. Y, por
supuesto, si usted no ha concertado una cita con la
Defensora del Pueblo (español) o con su Adjunto Primero, el
señor Fernández Marugán, usted se va por donde ha venido, es
decir, al Paseo Eduardo Dato, que es donde se halla la sede
de la Defensora del Pueblo (español). Sin contemplaciones.
¡A la calle!
Pues bien, la Defensora del Pueblo (español), Soledad
Becerril, ha evacuado su informe del año pasado y entre
algunas perlas ha dejado caer que “Los inmigrantes en la
valla están en territorio español”. ¡Toma ya! Con esta
peregrina afirmación, la señora Becerril está diciéndonos a
las claras, sin rodeos, que esos centenares de africanos que
se encaraman un día sí y otro también a la valla de la
ciudad de Melilla, y allí permanecen encaramados unas
cuantas horas, están, en su opinión, en territorio español.
Es decir, como si estuvieran en la Gran Vía madrileña, en la
calle Preciados de Madrid, o en la calle Sierpes de Sevilla,
o en la calle Reyes Católicos de Granada. A este respecto,
como es bien perceptible en nuestro país, debido a la
delincuencia de todo tipo que se nos ha venido encima en
estos años democráticos, las viviendas de planta baja, e
incluso las que se hallan en la 2ª planta, y aun en la 3ª,
tienen rejas en sus ventanas y balcones. Pues bien, a tenor
de la disparatada afirmación de la señora Becerril, si
usted, lector, o yo, por ejemplo, nos encaramamos a una de
esas rejas, por fuera, ya es, según la señora Becerril, como
si estuviéramos dentro de la misma casa, y, por lo tanto, el
dueño de la vivienda tiene la obligación de abrirnos las
puertas para que entremos en su vivienda y tomemos posesión
de la misma. Si el argumento de la Defensora del Pueblo
(español) funciona para los africanos asaltantes de la valla
de Melilla, ha de funcionar también –¿por qué no?– para los
españoles, o extranjeros, que nos encaramemos a la reja de
cualquier vivienda que esté a nuestra altura, y no queramos
bajarnos de ella. Ahora, que el dueño de la vivienda litigue
para intentar echarnos de su vivienda. ¡Qué suerte tenemos
en España con estos prebostes que nos hacen tan fácil la
vida en nuestro país!
A tenor de las descabelladas declaraciones de la Defensora
del Pueblo (español), se ve con meridiana claridad que esta
inmigración masiva está apoyada mediática, social y
políticamente. Y ella, la Defensora del Pueblo (español), se
ha revelado como parte integrante de la tropa (partidos
políticos, ONG, sindicatos, religiosos de todo pelo y tontos
útiles) que la apoya sin tapujos. La señora Becerril, cual
corderito, sigue la opinión pública y publicada que tenemos
que entregarnos en cuerpo y alma a las hordas que asaltan la
valla de Melilla (o Ceuta) sin oponer resistencia de ningún
tipo. Aquí, en las vallas, no valen las normas que debemos
cumplir para entrar en el edificio de la Defensora del
Pueblo (español); aquí, en las vallas, nada de pedir
documentación, ni visados, ni preguntarles a los asaltantes
si han concertado cita con alguien en el país. Nada, lo que
es de obligado cumplimiento para los españoles o extranjeros
residentes legalmente en España, no atañe a los africanos
asaltantes de la valla de Melilla: ellos no tienen ningún
requisito que cumplir, tan sólo encaramarse a la valla y
estar allí algún tiempo para que, al fin, el guardia civil
de turno les ponga una escalera y los baje, eso sí, con sumo
cuidado, no vayan a resbalar y se tuerzan un tobillo. Si así
fuera, el guardia civil se vería en un compromiso y tendría
que responder ante el juez de su falta de delicadeza para
con los asaltantes de la valla de Melilla.
Nada de lo que escribamos, o digamos, los ciudadanos en
contra de este estado de cosas va a hacer cambiar este
Sistema exterminador de naciones. El Sistema se vale de sus
lacayos para hacernos creer que el ciudadano europeo no
tiene derecho alguno a expresar su opinión en voz alta en
contra de esta inmigración masiva. El Sistema, del cual
forma parte, como se ve, la Defensora del Pueblo (español),
quiere inocularnos en el cerebro la idea de que la única
identidad a la que tenemos derecho es a la ‘identidad
multicultural’. De lo que en definitiva se trata es de
establecer un Nuevo Orden Mundial, auspiciado por el
sionismo internacional, la masonería, y familias que se
constituyen en élites (Rothschild, Warburg, Rockefeller,
Soros, Kissinger, Morgan, etcétera), que controlan el
sistema financiero-político-económico. El Sistema extiende
sus tentáculos sobre organismos mundiales, léase, ONU, EU,
la City de Londres, Wall Street, y sobre los máximos
dirigentes de los principales países del concierto mundial,
a través de lo que se llama el ‘Club Bilderberg’, la
‘Trilateral’ y el ‘Consejo de Relaciones Exteriores’. Al pie
de la siniestra pirámide se hallan los tontos útiles, que
son, obviamente, los que dan “legitimidad a la farsa
mediante elecciones en las que nada se elige realmente”. Así
pues, quien tenga ojos para ver, que vea y quien tenga
entendimiento, que entienda.
(PD/ Recuerde: faltan 25 semanas para el 6º Centenario de la
conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de
2015)
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