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OPINIÓN - LUNES, 23 DE MARZO DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

La evidencia de su propia necedad

Por Jesús González


Si usted desea acceder al interior del edificio, en Madrid, de la Defensora del Pueblo (se supone del pueblo español), ha de atravesar un arco magnético, presentar su DNI al funcionario perteneciente a los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado, que, al tiempo que comprueba su identidad, le preguntará si usted tiene cita con alguien en aquel edificio. De ninguna manera usted podrá acceder al edificio de la Defensora del Pueblo (español) si no cumple con los requisitos antes mencionados. Son normas de la casa que hay que cumplir a rajatabla, es decir, no hay benevolencia ni concesiones que valgan, ni excusas, usted no entra si no cumple las normas antes expuestas. Y, por supuesto, si usted no ha concertado una cita con la Defensora del Pueblo (español) o con su Adjunto Primero, el señor Fernández Marugán, usted se va por donde ha venido, es decir, al Paseo Eduardo Dato, que es donde se halla la sede de la Defensora del Pueblo (español). Sin contemplaciones. ¡A la calle!

Pues bien, la Defensora del Pueblo (español), Soledad Becerril, ha evacuado su informe del año pasado y entre algunas perlas ha dejado caer que “Los inmigrantes en la valla están en territorio español”. ¡Toma ya! Con esta peregrina afirmación, la señora Becerril está diciéndonos a las claras, sin rodeos, que esos centenares de africanos que se encaraman un día sí y otro también a la valla de la ciudad de Melilla, y allí permanecen encaramados unas cuantas horas, están, en su opinión, en territorio español. Es decir, como si estuvieran en la Gran Vía madrileña, en la calle Preciados de Madrid, o en la calle Sierpes de Sevilla, o en la calle Reyes Católicos de Granada. A este respecto, como es bien perceptible en nuestro país, debido a la delincuencia de todo tipo que se nos ha venido encima en estos años democráticos, las viviendas de planta baja, e incluso las que se hallan en la 2ª planta, y aun en la 3ª, tienen rejas en sus ventanas y balcones. Pues bien, a tenor de la disparatada afirmación de la señora Becerril, si usted, lector, o yo, por ejemplo, nos encaramamos a una de esas rejas, por fuera, ya es, según la señora Becerril, como si estuviéramos dentro de la misma casa, y, por lo tanto, el dueño de la vivienda tiene la obligación de abrirnos las puertas para que entremos en su vivienda y tomemos posesión de la misma. Si el argumento de la Defensora del Pueblo (español) funciona para los africanos asaltantes de la valla de Melilla, ha de funcionar también –¿por qué no?– para los españoles, o extranjeros, que nos encaramemos a la reja de cualquier vivienda que esté a nuestra altura, y no queramos bajarnos de ella. Ahora, que el dueño de la vivienda litigue para intentar echarnos de su vivienda. ¡Qué suerte tenemos en España con estos prebostes que nos hacen tan fácil la vida en nuestro país!

A tenor de las descabelladas declaraciones de la Defensora del Pueblo (español), se ve con meridiana claridad que esta inmigración masiva está apoyada mediática, social y políticamente. Y ella, la Defensora del Pueblo (español), se ha revelado como parte integrante de la tropa (partidos políticos, ONG, sindicatos, religiosos de todo pelo y tontos útiles) que la apoya sin tapujos. La señora Becerril, cual corderito, sigue la opinión pública y publicada que tenemos que entregarnos en cuerpo y alma a las hordas que asaltan la valla de Melilla (o Ceuta) sin oponer resistencia de ningún tipo. Aquí, en las vallas, no valen las normas que debemos cumplir para entrar en el edificio de la Defensora del Pueblo (español); aquí, en las vallas, nada de pedir documentación, ni visados, ni preguntarles a los asaltantes si han concertado cita con alguien en el país. Nada, lo que es de obligado cumplimiento para los españoles o extranjeros residentes legalmente en España, no atañe a los africanos asaltantes de la valla de Melilla: ellos no tienen ningún requisito que cumplir, tan sólo encaramarse a la valla y estar allí algún tiempo para que, al fin, el guardia civil de turno les ponga una escalera y los baje, eso sí, con sumo cuidado, no vayan a resbalar y se tuerzan un tobillo. Si así fuera, el guardia civil se vería en un compromiso y tendría que responder ante el juez de su falta de delicadeza para con los asaltantes de la valla de Melilla.

Nada de lo que escribamos, o digamos, los ciudadanos en contra de este estado de cosas va a hacer cambiar este Sistema exterminador de naciones. El Sistema se vale de sus lacayos para hacernos creer que el ciudadano europeo no tiene derecho alguno a expresar su opinión en voz alta en contra de esta inmigración masiva. El Sistema, del cual forma parte, como se ve, la Defensora del Pueblo (español), quiere inocularnos en el cerebro la idea de que la única identidad a la que tenemos derecho es a la ‘identidad multicultural’. De lo que en definitiva se trata es de establecer un Nuevo Orden Mundial, auspiciado por el sionismo internacional, la masonería, y familias que se constituyen en élites (Rothschild, Warburg, Rockefeller, Soros, Kissinger, Morgan, etcétera), que controlan el sistema financiero-político-económico. El Sistema extiende sus tentáculos sobre organismos mundiales, léase, ONU, EU, la City de Londres, Wall Street, y sobre los máximos dirigentes de los principales países del concierto mundial, a través de lo que se llama el ‘Club Bilderberg’, la ‘Trilateral’ y el ‘Consejo de Relaciones Exteriores’. Al pie de la siniestra pirámide se hallan los tontos útiles, que son, obviamente, los que dan “legitimidad a la farsa mediante elecciones en las que nada se elige realmente”. Así pues, quien tenga ojos para ver, que vea y quien tenga entendimiento, que entienda.

(PD/ Recuerde: faltan 25 semanas para el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

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