El acuartelamiento ‘González Tablas’ acogió ayer un nuevo
Viernes Regular, un acto que además de constituir una forma
de expresión externa de los valores, tradiciones, usos y
costumbres de los Regulares, también se rindió homenaje a
los que dieron su vida por España, nombrándose a los
Regulares Distinguidos.
Así, en el patio de armas del acuartelamiento, al toque de
corneta y bajo el mando del teniente coronel jefe de la PLMM
del Grupo de Regulares de Ceuta nº54, formaba una Escuadra
de gastadores del Grupo de Regulares, el mando de la línea y
PLMM del Grupo de Regulares de Ceuta 54, una nuba del grupo
de Regulares de Ceuta nº54, la Unidad de Música de la
Comandancia General de Ceuta, Mando y Plana Mayor del Tabor
‘Tetuán l/54’ así como cinco compañías del Tabor ‘Tetuán’,
dando comienzo el siempre emotivo Viernes Regular.
Una vez realizada la formación en el patio de armas se
incorporaron con honores los Guiones del Grupo de Regulares
nº54 y del Tabor Tetuán. Las Unidades rindieron honores a la
Bandera del Grupo que se trasladó hasta su puesto en
formación bajo los acordes del himno nacional.
El coronel jefe del Grupo de Regulares de Ceuta nº54,
Antonio Varo Gutiérrez, presidió el acto y en el que se
nombraron a los nuevos Regulares de Honor. Este título, se
concede a personas o entidades que destacan por su especial
vinculación con los Regulares, evaluándose para su concesión
las circunstancias, cualidades, méritos y aptitudes de los
candidatos.
Durante su alocución, el coronel jefe del Grupo de Regulares
de Ceuta nº54 dedicó sus palabras a aquellos que ostentan el
empleo de cabo, manifestando que este empleo “es clave para
el funcionamiento de una unidad militar, ya sea en
operaciones o en la vida cuartelera”.
Para avalar su afirmación, Varo Gutiérrez narró un hecho de
armas por el cual el cabo de Regulares Mariano Fernández
Cendejas “se ganó el paso a la gloria de los valientes,
obteniendo la orden de San Fernando después de dar su vida
en el asalto a un loma llamada Hafa-el-Hamra que impedía el
paso al Biutz.
El coronel jefe pidió a los presentes que estén preparados
para cuando la patria les llame y tengan que demostrar lo
que se les supone: bizarría y valor, manifestando que no se
puede traicionar la memoria de aquellos que elevaron el
prestigio del Grupo de Regulares de tal forma que era
admirado por el resto del Ejército y temido por sus
enemigos, e indicó que se trata de “un deber de gratitud
hacia aquellos que tiñeron con su sangre el rojo de nuestro
Tarbuch”.
Finalmente tuvo lugar el tradicional acto en memoria de los
que dieron su vida por España, siendo depositada la
tradicional corona de laurel. Por último, después de entonar
al unísono el himno de Regulares, las unidades desfilaron
dándose por concluido este tradicional acto castrense.
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