La Asociación Ceutí de Familiares y Personas con Enfermedad
Mental, ACEFEP, celebró ayer tarde una charla formativa
sobre Psiquiatría Infanto – Juvenil, en la sede de la
Asociación; encuadrada en el programa de Formación en Salud
Mental.
La encargada de ofrecer dicha conferencia fue la psiquiatra
Lucía González Cordero - Díaz, perteneciente a la Unidad de
Salud Mental de INGESA, y durante su intervención también
intentó resolver dudas a las familias interesadas y
presentes en la sede de ACEFEP.
El acto fue aperturado por la presidenta de ACEFEP, María
del Carmen Barranco, quien presentó a la psiquiatra y se
congratuló de ver el salón totalmente lleno y de contar con
la presencia del director territorial del INGESA, Fernando
Pérez Padilla.
Tras la breve introducción, tomó la palabra la psquiatra
Lucía González Cordero, quien tras hacer una referencia a lo
que es la psiquiatría infantojuvenil, centró su conferencia
en el espectro del autismo.
Tal y como indicaba la psquiatra a los presentes, los
trastornos del espectro autista constituyen una de las
patologías mentales más graves de la infancia por la
dificultad y complejidad que conlleva su detección,
diagnóstico y tratamiento a pesar de que su prevalencia es
muy inferior a la de otras patologías de la infancia.
Los trastornos del espectro autista (TEA) comprenden un
grupo heterogéneo de trastornos, tanto en su etiología como
en su presentación clínica, que se inician en la infancia y
duran toda la vida, teniendo en común la afectación en la
reciprocidad social, comunicación verbal y no verbal y la
presencia de patrones repetitivos y restrictivos de la
conducta. La prevalencia de TEA oscila entre 1/54 en chicos
y 1/252 en chicas, con una prevalencia total de 11,3/1.000 a
los 8 años. La detección precoz de TEA es fundamental, ya
que está íntimamente ligada a la evolución clínica. Es el
rol fundamental de los profesionales de la Atención
Primaria, el detectar signos precoces de TEA, mediante el
seguimiento del desarrollo del niño, el conocimiento de los
signos de alerta específicos de TEA y el uso de instrumentos
de cribaje. No existe ninguna prueba biológica que
diagnostique TEA y el diagnóstico es eminentemente clínico.
La detección precoz de TEA y la instauración de un programa
de tratamiento temprano en todos los entornos en los que
vive el niño mejora el pronóstico de los síntomas autistas,
habilidades cognitivas y adaptación funcional a su entorno.
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