El fenómeno de la inmigración irregular ha registrado un
repunte en 2014 con un incremento en la llegada de
inmigrantes a España, especialmente a través de Ceuta y
Melilla, que continúa la tendencia iniciada en 2013, cuando
el número de entradas irregulares aumentó un 49%, según se
refleja en el informe realizado por el Real Instituto Elcano
y bajo el título: España en el mundO durante 2015;
perspectivas y desafíos
A falta de cifras oficiales publicadas que cubran todo el
año, dice el informe, los datos fragmentarios que recoge
Frontex relativos a los dos primeros trimestres, o los que
pueden deducirse de las noticias publicadas por la prensa,
muestran un aumento sustancial tanto de los episodios de
“asalto” a las vallas como de los intentos de llegada por
mar en las ciudades autónomas.
Hasta octubre de 2014, 17.000 personas habían intentado
saltar las vallas, según datos proporcionados por la
Secretaría de Estado de Seguridad. En Melilla, en el primer
semestre del año habían entrado, por vía terrestre o
marítima, unas 3.500 personas, 900 más que en todo el año
2013.
Este aumento parece ser el resultado de dos factores: la
salida de refugiados desde Siria y otras zonas de conflicto
en el Cuerno de África, el Sahel y Oriente Próximo, y la
mayor debilidad de la ayuda española a los países de origen
o paso en África occidental.
Desde Siria, huyendo de la guerra, han salido 3,3 millones
de personas que en el 90% de los casos han encontrado
refugio en los países limítrofes, especialmente en Jordania,
Líbano y Turquía, mientras que la UE se comprometió a acoger
a 50.000, un cupo en el que España ha participado con una
muy escasa oferta de 130 personas. Los datos de la Agencia
de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) indican que
en 2014 se batió el récord mundial en el número de
refugiados y desplazados dentro de su país desde el final de
la Segunda Guerra Mundial, 51 millones de personas, la mitad
de ellos procedentes de Siria, Somalia y Afganistán. Parte
de los que son rechazados en su intento de entrar
irregularmente en Ceuta y Melilla, y parte de los que han
logrado entrar, son sirios que solicitan el estatus de
refugiado.
A partir de 2006, la ayuda al desarrollo española había sido
clave para crear una red de confianza, de cooperación
policial y de aceptación de las readmisiones en África
occidental, pero esta red se ha debilitado a raíz de los
recortes presupuestarios que ha sufrido la misma, de un 70%
desde 2008, según algunas estimaciones. A esto se añade la
supresión en la última edición del Plan África (para
2013-2016) de todo lo relacionado con las migraciones,
privando así a la política exterior española de un
importante instrumento en este terreno.
Por otra parte, el año 2014 puso de manifiesto una vez más
la extrema dependencia española (y del espacio de Schengen
en su conjunto) de la buena voluntad marroquí en su
cooperación en el control migratorio. Por otra parte, pese a
la ratificación en 2012 del acuerdo de readmisión firmado
con Marruecos en 1992, Rabat sigue sin readmitir a los
inmigrantes subsaharianos una vez que han llegado a
territorio español. Paradójicamente, en el caso de Ceuta y
Melilla y los islotes y peñones cercanos, la negativa
marroquí a considerar estos territorios como españoles
facilita su cooperación en el control de la inmigración en
torno a ellos, especialmente en el espacio entre las dos
vallas
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