A la hora de abordar cualquier
debate, para que la discusión pueda fluir con sentido, es
siempre necesario partir de ciertos presupuestos comunes. De
lo contrario, se dará una situación ridícula en la que los
interlocutores se encontrarán debatiendo, puede que hasta
sin saberlo, sobre cosas diferentes. Para poder discutir
sobre matemáticas es imprescindible partir de que dos más
dos son cuatro. Si uno de los dos actores de la discusión no
comparte tal presupuesto se podrá debatir, de acuerdo, pero
el debate será absurdo, no llevará a ninguna parte, no habrá
forma de comunicarse de manera racional.
Muchas veces, cuando se discute sobre Podemos, al igual que
cuando se debate sobre los procesos democratizadores de
ciertos países de América Latina, ocurre esto último: se
parte de presupuestos errados que imposibilitan cualquier
opción real sobre una discusión de ideas seria. Básicamente,
cuando todo lo que rodea algo, cuando todo aquello en lo que
se fundamenta una opinión, es falso, no tiene ningún sentido
debatir. Pondré un ejemplo.
La otra noche se me acercó una mujer. Veinte o treinta
fueron los minutos que, aproximadamente, estuvo criticando a
Podemos. Yo escuchaba atentamente, sin interrumpir. En su
favor debo decir que, al menos, no lanzó ningún insulto.
Cuando terminó, la mujer esperaba algún tipo de defensa por
mi parte, esperaba que argumentase contra todo aquello que
ella había defendido en su intervención. Me limité a decir
lo que ya he expresado líneas atrás: “Cuando todo es
mentira, el debate es imposible”. ¿Por qué le respondí
aquello? ¿Qué es lo que ella pensaba que proponía Podemos
que tanto rechazo le producía y que se dedicó a atacar?
Recuerdo que, entre otras cosas, me dijo que no quería un
estado comunista y que veía mal que todos los ciudadanos
fuésemos a cobrar lo mismo. Es posible que también clamara
en contra de la expropiación de las segundas viviendas, de
la cancelación de la Semana Santa, de regalar Ceuta y
Melilla a Marruecos, de derribar las fronteras o de
construir monumentos en homenaje a ETA o Irán. Al fin y al
cabo, estos suelen ser los argumentos de muchos. Todo
mentira, todo infundado. Debate perdido de antemano, debate
imposible.
No cabe duda de la responsabilidad que los medios de
comunicación tienen en eso de que la gente se crea cualquier
barbaridad. Sin unos dispositivos de creación de opinión
creados no para informar, sino para entretener y dar
mensajes facilones que no conlleven ningún esfuerzo mental,
sería difícil que alguien se creyera que Pablo Iglesias ha
dicho que “Ceuta y Melilla son como el apéndice y la
vesícula: si te los quitan no pasa nada”, sólo porque
alguien comparte en Facebook una foto del dirigente de
Podemos con la frase pegada al lado. Sería difícil que
alguien pudiera creer que Pablo Iglesias apoya a Corea del
Norte por el simple hecho de tener una foto junto a
Alejandro Cao de Benós, una foto en la que, por cierto,
también aparece Rubén Herrero de Castro, simpatizante
declarado de Reagan, Thatcher y el Partido Popular y
exaltado detractor del régimen de Kim Jong-un. Da igual. Ni
siquiera hace falta saber que esa foto se hizo durante un
debate plural en “Fort Apache” acerca del país asiático. Ni
siquiera hace falta investigar un mínimo para comprobar los
improperios que Cao de Benós lanza contra Podemos o para
constatar las negativas opiniones de Pablo Iglesias sobre
Corea del Norte. Lo importante es que Pablo Iglesias tiene
una foto junto a Cao de Benós. Podemos quiere convertir
España en Corea del Norte. Exasperante. La estulticia como
punta de lanza del debate político.
Hay una frase que se le atribuye a Henry Kissinger: “Acusa a
tu adversario político de copular con un cerdo y siéntate a
ver como lo desmiente”. Esa es la estrategia utilizada
contra Podemos: hay que acusar a la nueva fuerza política de
representar al mal en La Tierra, inventar mil locuras, que
alguna, por simple estadística, será creída. Hay que
imposibilitar el debate de ideas e intentar que los
representantes de Podemos, en lugar de hablar de los
problemas de España y de sus alternativas políticas, se
pasen el día desmintiendo cópulas con gorrinos. Es
exactamente lo mismo que hacen el Partido Popular y el
Delegado de Gobierno en Ceuta cuando surge el debate sobre
el 6-F. Para no hablar de responsabilidades políticas, de
las mentiras que se dijeron y de la lamentable gestión de la
tragedia, inventan otro debate: o se está con la Guardia
Civil o contra la Guardia Civil. Tratan a los ciudadanos
como a imbéciles. Quince muertos, políticos mintiendo a
diestro y siniestro y todo el país con los ojos puestos en
nuestra ciudad. ¿Postura de algunos?: “¡Viva la Guardia
Civil y Viva España!”. Charanga y pandereta. Ridículo
mundial.
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