Durante diferentes ciclos de mi
vida he sido fumador, habiendo dejando de estar enganchado a
esa grave adicción, en diferentes ocasiones cuando me
encontraba mal y era consciente de que me envenenaba. Por
ello, le declaré al tabaco diferentes cruzadas ganándosela
casi siempre, siendo la última vez que recaí, cuando volví a
cometer la gran torpeza de elegir como compañero de viaje a
una cajetilla de cigarrillos tras una debilidad.
Pero desde hace dos décadas soy otro al no estar enganchado
a esa droga. Considerando, en esa última ocasión, para
enfrentarme al tabaco, el domingo rociero de una Feria Real
de Algeciras. Porque me gustan los retos fuertes al
considerarme una persona con bastante fuerza de voluntad.
Desde la que reactivo todos mis sentidos, creciéndome ante
las adversidades. Y más contra el tabaquismo, teniendo que
reformar mi personalidad y carácter para tajantemente decir
no, cuando posteriormente después de haber dejado de fumar,
algún necio me insistía que aceptara un cigarrillo ofrecido,
diciendo “de algo hay que morir”.
Debido a mis relaciones con el tabaco negro, rubio con o sin
boquilla y el de pipa. Soy consciente que, nada más pegarle
la primera calada a un pitillo, ya estoy a merced de esa
maldita droga que impregna mis pulmones… con sus compuestos
químicos... Y al ser una persona que practicaba deportes, el
tabaco perjudicaba seriamente mi salud, a pesar de que
inicialmente intentaba, en lo posible, no tragarme
totalmente el humo de esas materias… cancerígenas, que
tantos beneficios proporcionan a las multinacionales
tabaqueras. Siendo evidente que, gobiernos de determinados
estados, recaudan millones de euros procedentes de impuestos
del tabaco. Realizando una hipócrita política al anunciar su
peligrosidad con diferentes slogans. Sin embargo, gran parte
de ese dinero recaudado, posiblemente es destinado a
sufragar parte de los gastos médicos, hospitalarios… que
ocasionan las enfermedades que padecen los fumadores activos
y pasivos.
Si usted, estimado lector, es fumador y tras leer esta
tribuna, quiere saber la cantidad de cigarrillos que se ha
‘tirado’ para sus adentros, es muy fácil comprobarlo. Por
ello, coja un par de cigarrillos y póngalos al alcance de su
vista. Después calcule la media de cigarros que se fuma
diariamente, multiplíquelo por los treinta días que tiene
mes. El resultado lo multiplique por 12 meses, y la cantidad
resultante la multiplique por el número de años que lleva
fumando, saliendo aproximadamente la cantidad de cigarrillos
que se ha fumado. Existiendo la posibilidad de que se
escandalice del resultado, porque poniendo un cigarrillo
detrás de otro, darán la vuelta a determinados ruedos de
muchos kilómetros. No importándome, lo más mínimo que, haya
realizado usted las cuentas a la baja sin ’acordarse’ de los
excesos en Navidad, cumpleaños, bodas, bautizos, divorcios,
juergas etc., porque el único que se engaña es usted,
importándome un bledo su actitud.
Por lo tanto, si yo lo conseguí, usted que alardea de ser
una persona con más cultura, clase, categoría, personalidad
y catadura moral…que muchos. No sé el por qué, a pesar de
las veces que lo ha intentado, no puede dejar de fumar, y
así “le podrá dar vida a sus años y no años a su vida”.
Aunque, cada uno es libre de vivir como quiera y plazca.
Pero le diré que, posiblemente no distinguirá al ser
fumador, como cuando yo lo era, el sabor de una alpaca de
paja (comida de burros), que un puchero casero. Sufriendo su
tos enfermiza mañanera los familiares cercanos. Necesitando
la dosis de tabaco, nada más abrir los ojos, para afrontar
un nuevo día. No imaginándose, la gracia que me hace, cuando
me despierta a las seis de la mañana, el fulano de turno,
echando las bilis...
Por lo tanto, al haber conseguido dejar de fumar, me daré el
gustazo de decirle que, mi semblante es más saludable que el
suyo, siendo superior en ese y en otros muchos aspectos a
usted. Estando mi autoestima muy por encima de la suya,
porque a los cigarrillos los ignoro, en cualquier tiempo y
lugar, de igual forma que a un gran amigo que me engañe o
traicione levemente, aunque me lo pongan por delante
rogándome. Siendo, desde que dejara de fumar y hasta hoy, un
claro ejemplo para las personas queridas.
Usted, no obstante, siga fumando, queme su vida y si se
asfixia al caminar, peor para usted. Le diré que, no sentiré
lástima cuando reciba una mala noticia como consecuencias de
su adicción al tabaco, porque “sarna con gusto no pica”.
Consecuentemente, hoy está a tiempo porque mañana puede ser
ya tarde para dejar de fumar. Comprendo que, es difícil,
pero no imposible. Hay técnicas sin costo alguno, debiéndose
poner en contacto con la unidad sanitaria contra el
tabaquismo de su ciudad...
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