Dentro de estas semanas, e incluso
meses, de cruces de acusaciones, de dimes y diretes, entre
los partidos políticos afincados en la ciudad, los cuales
tienen la vista puesta en las próximas elecciones
municipales, la celebración de los carnavales llega en un
buen momento para dejar a un lado las tensiones y durante
unos días buscar la guasa en todo lo que sea posible y así
evadirse durante un tiempo de los problemas que azotan y
asolan a esta ciudad.
El pistoletazo de salida a esa diversión, a esa guasa
cargada de crítica, en su inmensa mayoría acertadas, lo
dieron las ocho agrupaciones carnavalescas que anoche
actuaron en el Teatro Auditorio del Revellín. Quizás los
políticos deberían tomar buena nota de lo que, a través de
sus ingeniosas letras, los carnavaleros denunciaban al ritmo
del tres por cuatro y mientras entonaban sus cuplés y
pasodobles.
El Carnaval ofrece la oportunidad de cantar las críticas de
una sociedad que se encuentra cansada de tanto paro, de
tanta violencia, de tanta crisis, y muy especialmente de
tanta falta de respuesta por parte de un Ejecutivo, tanto
local como nacional, que no hace nada por intentar dar
solución a todos los problemas que azotan a una población
tremendamente castigada gracias a los recortes y más
recortes que se han venido aplicando y desencantada por
tanta y tanta corrupción. El Carnaval llega en un momento
idóneo para llevar el tono de humor y desenfreno necesario
para, durante unos días, olvidarse de todos esos problemas e
intentar, al menos durante los próximos días, arrancar la
risa de todos y llenar de color una vida gris. Vivamos esta
semana en la calle, salgamos todos y disfrutemos antes de
que se entierre la Caballa y regresemos a la cruda realidad
y al ritmo trepidante que traerán las campalas electorales
para los comicios del próximo mes de mayo.
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