Se veía venir, desde hace tiempo,
y la cosa ha tardado en llegar a su justo punto, porque hace
ya varios años yo tenía muy claro que el que estaba
apuntando a ocupar el cargo de delegado en Ceuta era
Leonardo Campoamor, en primer lugar porque es un buen
profesional, con agarraderas en las corrientes más
izquierdosas de Ceuta y no mal visto por parte de la
derecha, aunque sólo sea por su trayectoria familiar, muy
poco pegados al “rojerío” y que con suma dignidad, en los
años de la transición, no estaban lejos de la extinta UCD,
grupo político que, con aciertos y con errores, ha sido, con
diferencia, el grupo político que menos dio que hablar por
hechos vergonzosos en sus actuaciones en puestos de
gobierno.
Sin embargo, hasta hoy, la llegada de Leonardo Campoamor se
ha demorado demasiado y este buen profesional ceutí ha
tenido que pasar un tiempo en Melilla porque, aquí en Ceuta,
el PP, en esto de la información, no sabe, ni ha sabido
nunca, si estaba subiendo o si tenía que bajar la escalera.
Y me voy a explicar, en septiembre/octubre de 2013 el
“rojerío” se hizo con la delegación de Ceuta, quedando
Adelaida Julios, en terreno de nadie, mientras se asentaba
en la “poltrona” de Real 90, Roberto Santamaría, uno de los
de dentro, parecía que del PSOE, pero sin hacerle ascos a
CCOO. Santamaría vino a Ceuta, desde uno de esos despachos
políticos, reservados a enchufados, que controlaba el PSOE
en La Rioja. Y, como siempre, el PP de Ceuta ni se enteraba
de la jugada.
¿Quedaba todo concluido?. Sencillamente no, porque ya hemos
dicho que la persona que estaba contando con ocupar ese
puesto tenía que “emigrar” a Melilla y aquí se tendrían que
ir jugando muchas carambolas y muchas cartas a la vez.
Entonces, Santamaría, además de contar con esa simpatía del
PSOE de La Rioja, tenía otro apoyo nada despreciable en
quien más controlaba las territoriales, que tampoco estaba
cerca del PP.
Quedaba todo muy claro, las cartas principales de las partes
contrarias al PP estaban apoyando a Santamaría, y el PP
soñando con la luna de Valencia. Santamaría había jugado,
había sabido jugar todas las cartas a su favor, con lo que
incluso alguien que también podía tener alguna posibilidad
de ocupar ese cargo, persona con experiencia y
profesionalidad, como es el caso de Nuria Galán, quedara
casi descartada, por mucho tiempo.
Aquí, es lo lamentable, no pesaba para nada la
profesionalidad, pesaban más los padrinos, con lo que
personas como Nuria Galán ni querría ni le gustaría moverse
por ningún despacho, y sigue ahí, trabajando con seriedad,
pero sin que nadie haya contado con ella, al menos de
momento, para un puesto superior.
Ahora, y me alegro, la delegación de RTVE en Ceuta va a
quedar en manos de Leonardo Campoamor, y la línea, es de
suponer, irá por otros derroteros, pero dudo mucho que se
acerque al PP, por razones obvias, ahora mismo.
¿Y Adelaida qué?. Es la pregunta que volvemos a hacer. En el
terreno de nadie. Su situación actual no le debe llevar a
demasiadas correrías. Nadie suelta prenda de a donde irá,
pero sus mejores años como profesional los ha dejado aquí y
soy testigo, en gran parte, de ello.
Afortunadamente aquí, sin levantar la voz, quedarán dos
grandísimos técnicos Carlos y Roberto, que ni entran, ni han
entrado en juegos de ninguna clase, que deben ser, como lo
vienen siendo el alma de lo que es una emisora en la que los
contenidos pueden ser mejores o peores, pero lo que sale al
aire sale sin problemas de ningún tipo.
Todo esto podría ser normal, incluso con “okupas”, en algún
momento, en cualquier tipo de reorganización de una empresa,
pero deja de ser normal cuando un grupo político con la
experiencia que se le supone al PP se ha dejado comer la
merienda desde hace ya muchos meses. La época de cambios es
esta, pero de cambios con puntos de mira claros, no cambios
al buen tun-tún. ¡¡Ah, y cuidado con las enfermedades
fantasmas y quien las avala!!.
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