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OPINIÓN - JUEVES, 12 DE FEBRERO DE 2015

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Adiós a un hombre del Parador
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Nada más llegar ayer, tras haber finalizado la jornada, me decían en la recepción del Parador Hotel La Muralla, que Juan Gordillo, el hombre que durante muchos años trabajó aquí y fue jefe de cocina, había muerto.

Para mí, que no había tratado a diario con él, pero que siempre que tuve algún contacto con él había sido muy agradable, la noticia fue un auténtico mazazo, por cuanto más de cuarenta años en un lugar dejan huella y si esos más de cuarenta años son de una gran profesionalidad tendrán que dejar más huella todavía.

Juan Gordillo Blanco llegaba al Parador de Ceuta a finales de 1969, concretamente el día antes de la Navidad y dejaba de prestar en él sus servicios hace casi dos años, en marzo del 2013.

A nadie de la casa le oí, en momento alguno, hacer un comentario que dejara en mal lugar al jefe de cocina, e igualmente, a nadie de los múltiples clientes ceutíes del Parador les he oído nada en contra del buen hacer en la cocina, a lo largo de todos esos años, en los que Juan Gordillo estuvo “entre las sartenes y pucheros” de esa cocina.

Últimamente, hacía tiempo que yo no lo veía, pero siempre lo achaqué a la no coincidencia de los lugares y los horarios que frecuentábamos el uno y el otro.

Ahora ya, la noticia es irreversible, no hay marcha atrás, un hombre bueno, un trabajador serio, un profesional de los de verdad nos ha dicho adiós y eso que no era un hombre mayor, más bien debería rondar los 65 años, mes arriba o mes abajo, y esa es una edad para, por lo menos, intentar vivir la jubilación unos cuantos años, jubilación que bien ganada se la tenía.

De Juan Gordillo recuerdo el talante sencillo, especialmente, cuando cierto libro de cocina que él había elaborado parecía que eran otros los que se querían hacer pasar por los autores, o cuando menos coautores, y él, ni siquiera ante eso, se imponía para aparecer en el lugar que a él, sólo a él, le pertenecía.

Aquel fue un gesto más, un gesto agradable que hablaba, por sí solo, del talante y las buenas marchas que él tenía por costumbre utilizar, de no entrar en el terreno de nadie, pero no importarle nada que algunos, que buscan todo para ellos, se metieran en su propio terreno, en su propia obra, a veces, en demasía.

Aquí, en el parador de Ceuta, la noticia de la muerte de Juan Gordillo Blanco ha caído como una losa, porque no había nadie en esta casa que no tuviera algún tipo de anécdota, siempre positiva, con el cocinero que tantos años estuvo en el Parador.

El tiempo, sin embargo, ha pasado, él que entró en el Parador Hotel La Muralla siendo una persona muy joven, ahora nos ha dejado, era su momento, pero lo mejor, lo verdaderamente llamativo y destacable es que el “adiós” que todos le damos es un adiós sincero, añorando su estancia aquí y deseando, de verdad, que tenga su merecido descanso eterno.

Juan Gordillo Blanco, adiós, hasta siempre, descansa en paz, te vamos a seguir recordando siempre.
 

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