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OPINIÓN - VIERNES, 6 DE FEBRERO DE 2015

 

OPINIÓN / ANALISIS

Los años de la corrupción
 


Nuria de Madariaga
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Creo que ha llegado un momento en el que “todos” los programas de “todos” los partidos políticos, vienen a parecernos obras maestras del eufemismo en plan “a la postre, todos salpicados”. Y me estoy refiriendo a los programas de los partidos “convencionales” porque los hay que, como Podemos, carecen de cualquier tipo de programa y si consideran como tal el decir que “van a pagar la calefacción a los que sufren pobreza energética” si considerar que esa simpleza “a la griega” es una propuesta electoral seria, somos el resto quienes podemos apagar la luz y largarnos con viento fresco. Carencia de imaginación porque ¿No resulta más contundente el amenazar a las grandes compañías eléctricas de nacionalización para que bajen los precios o decretar durante tres años la anulación del 21% del IVA de la electricidad hasta que emerjamos de la crisis?.

Pero, lo negativo de despertarnos cada mañana con una historia de corrupción en los telediarios es que, los españoles, ya no nos fiamos ni de nuestra sombra y tendemos a simplificar en plan “Si no bajan la luz ahora que se ha desplomado el precio de los carburantes es porque están robando” “Si no han imputado a la familia Pujolone hasta ahora, después de treinta años, es porque todos los Gobiernos han sido cómplices” “Si no procesan a los responsables de haberse gastado los cuartos es macroproyectos de aeropuertos fantasmas es porque algo se habrán llevado ellos también”. Lo malo de los años de la corrupción es que todos están bajo sospecha y se tiende a “terriblificar” que es un curioso verbo inventado por el filósofo Albert Ellis que significa que se aumentan desproporcionadamente las cosas y se crean películas mentales de desastres. Así que estamos todos en plan “terriblificación y sospecha” y la presunción que opera para con la clase política es la contraria a la presunción de inocencia : aquí son todos culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Mala cosa la pérdida de confianza, porque las próximas elecciones van a ser, más que una lucha de ideas y de propuestas, una batalla por merecer el don de la fiabilidad y una monumental carrera para demostrar un saneamiento de las instituciones a base de nuevas caras, nuevos estilos y renovación de eso a lo que Podemos llamaba “casta” y que ahora llama directamente “mafia” es un descuido verbal que bien puede acabar en los tribunales con una querella por calumnias.

Nadie puede, en el actual Estado de Derecho, acusar a una formación política de constituir una “organización criminal jerarquizada” que es a lo que se llama “mafia” sin tener que sentarse posteriormente ante un Juez de Instrucción para utilizar esa “exceptio veritatis” esa “excepción de la verdad” por la que, acusar a alguien de un delito, no es perseguible si se demuestra que ese alguien, en efecto, lo ha cometido y ha sido juzgado y condenado en virtud de sentencia firme por ello. Aquí se están yendo mucho la boca y las maneras, sin que se haya tenido bastante agilidad mental como para responder de forma contundente, que es lo que espera la ciudadanía. ¿O es que estos años procelosos, tan amargos para todos, en los que todos los afiliados de los diferentes partidos hemos sufrido la amarga decepción de ver imputados a individuos que considerábamos “de los nuestros” y que nos parecían intachables, estos años de desayunarnos con vinagre nos ha anulado la capacidad de reaccionar ante los insultos y las calumnias? En absoluto, la ciudadanía no se encuentra en shock, sino que son más bien los dirigentes, aquellos a quienes votamos en las urnas, lo que parecen, dicho sea coloquialmente, “apollardáos” con sus concepciones restringidas y su corrección política de pacotilla.

Hoy no vale la corrección política y si no que se lo cuenten a los kamikazes del sindicato “Manos limpias” que ya han arremetido como auténticos basiliscos contra el “Podemos” Monedero para que explique ganancias millonarias a fuerza de adoctrinar a países bananeros a los que, por cierto, les va como el culo, lo que viene a demostrar que lo que aconseja Monedero resulta nefasto políticamente, económicamente, ideológicamente y socialmente. Lo más astuto es sacarle el copyrigth al apelativo “Monedero-Ruinero”. Parece que, a lo que el Estado, con todos sus poderes, no llega, llega un modesto sindicato de moscas cojoneras y de tábanos rompehuevos como es el “Manos limpias” que tiene el carácter de los eslavos, que se crecen en las dificultades y el de aquellos lacedemonios de los que, el Derecho Romano, predicaba que eran “nacidos para el combate”. Aterriza con sus códigos, sus resmas de querellas fundamentadas y sus barriles de mala leche, a liarla en plan numantinos de la Iberia Vieja, pura idiosincrasia hispánica. Llega un grupúsculo de abogados y comienzan a querellarse, primero contra Monedero y sus ganancias, luego vendrán los restantes, que hay para todos, así que no vale colarse en la fila y el que llegue el último que pida la vez.

En fin… los años de la corrupción, cuando el bubón purulento nos ha reventado en la cara, han sido malos. Pero, colectivamente, hemos aprendido mucho y hemos adquirido certezas en plan “el que la hace, al final, muy al final, acaba pagándola”. El ver a personas consideradas “intocables” chupando pena de rejas y de telediarios, amén de indignarnos nos da esperanza, ahora bien, el volver a ganarse la confianza de los españoles, va a ser una ardua labor. Por más que, progresivamente, las expectativas económicas del Gobierno se vayan cumpliendo, por más que el Ejecutivo nos haya evitado un rescate : mientras los datos macroeconómicos no lleguen a los frigoríficos de todos y las pymes y los autónomos florezcan por doquier, seguiremos siendo desconfiados y viviendo en una especie de estado crónico de “tener la mosca detrás de la oreja”.

Duro reto para los políticos el concurrir a elecciones aún con el trauma de “los años de la corrupción” pero los ciudadanos no deseamos que, la campaña que se avecina, sea un intercambio de acusaciones y de reproches: bastante nos hemos ya desfogado lanzando varapalos a diestro y siniestro. Mejor es convertirnos todos en receptáculos de ideas sensatas, planes coherentes y propuestas factibles. Y mejor así mismo es que, nuestros dirigentes, no permitan bajo ningún concepto el que unos mamarrachos mesiánicos les denominen “mafia” porque si ellos son un grupo criminal, los españoles que les votamos somos cómplices y como poco sicarios. Discrepancias ideológicas vale, críticas a la gestión de tal o cual pertenecen a la legitimidad democrática, pero acusarnos de votar a criminales nos toca a todos las pelotas y nos ofende. Y a los ciudadanos no nos gusta que nos ofendan y que las calumnias salgan gratis. Bastante nos ha ofendido la corrupción como para permitir que, unos payasos pontificadores, vengan a faltar al respeto al pueblo español. Y lo dicho, dicho está.
 

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