Las redes sociales están que
arden. Es lo que hay y lo que se lleva hoy, por lo que, a lo
largo del año, y en dos direcciones nos vamos a encontrar
con la dirección de los que intentan que la sensatez reine
en el mundo que vivimos y, en sentido contrario, desde
aquellas corrientes de ruptura de todo lo que hay,
construido por una generación que fue generosa con ella
misma y con la pasada o con la futura.
Y es así como se mostró la generación que sabía lo que había
cuando, tras la muerte del General Franco, se dio cuenta de
que había necesidad de cambios, pero de cambios generosos,
rompiendo con la idea aquella de las dos Españas que tan
poco bueno aportó, cuando se quiso instalar en puestos de
mando.
Los años 76, 77 o 78 del pasado siglo fueron años de la
ilusión y la generosidad, con gentes que habían estado muy
fuera y se creían que lo mejor era estar unidos.
Sólo así se pueden explicar las elecciones del 15 J de 1977
o las del 79 con los Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel
Fraga o Santiago Carrillo, muy distintos los unos de los
otros, pero dispuestos a darse la mano y a hacer que España
funcionara. Así nació la transición que sirve de modelo en
todo el mundo y que ahora cuatro mozalbetes, de tres al
cuarto, tratan de fraccionar, algo que, si seguimos siendo
sensatos, no van a conseguir y para frenar esos intentos de
“rumbo a ninguna parte”, nada mejor que la carta de Moncho
Borrajo, un hombre de paz, de sensatez y que ha entretenido
con cordialidad siempre a gentes de su generación y la mía,
así como a otros más jóvenes o más viejos. La carta de
Moncho Borrajo a Pablo Iglesias es el “catón” auténtico de
lo que somos, hemos sido y algunos quieren romper para ser
ellos. Así escribe: “Al señor Pablo Iglesias: No me preocupa
su coleta perfectamente desaliñada al estilo hippy de los
60, ni esa eterna camisa blanca arrugada, ni esos rozados
pantalones grises, de tiro bajo, uniforme de falso y
trasnochado progre. En mis 42 años de profesión he aprendido
a leer en las caras de las personas y he de decirle que la
suya no me gusta y me preocupa bastante.
Es una máscara perfecta de cinismo, prepotencia y
despotismo, donde la ternura no tiene espacio, ni los
sentimientos como la vergüenza o la compasión. Vd nunca mira
a la cara, porque está por encima de los demás y siempre
ataca por temor a ser atacado, sin escuchar ni a los suyos
que discrepan de usted, como el de la silla de ruedas. Es Vd
cruel, quien molesta o no sigue sus dictados, simplemente le
borra. Nada le impide seguir con la mirada en el futuro con
el que sueña, sólo para usted, en nombre de los demás, algo
que ya hemos vivido muchas veces.
Vd me ilusionó al principio y en poco tiempo con su conducta
me ha vuelto a la cruel realidad. Vd es un trilero que se
alimenta del odio y la necesidad de los débiles y cándidos.
No es nada más que un pelele necesario para este proceso
mundial de desestabilización que corre como la pólvora. Si
me coge con veinte años sería un fan de sus ideas, pero ya
conozco al lobo con sus pies de cordero y tienen un tufo muy
peculiar.
Señor Iglesias, deseo de todo corazón que no camufle sus
ideas, tras cortinas televisivas y falsas palabras. Me duele
escribirle esto, porque sigo siendo un utópico idealista,
pero cada vez que veo unas declaraciones suyas me siento
engañado. No me gusta usted y no lo voy a votar y
recomendaré a mis amigos que no se dejen engañar por sus
falsas palabras. Vd lo que pretende es llevar a España a la
ruina económica y moral, aunque eso le trae al pairo.
P.D. No se moleste en llamarme facha, rojo de mierda o
cualquier otra lindeza de su vocabulario de los 60 de la
Facultad de Económicas, ya me lo han llamado antes muchas
veces, sin reconocer jamás que no me conocían.
Moncho Borrajo”.
Poco más podríamos añadir, ahora mismo, en la España de hoy
y ciertos aventureros, a lo que Moncho Borrajo le dice a
Pablo Iglesias.
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