La Hermandad del Rocío de Ceuta ha elegido a Arturo
Fuentes para que este año sea su pregonero. Aunque él no es
hermano, Fuentes se siente especialmente unido a la
Hermandad, donde tiene a muchos amigos, y les agradece que
hayan pensado en él para que el próximo día 25 de abril se
suba al atril. Un reto que este joven afronta con emoción y
para el que ya se está preparando. En una charla con EL
PUEBLO, Fuentes cuenta como el pregón será muy rociero, pero
también muy cristiano, para hacer examen de conciencia sobre
qué pide la Iglesia a los católicos. Mientras, sobre el
Rocío, cuenta cómo su devoción nació ya siendo mayor y anima
a todos los ceutíes a visitar este lugar, para el
“excepcional” por la Virgen, pero también por sus gentes.
Pregunta.- Esta semana le han nombrado pregonero de la
Hermandad del Rocío, ¿cómo ha recibido esta noticia?
Respuesta.- Muy bien. Han sido varios los intentos de la
Hermandad del Rocío por nombrarme pregonero, pero por unos
motivos u otros no he podido, y ya el año pasado, el nuevo
hermano mayor, Juan Antonio García Ponferrada, me dijo
cuando estábamos en el Rocío viendo a la virgen que ya no me
libraba. Además, yo creía que ya había llegado el momento de
que pregonara a la Virgen del Rocío y a la Hermandad de
Ceuta, que se merecían que ya estuviera en ese atril el
próximo 25 de abril.
P.- ¿De dónde viene su devoción por la Virgen del Rocío?
R.- Mi devoción por la Virgen del Rocío creo que procede de
mi devoción cristiana principalmente. Mis padres, que me han
inculcado una cultura muy cofrade desde pequeño, no tenían
una especial devoción por la Virgen del Rocío y no me
llevaron al Rocío hasta que tuve siete u ocho años. Después
pasó el tiempo sin que volviera hasta que pude ir por mi
mismo y dije que no volvería a faltar. No obstante, si yo
puedo achacarle a alguien que me haya contagiado el amor por
la Virgen del Rocío y esta fiesta, es a mi hermana. Ella es
mayor que yo y dio el paso de venir al Rocío unos años
antes. Además, hoy en día, tengo la suerte de compartir mi
vida con mi novia, que es muy rociera, y comparto con ella
esta devoción.
P.- ¿Qué recuerdos tiene de esa segunda vez, ya de mayor,
que fue al Rocío y sintió esa devoción?
R.- Un recuerdo precioso de ver cómo la gente se arremolina
alrededor a la Virgen del Rocío porque, aunque haya gente
que critique que no todos van por la Virgen, al fin y al
cabo, la gente está ahí porque hay una virgen que es la
Virgen del Rocío y es la que ha provocado que durante todo
el año vayan miles de personas. Los motivos serán
particulares, pero es la Virgen la que los congrega a estas
miles de personas. No obstante, para saber lo que es el
Rocío hay que venir a verlo.
P.-¿ Ya tiene pensado el pregón?
R.- Lo tengo en la cabeza. Al principio da un poco de miedo
porque, cuando uno se enfrenta a un pregón, nunca sabe qué
se va a encontrar, y más una persona como yo que no me
considero rociero desde la cuna, sino que ha sido después
cuando ha crecido mi devoción por la Virgen del Rocío. Pero
cuando me puse a escribir me salieron cosas que yo considero
que van a gustar mucho y estoy muy contento con lo que llevo
hasta ahora del pregón. Un pregón que va a ser, además de
muy rociero, muy cristiano. Nos va a servir también a los
católicos para hacer examen de conciencia de hacia a dónde
vamos, o qué nos pide la Iglesia estos días. No hay que
olvidar que los rocieros somos peregrinos, y la Iglesia de
hoy en día es peregrina, y como dice el Papa Francisco,
tiene que estar ayudando al necesitado. Algo que aquí, donde
se concentra tanta gente, se da a diario ya que las puertas
están abiertas a todo el mundo. Ya el papa Juan Pablo II,
que ha sido el único pontífice y el único santo que ha
estado en el Rocío, dijo “abrid las puertas a Cristo”, que
es una de las frases que más se recuerdan de su pontificado,
y en el Rocío se muestra.
P.- Y al que no conoce el Rocío, ¿qué le diría para que
fuera?
R.- Le diría que el Rocío es un lugar excepcional, no sólo
espiritualmente porque esté la Virgen, que eso ya es motivo
más que suficiente para que todo católico viniera, sino que
es un lugar que quita el estrés, donde las puertas están
abiertas a todos los peregrinos para darles de comer y de
beber. Algo que en nuestra sociedad actual, con las prisas,
no se vive.
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