Este sábado hemos vuelto a
sobrecogernos con un nuevo atropello en nuestras calles,
aunque en esta ocasión las lesiones no fueron tan graves
como las sufridas por Gema Pérez la pasada semana. Cruzar la
calle es algo muy habitual para todos, pero los atropellos
se han convertido en una asiduidad que tenemos que lamentar.
Y es que no basta, a veces, con cruzar la calle por los
lugares apropiados, los pasos de cebras y otros pasos para
peatones, sino que hay que atender muy bien al tráfico, a
cómo vienen los coches, a si el conductor nos ha visto y
frena, y si lo hace, juzgar si se detendrá a tiempo. Cruzar
la calle siempre debe ser un acto consciente, en el que
pongamos nuestros sentidos en alerta y nuestro sentido
común, más aún. Debemos ser conscientes en todo momento que,
si bien tenemos preferencia, eso no nos libera de la
responsabilidad de cruzar correctamente, y de cumplir todas
las rutinas de prudencia que podamos enumerar. La educación
vial es fundamental para reducir los riesgos de sufrir algún
percance, y deberíamos recibirla desde bien pequeños.
Por ello la Ciudad debería poner en marcha una campaña
especial dirigida a concienciar y evitar los atropellos de
peatones por parte de vehículos. Una campaña consiste en la
combinación de acciones formativas, principalmente charlas,
y otras de tipo preventivo, en las que los agentes de
Tráfico realizan una concienciación tanto a peatones como a
conductores. Todos somos peatones, incluso los conductores.
Todos caminamos por la calles y tenemos que compartir el
espacio público.
Además, como propone el MDyC, sería necesario estudiar otras
medidas necesarias para reducir estos accidentes de manera
inmediata, como limitadores de velocidad o bandas sonoras
que permitan dar mayor seguridad a los ciudadanos.
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