Las últimas informaciones sobre violencia de género joven,
tras un estudio realizado por el Centro de Investigaciones
Sociológicas, muestra que estamos todavía muy lejos de ganar
una batalla que cada año arrastra decenas de víctimas. La
violencia de género es un problema endémico, de una sociedad
patriarcal, que no logra despegarse de conceptos
sociológicos medievos como el control extremo. Es muy común
ver parejas de jóvenes atosigadas por un control férreo por
parte de sus parejas que en caso de continuar la relación,
son antecedentes de futuras conductas más agresivas.
La sociedad se crea y moldea en unos parámetros ideológicos
dependiendo de qué germen implantes en el sistema educativo.
Que en España sigan produciéndose hechos machistas, no es
más, que la consecuencia de políticas equivocadas en la
lucha contra la violencia de género y la responsabilidad
gubernamental de inculcar valores a una sociedad para un
futuro cambio. Las campañas, mensajes o anuncios
publicitarios son válidos pero no eficientes. Son “curas”
que deben reforzar la lucha pero no combaten, y menos ganan,
la guerra final ya que ese gen, machista, procede de una
sociedad, como dije anteriormente, anclada en actitudes
sociales patriarcales.
¿Quién no ha escuchado comentarios sexistas? La cocinita
para la niña, el barco pirata para el niño. Tú ayuda a tu
padre (él) y tú a tu madre (ella), siendo la limpieza el
trabajo de ella y la oficina el de él. Actitudes que no
tienen una radical importancia en nuestro día a día pero que
son evidentes reflejos de que nos hemos criado con una base
equivocada que nos lleva a actitudes perjudiciales en una de
las luchas más complicadas a la que nos enfrentamos.
Por ello, es fundamental que desde la escuela, con el
reforzamiento de una conducta parental apropiada, se
impartan valores fundamentales como la tolerancia o el
respeto, como piedra fundamental de la enseñanza conjugada
con el resto de materias educativas. La educación es una
herramienta para crear una sociedad, es por ello, que
debemos usarla para mejorar y acabar con cualquier resquicio
perjudicial que termine mutando en una lacra que extirpar,
cuando quizás ya es demasiado tarde.
“Educar en la igualdad y el respeto, es educar contra la
violencia” - Benjamín Franklin.
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