El jurado del Premio Convivencia 2015, reunido en el Salón
del Trono del Palacio de la Asamblea, decidió ayerque Malala
Yousafzai, la niña pakistaní que usó la educación para
desafiar a los talibanes de su país y que fue Premio Nobel
de la Paz 2014, sea quien reciba este galardón en
reconocimiento a su figura y lo que representa.
La candidatura fue propuesta por la asociación cultura Al
Idrissi, con el apoyo de la Unión de Comunidades Islámicas
de Ceuta (UCIDCE), Luna Blanca e Intercultura.
La historia de Malala comienza en 2009, cuando la niña tenía
12 años y los talibanes pakistaníes controlaban el valle del
Swat, en el noreste de Pakistán, e imponían su versión
rigorista del Islam. Una de sus medidas fue prohibir que las
niñas acudieran a la escuela. El 70% de sus compañeras había
dejado de acudir a clase por miedo o por indicación de sus
familias, pero Malala acudía de manera casi clandestina, sin
uniforme, escondiendo sus libros. Y comenzó a narrar sus
experiencias en un blog diario en la página de la BBC en
urdu (una de las lenguas que se hablan en Pakistán), bajo el
seudónimo Gul Makay.
La historia llamó la atención del periodista del New York
Times Adam B. Ellick, que entrevistó a Malala y le puso
cara, para el mundo pero también para sus enemigos. En 2010,
el Ejército pakistaní expulsó finalmente a los talibanes del
Swat y Malala volvió a su escuela, como ella misma se
encargaba de contar contenta a la BBC. El Gobierno, incluso,
decidió convertirla en icono y darle un premio nacional a
finales de 2011. Pero desde que su identidad había sido
revelada, Malala y su familia sufrían amenazas contínuas. El
6 de octubre de 2012, finalmente las amenazas se
convirtieron en realidad. Un grupo de hombres armados llegó
a la escuela. Preguntaron por ella y la esperaron a la
salida. Después, subieron al autobús escolar y le dispararon
a bocajarro en la cabeza y el cuello, dejándola al borde de
la muerte. Tras recuperar el habla, Malala reafirmó su
compromiso con el derecho de la mujer a la educación.
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Malala no guarda rencor a los talibanes que la dispararon
En noviembre de 2012, la ONU
dedicó un día en su nombre al derecho universal a la
Educación. Durante su discurso, la joven afirmó que no
estaba en contra de nadie, ni siquiera de los talibanes en
su país, y aseguró que incluso si tuviera una pistola “no
dispararía” a la persona que la atacó. “Es algo que aprendí
de Mahoma, el patrimonio que recibí de Martin Luther King y
de Nelson Mandela, la filosofía de la no violencia que
aprendí de Gandhi y la madre Teresa, el perdón que aprendí
de mi padre y de mi madre”, aseguró entre aplausos. Quizá
por ello ha pedido, recientemente, que se negocie con los
talibanes, los mismos que intentaron matarla y le
prohibieron ir a clase.
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