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OPINIÓN - JUEVES, 22 DE ENERO DE 2015

 
OPINIÓN

La avaricia rompe el saco

Por Ramón Ros


La avaricia es el afán inmoderado y desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es decir, querer tener más y más cosas con el fin de guardarlas para uno mismo, en un lenguaje un poco menos técnico. Ahora, imagine que tiene unos saquitos en los que va guardando todas esas cosas que va consiguiendo. Cada vez mete más y más. Llegará un momento que esos sacos ya no tendrán más capacidad, al final se romperán.

Pues bien, esta es la forma gráfica que explica el titular de este artículo. ¿Quién no ha oído hablar en alguna que otra ocasión que “la avaricia rompe el saco”?. Pasa con muchos políticos y empresarios, que utilizan su poder o influencia para ganar dinero ilícitamente para ellos, y en lugar de conformarse con un poco, pues no, cada vez quieren más y más hasta que se les descubre y muchos de ellos terminan destituidos de su cargo o en la cárcel. La trama Gürtel o el caso Nóos demuestran que la avaricia rompe el saco y acaba teniendo otro destino mucho menos bonito que el de vivir a base de dinero público

Es bueno ser ambicioso en la vida y querer cosas, pero siempre hay que saber el límite y no traspasar la frontera entre una ambición positiva y una avaricia delictiva.

En el caso de la adjudicación por parte de la Ciudad de los dos locales a la empresa editora de ‘El Faro de Ceuta’, la avaricia del editor no solo le pone a él en una situación delicada sino que pone en serio aprieto a los que, desde su cargo público, le han dado su confianza y se han prestado a ir llenando un saco que en estos momentos se encuentra lleno de asuntos turbios y amenaza con reventar.

La adjudicación a dedo de 800 metros cuadrados en pleno centro de la ciudad a la empresa editora de ‘El Faro de Ceuta’ es un insulto a todos los ciudadanos trabajadores y honrados, y las pequeñas empresas que no pueden acceder a tan magnífico chollo y que solamente desean vivir bien con lo que tienen.

La avaricia rompe el saco… Es hora de romper con las costumbres que protegen la avaricia.
 

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