Algunos entramos hace tiempo en política por las ideas, no
por las siglas. Entonces sólo había un partido de ámbito
nacional que defendiera cosas tan rotundas como que todos
los españoles deberían estar sujetos a las mismas leyes, o
que existe una manera distinta de tratar a los electores
desde la política. Y me metí en él porque España me dolía
demasiado como para no hacer algo por intentar cambiar las
cosas. Todo ello se recogía en un buen texto político al que
vinimos en llamar el Manifiesto Fundacional de UPyD. Sin
reverenciar el texto, me apasionan las ideas que destila,
porque me veo representado en ellas. Sigo creyendo en esas
ideas. Quiero luchar por un país en el que los políticos
tengan el suficiente respeto por los electores como para
tratarlos como ciudadanos y no como masa. Por un país en el
que se haga política por y para la vida los ciudadanos, no
para que se use a los ciudadanos para hacer política y vivir
de ella. Quiero luchar por un país en el que la
confrontación de ideas - la confrontación política, si se
quiere - consista en poner encima de la mesa las mejores
ideas y los mejores argumentos de los que se disponen, con
la esperanza de que junto a las mejores ideas y los mejores
argumentos de nuestros adversarios políticos construyamos
una sociedad mejor. Un país, por lo tanto, en el que la
confrontación política no se entienda como descalificación
del adversario. Necesitamos los mejores y más capaces
adversarios para dar lo mejor de nosotros mismos. Quiero un
país donde todos aceptemos las mismas leyes y esas leyes se
hagan respetar con independencia de quien sea el que las
incumpla y donde lo haga.
Quiero luchar por un país en el que todos los ciudadanos
tengan oportunidades similares para desarrollar su talento y
su vida, con independencia de donde hayan nacido. Pero en la
que esos ciudadanos sean responsables y asuman las
consecuencias de las decisiones que toman. Quiero luchar por
un país en el que se luche por cumplir nuestros deberes con
tanto ahínco como se lucha porque se garanticen nuestros
derechos. Porque no es posible dotarse de los unos sin
esforzarse por cumplir los otros. Quiero luchar en un país
en la que las aspiraciones laborales de la mayoría de los
ciudadanos apunten a producir riqueza (social,
medioambiental, económica…) antes que a producir burocracia
les permita poder vivir de los que producen esa riqueza.
Quiero luchar por un país en el que la educación de los
jóvenes no sea arma arrojadiza en la confrontación política.
Un país en el que todos los ciudadanos tengan la garantía de
que el sistema educativo público va a proporcionar la
formación y la cultura del esfuerzo suficientes para que
quienes opten por él puedan competir con cualquier otro
estudiante del mundo en igualdad de condiciones. Pero donde
se respete igualmente a aquellos padres que quieran optar
por sistemas educativos distintos al público, y tengan la
garantía de que esos sistemas privados cumplirán unos
mínimos de calidad y respeto.Quiero luchar por un país donde
todos los ciudadanos tengan la garantía de que su salud no
depende de su cartera. Donde una crisis sanitaria no es
vista como una oportunidad para desgastar al Gobierno de
turno.Quiero luchar por un país donde el debate no sea si se
debe o no expropiar una patente extranjera de medicamento,
sino como evitar que otras potencias intenten expropiar
nuestras patentes. Un país donde se destierre para siempre
aquel nefasto pensamiento del “que inventen otros”.Quiero
luchar por un país líder. No me conformo con luchar por un
país con calidad de vida, ni por el más desarrollado de los
países de habla hispana. No me conformo con ser el más
moderno ni el menos corrupto de los países mediterráneos, ni
con ser una potencia en Europa. Quiero luchar por un país
que sea respetado y escuchado, que sea influyente y deseado.
Quiero luchar por que a nadie le quepa ninguna duda de que
no hay mejor lugar para vivir que Europa y que, de todos los
lugares de Europa donde se puede estar, no hay sitio mejor
que España.Quiero luchar por una ciudad en la que no haya
miles de porteadoras pasando una frontera tercermundista y
que a veces mueren atropelladas. En la que los que nos
gobiernen no nos arruinen y encime no alardeen de ello. Y
porque hayan plazas en los comedores escolares para todos
nuestros niños que lo precisen.Estamos todos en el mismo
barco, estamos en la misma ciudad, en España, en la misma
Europa. Aquellos que malgasten su tiempo en hacer hincapié
en nuestras diferencias no merecen que les ofrezcamos el
nuestro. Seguiremos luchando por esas ideas.
Porque pertenecer de verdad a una comunidad política es
sentir que las decisiones de la ciudadanía acerca de su
destino sí pueden tomarse por los ciudadanos. Los partidos
mayoritarios, ahora PP y PSOE tienen una deuda histórica con
la ciudadanía española, porque tienen que devolver las
decisiones a la ciudadanía. Es evidenciable como la
ciudadanía afronta una resistencia pasiva mediada por el
abstencionismo y la nula participación política, lo que se
fomenta por el poder de los partidos gobernantes.
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