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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE ENERO DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACIO0N

Nuestra Señora del Valle, Seis siglos de Ceuta (I)

Por Fernando de la Vega


Dentro de unos meses la Iglesia de Ceuta celebrará el VI Centenario de la llegada de la Imagen de Nuestra Señora del Valle. Seis siglos durante los cuales esta Imagen, la más antigua de la ciudad, ha pasado por diversas vicisitudes. Nuestra Señora del Valle, o la Virgen Capitana, o la Portuguesiña, como también se le llamaba en un principio, es de estilo románico, de roca caliza micrítica bastante homogénea, de procedencia desconocida por tratarse de un tipo muy común en la Península Ibérica, como se ha podido determinar en los análisis realizados por el Instituto Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid, a raíz de su reciente restauración. Se sabe que venía en la nao de Don Juan I de Portugal y que, tras la conquista, fue desembarcada y portada en hombros hasta la Mezquita que posteriormente sería la Catedral, donde se rezó un Te Deum y se celebró una Eucaristía, en la que fueron armados caballeros sus hijos, los infantes. Cuando Don Juan se marchó, la Imagen se quedó en Ceuta, en principio en la Catedral, como lo autentifica el Capellán de la Emperatriz Leonor de Portugal en 1456, Nicolás de Walkenstein, cuando recalaron en Ceuta a su paso hacia Alemania para contraer matrimonio con el Emperador Federico III de Habsburgo, al escribir que allí la vio y que se daban medallas con su efigie a los peregrinos. Pero la Catedral se puso bajo otra advocación, la de Nuestra Señora de la Asunción, y la imagen pasó a la Ermita del Valle, donde la encontramos ya en 1581, como autentifican las Actas Capitulares de ese año, cuando hablan de la visita que el Cabildo Catedralicio hacía a la Ermita desde muchos años atrás.

Durante el siglo XVII aumenta su devoción y posiblemente sea entonces cuando comience a crearse la leyenda. Una historia que tiene, como casi todas, un germen documental. Se halla éste en el hecho de que cuando el Rey entró en la ciudad, herido en una pierna como venía, se quedó en una mezquita a descansar hasta que le avisaron que la población había caído en sus manos y que podía entrar sin peligro. Aquel refugio provisional sería el edificio que hoy reemplaza la Iglesia del Valle.

Hay constancia gráfica de que en el año 1915, con motivo del V centenario, se celebró una misa en la explanada anterior de la Ermita del Valle, a la que acudieron las autoridades civiles y militares, así como un gran número de fieles.

La imagen ha sufrido varias intervenciones por fracturas ocasionadas por caídas, dado su elevado peso, que modificaron su aspecto original de forma considerable, llegando a no parecerse a la original. Pudiera ser que con motivo de esos actos celebrados durante el V centenario, en el traslado de vuelta al templo, la imagen sufriera una caída, ocasionándole algunos considerables desperfectos, pues es a partir de esas fechas es cuando deja de estar en el altar mayor de la Ermita, siendo sustituida por otra de madera policromada, la que durante los últimos años ha recibido la devoción de los ceutíes. Una imagen que de la que se estudia su procedencia y advocación.

A mediados de los años setenta del pasado siglo, fue trasladada a Sevilla por Don Alejandro Sevilla, donde se restauró por un sucesor de Castillo Lastrucci, Don José Pérez Delgado, permaneciendo en el museo de la Catedral desde su regreso hasta el día 5 de septiembre de 1999, tras haber sido reclamada por la Parroquia del Valle para que volviera a recibir culto en su Templo, una vez que este fuese restaurado y consagrado por el Obispo Don Antonio Ceballos Atienza. La Imagen fue trasladada ese día 5, domingo, en Rosario de la Aurora, acompañada por las autoridades civiles y militares hasta su Parroquia, siendo escoltada por una Escuadra de la Compañía de Mar de Ceuta con uniforme de gala, la Unidad más antigua de la Plaza, la que fue solicitada expresamente por tal motivo, ya que estos marineros son descendientes y depositarios de aquellos primeros que se quedaron en Ceuta y desembarcaron a Nuestra Señora del Valle. En su trayecto, desde la Catedral a su Parroquia, las iglesias por las que iba pasando hacían repicar sus campanas.

La Imagen de Nuestra Señora del Valle, la que trajo Don Juan I de Portugal, la única, nunca ha dejado de estar con nosotros. Durante seis siglos ha estado y participado del devenir de la ciudad de forma callada, recibiendo culto con más o menos fervor, dependiendo del momento, pero siempre, desde que llegó, hace seiscientos años, participando de la historia de Ceuta.
 

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