Con altas tasas de paro y de fracaso escolar, Ceuta y
Melilla son caldo de cultivo para el reclutamiento de
yihadistas. Para prevenir un integrismo que se ha puesto de
moda entre los jóvenes más desarraigados, la Universidad
Camilo José Cela aplicará técnicas de inteligencia emocional
en ambas ciudades.
Instrumentos que esta institución académica ha puesto desde
hace tres años al servicio de 180 menores víctimas del
terrorismo en el denominado “Campus de la paz” y que, ante
sus buenos resultados, quiere trasladar a otro ámbito, el de
la prevención de la radicalización en un nuevo fenómeno, el
terrorismo yihadista, que amenaza al mundo.
Tal y como explica su rector, Eduardo Nolla, esta
universidad está trabajando en la identificación de “los
perfiles emocionales de los jóvenes susceptibles de ser
radicalizados, a fin de elaborar guías para el mundo de la
educación que contribuyan a frenar la barbarie terrorista”.
Y aunque aún quedan algunos cuestiones por concretar, la
Universidad, según señala uno de los coordinadores del
proyecto, Ignacio Sell, podría poner en marcha el próximo
curso escolar ese plan de prevención del radicalismo entre
los colectivos sociales y educativos de dos de los barrios
marginales de las ciudades autónomas: El Príncipe en Ceuta y
La Cañada en Melilla.
Se trata de formar caracteres tenaces y dispuestos a luchar
contra los obstáculos, potenciar sentimientos positivos,
educar en el control interno y en la esperanza… Y todo ello
aprendiendo a conocer las propias emociones, a controlarlas,
a reconocerlas en las demás y a automotivarse.
Recientemente, los promotores del proyecto tuvieron ocasión
de darlo a conocer en el Fórum Internacional contra el
Terrorismo celebrado en Abu Dhabi, donde la Universidad
compartió con Covite el único estand español entre los 120
países representados.
¿Por qué se pondrá en marcha en Ceuta y Melilla? Además de
por su ubicación geográfica, las razones son evidentes y
vienen avaladas por datos objetivos que reflejan un aumento
de los índices de radicalización en ambos territorios,
contra los que hay que luchar desde la educación.
De acuerdo con la última Encuesta de Población Activa (EPA),
el paro de los menores de 25 años en Ceuta alcanza una tasa
del 72% y el de Melilla del 57 %. Sus índices de fracaso
escolar rondan el 40% en la primera y el 33% en la
segunda.Además, un 24 por ciento de los musulmanes
residentes en España que han viajado a Siria o Irak a
combatir salió de Ceuta.Y no solo eso.
Según el informe presentado por la Universidad en ese Fórum,
cerca de 20.000 “contrabandistas” cruzan cada día la
frontera desde las ciudades marroquíes de Nador y Tetuán al
no requerirse visado. Una vulnerabilidad que aprovechan las
redes que reclutan extremistas.
Como se ha puesto de manifiesto en algunas operaciones
policiales, miembros de las “oficinas de enganche” de redes
yihadistas han frecuentado Ceuta para realizar su labor de
proselitismo y buscar apoyo financiero. Dos barrios
marginales, El Príncipe (Ceuta) y La Cañada (Melilla), están
en el ojo de mira de los “reclutadores”.
El primero, según el informe, es “un hervidero” de posibles
radicales dispuestos a acudir al llamamiento de la yihad en
Siria. En el segundo, ha extendido su influencia la secta
ultrarradical Takfir wal Hijra, cuyos miembros están
legitimados para obviar algunos preceptos del Corán (no
beber alcohol, no rezar o no delinquir) y pasar así
desapercibidos en la sociedad occidental.
Ambas ciudades son “atractivas” para el reclutamiento
yihadista, toda vez que cuentan con un alto índice de paro y
presentan una importante marginalidad social.
Son, además, comunidades muy cerradas en las que la
infiltración de agentes de la lucha antiterrorista se hace
más difícil; sus fronteras no son fáciles de controlar dada
su situación geográfica y está proliferando el urbanismo
ilegal.Los expertos advierten también de otro peligro: entre
los jóvenes desarraigados de los barrios marginales “se ha
puesto de moda” ser integrista porque, entre otras cosas,
serlo refuerza su identidad y conciencia de grupo. El
informe indica que un continuo aumento de la población
musulmana en ambas ciudades puede contribuir a un mayor
radicalismo, ya que los yihadistas cuentan con una mayor
cantera para alistar a nuevos adeptos, generalmente entre
los jóvenes.
Otro fenómeno que se observa es la alta vinculación entre la
delincuencia y el yihadismo con los líderes de bandas que se
radicalizan tras pasar por prisión y que arrastran a sus
seguidores.
Frenar todo ello es una empresa difícil, pero desde la
educación y con técnicas de inteligencia emocional puede ser
posible en el futuro.
”Educar en la paz, la libertad, la responsabilidad y la
tolerancia exige conocer las diferentes dimensiones mediante
las cuales operan los nuevos agentes del terror, así como
las herramientas que emplean para influenciar a los más
jóvenes”, dice el rector de la Camilo José Cela. En ello se
ha afanado su universidad.
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