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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE ENERO DE 2015

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Un minuto de silencio
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Con auténtico dolor, le ha dedicado el IES “Siete Colinas” ayer a la que, durante años, fue su profesora de Filosofía, Paloma Aróstegui, cuando todavía tenía muchas cosas por hacer y por hacer muy bien.

Pero ... una terrible enfermedad, una de esas enfermedades malditas que, sin haber avisado, en absoluto, ha terminado con una gran profesional y mejor persona, con una persona que, entregada a sus clases y a sus alumnos, nunca tuvo tiempo para los “cotilleos” que, en determinadas ocasiones eligen otros u otras de su misma profesión o de su misma edad para dejar pasar el tiempo.

Particularmente, yo tenía una amistad sólo relativa con Paloma Aróstegui, en muchas ocasiones hablábamos, en muchos asuntos teníamos puntos de vista diferentes, pero su talante, su forma de ver la realidad le hacían estar más cercana, incluso cuando nuestras opiniones eran divergentes en algo o muy poco coincidentes.

Ahí queda, ahí estuvo su auténtico valor, en saber vivir su momento, en saber comprender lo que le rodeaba y en saber enfrentarse a situaciones que ella no hubiera compartido.

Paloma Aróstegui nos ha dejado, a lo largo de su cruel enfermedad, en repetidas ocasiones, he visto como nuestro común amigo Carlos, que es quien más cercano estuvo siempre de ella, reflejaba en su rostro las noticias, cada vez más pesimistas, que iba sabiendo a diario sobre Paloma.

Y ahora, alguien podrá decir que todo sigue igual, pero la realidad es que su pérdida no puede dejar igual a sus compañeros de departamento, ni a la mayor parte del claustro de profesores, ni mucho menos a los alumnos que la van a recordar como la profesora que, a mediados de este enero, un enero cruel, se ha llevado para siempre a uno de los valores, de verdad, de la enseñanza de Ceuta y, más concretamente, del instituto en el que he impartido clase durante casi cuarenta años.

En repetidas ocasiones, ahora que se lleva tanto el papeleo, a lo largo de los años que hemos coincidido en el instituto, cambiábamos impresiones sobre esos métodos, sobre esos modos y sobre lo útil o lo inútil de ciertas ordenanzas que muy poco están beneficiando a la enseñanza.

Ahora, desde allá donde estés, Paloma, tienes que recordar todo lo bueno, recuerda a tus alumnos, no te olvides de aquellos que estuvieron a tu lado tantos años en el instituto y que, desde ahora, se van a ver privados de tu agradable compañía.

Sin embargo, también estarás viendo que toda esa entrega tuya y de todos los que actúan como tú es, a veces, minimizada, hasta el punto de que ni siquiera, en ese minuto de silencio, en ese único minuto que representaba una despedida a quien se entregó por su trabajo, fueron capaces de salir al pasillo y acompañar a los alumnos, a los profesores y al personal del instituto. Lo siento de verdad, así se ve, en muchas ocasiones, el talante de algunas visitas.

Esa visita llegada de tierras más lejanas seguía con lo suyo, con lo que la persona fallecida ese mismo día pasaba a un segundo plano. No lo podemos aceptar, porque es cierto que Madrid está muy lejos, pero no por ello los sentimientos de los que estamos aquí o vivimos en Ceuta les tienen que quedar muy lejanos a ellos.

De todas formas, Paloma, da igual, tú no se lo vas a tener en cuenta, yo para cuando vuelvan a visitarnos ya seré un ex profesor de aquí para ellos, pero tú para quienes hemos sido tus compañeros, aquí en el IES “Siete Colinas” nunca serás una ex, siempre vas a estar con nosotros y vas a estar, de verdad.

Sinceramente, aquí en el Siete Colinas, igual que en mi pueblo, Piedrahita, tu recuerdo no se me borrará nunca.

Descansa en Paz, Paloma, hasta siempre.
 

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