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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE ENERO DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

La invasión que no cesa

Por Jesús González


Ya no cabe buscar y rebuscar eufemismos para calificar lo que está sucediendo en la frontera-valla de Melilla. Ya no cabe buscar justificaciones para los asaltos a la frontera-valla de Melilla. Ya no cabe sacar a colación los derechos humanos para justificar las continuas invasiones que se producen un día sí y otro también en la frontera-valla de Melilla. Las palabras racismo y xenofobia han perdido la carga moral que las hacían venerables, ahora se esgrimen contra todo y contra todos con tal de justificar esas invasiones en la frontera-valla de Melilla. Hablemos claro: la inmigración cuando es masiva y de las características de la que asalta la frontera-valla de Melilla es en realidad una invasión en toda regla. Y ello sucede con esa frecuencia porque hay una política deliberada que la hace posible, y no es en modo alguno un fenómeno casual, y, mucho menos, inevitable. Nada es inevitable, excepto la muerte. Las palabras, en este caso, ‘inmigración’ e ‘inmigrante’ son eufemismos que emplean los medios políticamente correctos para referirse realmente a ‘invasión’ e ‘invasor’, respectivamente. Así, de esta guisa, las fronteras han dejado de ser inviolables. Ya lo manifiestan sin el menor pudor ni tapujos las ONGs, tal y como CEAR advierte que “el derecho de asilo debe primar sobre el blindaje de las fronteras”. Tocan a muerto por la inviolabilidad de las fronteras. Y de paso esas campanas también son extensivas para los países europeos.

Esas continuas invasiones a nuestro territorio nacional repugnan, sin paliativos, a la inteligencia. Se hace ya difícil explicarle al ciudadano de a pie que esas invasiones tienen justificaciones de tipo moral, antropológico, cultural, histórico o de cualquier otro tipo. Los hay quienes intentan instalar una conciencia culpable en el ciudadano para que así acepte no sólo esas invasiones, sino las justificaciones que la, llamémosle, oligarquía político-económico-financiera le ofrece para justificarlas. Pero lo que no se puede ocultar ya por más tiempo es que detrás de estas invasiones subyace un ajuste económico liberal de todo tipo y, de rebote, un vuelco étnico en Europa, con el objetivo de crear una masa mestizo-amorfa sin sentido de pertenencia –en detrimento de las poblaciones europeas, con el fin de domeñar su identidad cultural, étnica y religiosa– y, por tanto, voluble y fácilmente manejable por esos poderes político-económico-financieros.

Lo que se está pretendiendo en Europa es un genocidio pacífico, y es increíble cómo los europeos no quieren darse cuenta de que peligra su identidad europea. A este respecto, no es ocioso traer aquí las declaraciones de la judía nacida norteamericana Barbara Spector que, con ayuda del gobierno de Suecia, organizó un instituto de aprendizaje judío en Estocolmo con el nombre griego de PAIDEA. He aquí las reveladoras declaraciones de Barbara Spector: “Creo que hay un resurgimiento de antisemitismo en este punto en el tiempo, Europa todavía no ha aprendido a ser multicultural (!) y creo que vamos a ser parte del lanzamiento de esa transformación. Europa no va a ser esa ‘sociedad monolítica’ que una vez fue en el pasado. Los judíos van a estar en el centro de eso, es una transformación enorme para que Europa emprenda. Ahora están entrando en un modo multicultural y los judíos serán mirados con resentimiento debido a nuestro papel de liderazgo, pero sin ese papel determinante y sin esa transformación Europa no sobrevivirá”.

En estas declaraciones se ve claramente que estas invasiones no suceden por casualidad, sino que detrás de ellas hay todo un fin político-económico-financiero junto con el objetivo de acabar con la identidad ancestral europea, cuyo liderazgo se arrogan los judíos, es más, podría decirse que con el apoyo de la izquierda, de la masonería (primos hermanos de los sionistas), de las ONGs, como se ha visto con las declaraciones de CEAR, y del apoyo mediático, y de infinidad de palmeros. Pero curiosamente, “sólo los judíos tendrán ‘derechos nacionales’ en Israel, según una ley aprobada por el Gobierno israelí, la Ley de Nacionalidad Judía, por la que se declara a Israel hogar del pueblo judío”. Según Netanyahu, Israel es un estado democrático en el que todos los ciudadanos son iguales en derechos, “pero sólo hay derechos nacionales para los judíos: una bandera, un himno, el derecho de todo judío a inmigrar y otros símbolos nacionales”. Así de claro: los únicos que tienen derecho a inmigrar a Israel son los judíos. Absténganse quienes no lo sean. Sin embargo, cualquier africano que salte la frontera-valla de Melilla o llegue a Europa en un barco para entrar ilegalmente, ése sí tiene derecho a ser acogido y recibido con todas las de la ley. El multiculturalismo es bueno para Europa, pero no para Israel. ¿Por qué sólo se predica la sociedad multicultural en Europa y no en Asia, o en África o en los países islámicos?

El binomio capitalismo feroz-consumismo ha sido capaz de amodorrar y atontar a la masa para, no ya que no piense, sino para que no proteste y mucho menos se rebele. La mayor parte de la ciudadanía se ha convertido en un pedazo de carne sin ideales y fácilmente manipulable a través del whatsapp. Cualquiera que no tenga el cerebro lobotomizado por la propaganda de ‘mierda’ que nos quieren incrustar en el cerebro, lo puede ver sin el menor problema. Así, la inmigración se ha convertido en el ejército de reserva del capitalismo feroz.
 

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