Ya no cabe buscar y rebuscar eufemismos para calificar lo
que está sucediendo en la frontera-valla de Melilla. Ya no
cabe buscar justificaciones para los asaltos a la
frontera-valla de Melilla. Ya no cabe sacar a colación los
derechos humanos para justificar las continuas invasiones
que se producen un día sí y otro también en la
frontera-valla de Melilla. Las palabras racismo y xenofobia
han perdido la carga moral que las hacían venerables, ahora
se esgrimen contra todo y contra todos con tal de justificar
esas invasiones en la frontera-valla de Melilla. Hablemos
claro: la inmigración cuando es masiva y de las
características de la que asalta la frontera-valla de
Melilla es en realidad una invasión en toda regla. Y ello
sucede con esa frecuencia porque hay una política deliberada
que la hace posible, y no es en modo alguno un fenómeno
casual, y, mucho menos, inevitable. Nada es inevitable,
excepto la muerte. Las palabras, en este caso, ‘inmigración’
e ‘inmigrante’ son eufemismos que emplean los medios
políticamente correctos para referirse realmente a
‘invasión’ e ‘invasor’, respectivamente. Así, de esta guisa,
las fronteras han dejado de ser inviolables. Ya lo
manifiestan sin el menor pudor ni tapujos las ONGs, tal y
como CEAR advierte que “el derecho de asilo debe primar
sobre el blindaje de las fronteras”. Tocan a muerto por la
inviolabilidad de las fronteras. Y de paso esas campanas
también son extensivas para los países europeos.
Esas continuas invasiones a nuestro territorio nacional
repugnan, sin paliativos, a la inteligencia. Se hace ya
difícil explicarle al ciudadano de a pie que esas invasiones
tienen justificaciones de tipo moral, antropológico,
cultural, histórico o de cualquier otro tipo. Los hay
quienes intentan instalar una conciencia culpable en el
ciudadano para que así acepte no sólo esas invasiones, sino
las justificaciones que la, llamémosle, oligarquía
político-económico-financiera le ofrece para justificarlas.
Pero lo que no se puede ocultar ya por más tiempo es que
detrás de estas invasiones subyace un ajuste económico
liberal de todo tipo y, de rebote, un vuelco étnico en
Europa, con el objetivo de crear una masa mestizo-amorfa sin
sentido de pertenencia –en detrimento de las poblaciones
europeas, con el fin de domeñar su identidad cultural,
étnica y religiosa– y, por tanto, voluble y fácilmente
manejable por esos poderes político-económico-financieros.
Lo que se está pretendiendo en Europa es un genocidio
pacífico, y es increíble cómo los europeos no quieren darse
cuenta de que peligra su identidad europea. A este respecto,
no es ocioso traer aquí las declaraciones de la judía nacida
norteamericana Barbara Spector que, con ayuda del gobierno
de Suecia, organizó un instituto de aprendizaje judío en
Estocolmo con el nombre griego de PAIDEA. He aquí las
reveladoras declaraciones de Barbara Spector: “Creo que hay
un resurgimiento de antisemitismo en este punto en el
tiempo, Europa todavía no ha aprendido a ser multicultural
(!) y creo que vamos a ser parte del lanzamiento de esa
transformación. Europa no va a ser esa ‘sociedad monolítica’
que una vez fue en el pasado. Los judíos van a estar en el
centro de eso, es una transformación enorme para que Europa
emprenda. Ahora están entrando en un modo multicultural y
los judíos serán mirados con resentimiento debido a nuestro
papel de liderazgo, pero sin ese papel determinante y sin
esa transformación Europa no sobrevivirá”.
En estas declaraciones se ve claramente que estas invasiones
no suceden por casualidad, sino que detrás de ellas hay todo
un fin político-económico-financiero junto con el objetivo
de acabar con la identidad ancestral europea, cuyo liderazgo
se arrogan los judíos, es más, podría decirse que con el
apoyo de la izquierda, de la masonería (primos hermanos de
los sionistas), de las ONGs, como se ha visto con las
declaraciones de CEAR, y del apoyo mediático, y de infinidad
de palmeros. Pero curiosamente, “sólo los judíos tendrán
‘derechos nacionales’ en Israel, según una ley aprobada por
el Gobierno israelí, la Ley de Nacionalidad Judía, por la
que se declara a Israel hogar del pueblo judío”. Según
Netanyahu, Israel es un estado democrático en el que todos
los ciudadanos son iguales en derechos, “pero sólo hay
derechos nacionales para los judíos: una bandera, un himno,
el derecho de todo judío a inmigrar y otros símbolos
nacionales”. Así de claro: los únicos que tienen derecho a
inmigrar a Israel son los judíos. Absténganse quienes no lo
sean. Sin embargo, cualquier africano que salte la
frontera-valla de Melilla o llegue a Europa en un barco para
entrar ilegalmente, ése sí tiene derecho a ser acogido y
recibido con todas las de la ley. El multiculturalismo es
bueno para Europa, pero no para Israel. ¿Por qué sólo se
predica la sociedad multicultural en Europa y no en Asia, o
en África o en los países islámicos?
El binomio capitalismo feroz-consumismo ha sido capaz de
amodorrar y atontar a la masa para, no ya que no piense,
sino para que no proteste y mucho menos se rebele. La mayor
parte de la ciudadanía se ha convertido en un pedazo de
carne sin ideales y fácilmente manipulable a través del
whatsapp. Cualquiera que no tenga el cerebro lobotomizado
por la propaganda de ‘mierda’ que nos quieren incrustar en
el cerebro, lo puede ver sin el menor problema. Así, la
inmigración se ha convertido en el ejército de reserva del
capitalismo feroz.
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