Nada más empezar a leer las declaraciones de la señora
Matarín, secretaria de Inmigración del PSOE, me vino a la
cabeza aquel viejo adagio que dice que “el problema
verdadero no reside en la maldad ajena, sino en la estupidez
propia”. Para abordar el complejo problema de la inmigración
ilegal, o cualquier otro, hay, al menos, que estar
preparado, porque de lo contrario o bien se te puede ver el
plumero de la necedad o bien puedes caer en los lugares
comunes y tópicos respecto de la inmigración ilegal. Y la
señora Matarín ha presentado un notable déficit de
preparación para encarar este problemón con el que se
enfrenta España en sus fronteras africanas. Pero lo peor de
todo es que la secretaria de Inmigración del PSOE no sabe o
no se quiere acordar de la actuación de su propio partido
respecto de la inmigración ilegal en Ceuta y Melilla cuando
Zapatero gobernaba. Si no fuera por lo grave que es que una
secretaria de Inmigración dé una imagen tan penosa sería
para tomárselo a chacota.
Son tantos los lugares comunes de la señora Matarín que se
hace difícil escoger uno de ellos para tomarlo como ejemplo.
Pero puede intentarse: “No existen fórmulas mágicas”,
“apostamos por una inmigración reglada, regulada y que
garantice la seguridad de las personas”, ¿les suena? Pero lo
que no ha dejado demasiado claro la señora Matarín es que si
van a quitar las concertinas disuasorias y se va a eliminar
la expulsión “en caliente”, ¿cómo los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado van a rechazar a quinientos tíos
violentos encaramados en la valla si tampoco pueden utilizar
la fuerza o la violencia con materiales antidisturbios (agua
a presión o la defensa)? Tal vez la señora Matarín quiere
que en esos momentos los guardias que protegen el perímetro
disuadan a los invasores encaramados en la valla con un
contundente y amenazador: “¡Se bajen, coño!”, y así, de esa
guisa, se garantizaría la seguridad de las personas (¿Qué
personas: los guardias o los asaltantes?), tal y como
manifiesta la señora Matarín. Habría que hacerle saber a la
secretaria de Inmigración que la propia AUGC escribió en su
día que “estamos hablando en muchos casos de entradas de
personas que nos muestran una actitud agresiva equiparable a
la delincuencia”. Pero parece que a la señora Matarín tan
sólo le preocupa la integridad de los asaltantes y
violadores de fronteras españolas.
La señora Matarín ha echado mano del lugar común de que con
las expulsiones “en caliente” “no se frena ni regulariza la
inmigración, ni la presión, sólo genera tensión en la
ciudadanía y eslóganes populistas”. Peregrina idea esta que
se habrá sacado de su propio magín sin tener una prueba
empírica al respecto.
¿A qué extremos de necedad hemos llegado, que lo que tenía
que ser un hecho natural y obligado por simples razones de
seguridad nacional y de convivencia, defender a ultranza las
fronteras, ya se contempla como propio de xenofobia y
racismo y como un ataque a los sacrosantos derechos humanos?
¿Cómo es esto posible? ¿Tan estúpido y degenerado es el
ciudadano europeo que parece sólo ansiar su propia
extinción? Pues va a ser que sí, que el dogma de los
derechos humanos individuales y de las minorías paralizan
los derechos que les asisten a las comunidades nacionales y
a las poblaciones autóctonas. La llamada sociedad
muticultural, a la que con seguridad hubiesen renunciado las
sociedades autóctonas europeas de haberse sometido a
referéndum, ha sido impuesta, pese a todo, por la fuerza de
los hechos. Ante esta situación cabría preguntarse ¿cuál
puede ser el futuro que le espera a Europa?
En la época en que Karl Popper expuso las características de
la “sociedad abierta”: a) Racionalismo crítico (su
particular concepción de la “Racionalidad”); b) Libertad
individual; y c) Tolerancia, aún no se sospechaba que en un
futuro esa sociedad abierta, que él había descrito, sería
tomada al asalto por individuos en todo ajenos a lo que en
puridad caracteriza a las sociedades europeas. Debido al
enorme número de inmigrantes (africanos en su mayoría) que
llegaron a Europa (después de la Guerra) para reconstruir y
poner en marcha los países europeos, los países receptores
se encontraron con que necesitaban políticas para integrar a
esa masa variopinta de inmigrantes. Cada país ensayó sus
propias políticas y después de cuarenta años todas ellas han
fracasado en la integración de los inmigrantes que han
seguido y siguen llegando (ahora de todos los continentes).
Llegados a este punto de la cuestión, la UE en general y los
países que la integran en particular están dando palos de
ciegos respecto de la inmigración ilegal. Tan sólo los
prebostes que nos gobiernan o aspiran a ello aciertan a
evacuar bien necedades, o bien lugares comunes como los que
se le ha ocurrido a la señora Matarín. Para ese viaje no se
necesitaban tantas alforjas. Se suele decir que no hay que
preocuparse por los idealistas, pues la vida ya se encargará
de ellos. Pero mientras llega ese momento en que la vida
ajuste cuentas con ellos, seguro que nos habrán jodido y
bien jodido. Y para finalizar, permítaseme traer aquí
aquella sentencia en la que se nos advierte que “dejarse
gobernar por necios es renunciar a tu libertad”.
(PD: Recuerde que faltan 35 semanas para el 6º Centenario de
la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto
de 2015)
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