Uno de los mandos del Servicio Marítimo de la Guardia Civil
de Ceuta que participó en el intento de disuadir a un grupo
de 200 inmigrantes de llegar a la playa de El Tarajal en
Ceuta ha reconocido que una embarcación de las Fuerzas
marroquíes navegó entre los subsaharianos que se encontraban
en el agua “tanto en zona española como marroquí”, con
“ausencia total de señalización visual” y “con el
consiguiente riesgo” para los inmigrantes que se habían
echado al agua en la playa de El Tarajal.
Este mando participó en el dispositivo desplegado el pasado
de febrero para tratar de rechazar a los más de 200
inmigrantes que a primera hora de la mañana intentaron
acceder a la ciudad autónoma bordeando el espigón de El
Tarajal, donde quince de ellos perdieron la vida.
Tanto este sargento como sus cuatro compañeros a bordo de la
patrullera ‘Río Caudal’, ninguno de los cuales hizo uso de
material antidisturbios, destacan en las testificales
recogidas en el atestado entregado por la Benemérita al
Juzgado que instruye las diligencias del suceso, que las
tres embarcaciones movilizadas del Instituto Armado se
mantuvieron “a una distancia prudencial de la masa de
nadadores” porque “cualquier tipo de maniobra que se
realizara en la zona debía ser con la máxima prudencia
debido al riesgo que pudiera suponer” para los subsaharianos.
El dicente ordenó que se encendiesen las señales luminosas
de la embarcación, en la que se encontraba, “para que ésta
pudiera ser visible por las personas que se encontraban en
el mar con el objeto de evitar incidentes”.
Durante su estancia en la zona “no observó que ninguno de
los nadadores demandara algún tipo de auxilio” hasta que
amaneció y se pudo ver a “un grupo de cinco nadadores”
rodeando la embarcación. Tras solicitar “instrucciones” al
Centro Operativo de Servicios (COS), los guardias
procedieron a izarlos a bordo “comprobando que los mismos se
encontraban en aparente buen estado de salud”.
Sus compañeros a bordo han ratificado que la ‘Río Caudal’,
con medios de visión notura de los que se hizo uso sin
apreciar que nadie “necesitara auxilio”, recibió
instrucciones de no realizar ninguna intervención “por dos
razones: por la cercanía de los inmigrantes a la playa y
para no llegar a herir a las personas que nadaban a lo loco
y en todas direcciones”.
Un guardia civil también expone que a su alrededor “había
varias embarcaciones de las Fuerzas de Seguridad marroquíes
que a su vez e igualmente se hallaban rescatando inmigrantes
que estaban en aguas marroquíes”. Los presentes recuerdan
que durante toda la intervención no hubo “ningún tipo de
altercado” con los migrantes y que “llegaron incluso a
colaborar en el rescate” de otros nadadores.
La patrullera ‘S-15’ llegó a la zona del Tarajal cuando
“apenas quedaban inmigrantes en el agua”, aunque sí “un gran
número” en la playa marroquí anexa al espigón, donde desde
el mar se apreció la existencia de cuerpos sin vida sobre la
arena.
La zodiac del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas
(GEAS) sí tuvo una participación activa en los hechos.
Cuatro miembros del equipo de buceadores de la Comandancia
atendieron nada más llegar al Tarajal a un migrante en el
agua “que comenzó a pedir auxilio” y fue izado a su
embarcación.
Dos de ellos se lanzaron al agua para rescatar de “una
pequeña cueva inundada ubicada entre las piedras del
espigón” a tres subsaharianos que fueron entregados a los
guardias que se encontraban en tierra. Acto seguido
“comprobaron” que “no existían otros indocumentados
escondidos en las rocas en peligro de ahogamiento”.
Minutos después, cuando comenzó a amanecer, los buceadores
observaron “sin acceder a aguas de Marruecos” que en ellas
había “varios cuerpos sumergidos”. “Inmediatamente” se pidió
al COS permiso para proceder a su extracción, solicitud que
fue denegada porque “estaban en territorio marroquí” y
porque las autoridades del Reino alauita ya habían
comunicado que se harían cargo de ellos.
Por su parte, un sargento del GEAS hace constar a voluntad
propia que “todas las maniobras se realizaron con la máxima
precaución puesto que las condiciones luminosas no eran las
idóneas, con el consiguiente riesgo que se podría provocar
en caso de que la embarcación impactara con alguno de los
inmigrantes que se encontraba nadando”.
“Durante la navegación por la zona de actuación [se] guardó
excesiva precaución al objeto de realizar todas las
maniobras cerciorándose de que no existía ningún nadador
próximo para minimizar cualquier posibilidad de colisionar
con alguna persona”, añade otra testifical.
Los cadáveres de cinco migrantes fueron recuperados por la
Guardia Civil entre el 8 y el 15 de febrero. Todas las
autopsias arrojaron como resultado de la muerte “asfixia por
inmersión” sin signos de violencia, según la Delegación del
Gobierno en la ciudad autónoma. Los otros diez cuerpos sin
vida quedaron en Marruecos, cuyas autoridades no han
respondido a ninguna de las rogatorias remitidas por la
Justicia española para tener acceso a sus análisis forenses.
El colectivo ‘Ca-Minando Fronteras’, que pudo ver siete de
esos cadáveres, concluyó que existía “una relación
causa-efecto entre los fallecidos y heridos y el uso del
material antidisturbios por parte de la Guardia Civil” y que
uno de ellos presentaba “lesiones en cabeza y rostro”, en
concreto una “circular, limpia en su borde, con leve pérdida
de sustancia, de unos 5 milímetros de diámetro y unos dos
milímetros de profundidad, localizada en hemicara izquierda”
y dos “abiertas lineales de 1 centímetro de largo por tres
milímetros de ancho aproximadamente, localizadas en unión
témporo parietal izquierda”.
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