Y aquí parece que no ha pasado
nada, cuando ya hace casi una semana que un “ultra” del
Deportivo de la Coruña perdió la vida en una refriega
siniestra, en las inmediaciones del Vicente Calderón.
Esto no extraña ya a nadie y es, realmente, milagroso que no
haya más desenlaces trágicos cada semana, con la “calaña”
que anda suelta, en las inmediaciones de los campos de
fútbol, cada vez que se va a jugar un encuentro.
En este caso creo que ha habido demasiados puntos negros y
muy poquitos “han dado la talla”, para haber tratado de que
la situación no llegara a estos términos.
Lo más fácil, para muchos, es decir ahora que falló o que no
estuvo a punto la policía para haber enmendado esa auténtica
batalla campal.
Sin embargo, lo auténticamente cierto, la verdadera realidad
es que, desde la mayoría de los clubes se está arropando a
todos estos desalmados, que de aficionados no tienen nada y
que, en unos casos han sido los mimados de ciertas
directivas e incluso de varios jugadores, mientras que en
otros casos todavía lo siguen siendo.
Y que es difícil erradicar a toda esta gentuza de las
inmediaciones de los campos de fútbol es un hecho, pero si
dos presidentes de equipos grandes, Juan Laporta en el
Barcelona y Florentino Pérez, en el Madrid, han sido capaces
de echar fuera del Camp Nou y del Santiago Bernabéu, a todos
aquellos que eran la vergüenza de esos clubes, otros también
podrían hacerlo o, al menos, intentarlo, sabiendo de
antemano que muchos de estos, auténticos delincuentes,
intentarán tomarse la justicia por su mano y si no, ahí
están las pruebas de constantes y continuas amenazas a
Laporta y las gravísimas amenzas a Florentino Pérez,
habiendo llegado, incluso, a profanar la tumba de su esposa.
Con más tacto, con más temple “Jimmy”, que es como apodaban
al fallecido hincha del Coruña, a estas horas no estaría ya
muerto, pero es que personas como el difunto “Jimmy” son los
mayores responsables de la mayor parte de las algaradas de
cada semana.
Parece que este Jimmy pertenecía a la facción más dura y
radical de los Riazor Blues, que, además, contaba con un
largo historial de fechorías inconfesables.
Y aquí puede estar el quid de la cuestión, en el por qué
podía seguir andando a sus anchas, viajando con sus colegas
ultras y sin que nadie, desde el ámbito policial, le
hubieran tenido, a buen recaudo, en la comisaría cada vez
que había partido de fútbol.
Y tras la muerte los silencios, las contradicciones y los
asesinos sueltos, cuando estos movimientos no son deporte,
son auténtica violencia y tras todo ello con muchos
responsables.
Y contra lo que se pueda decir, desde ciertos órganos de
seguridad, aquí ha fallado algo, o ha fallado mucho, porque
las imágenes que no mienten y que hablan por sí solas, nos
demuestran que estos altercados estaban más que
planificados, no fueron casuales, por cuanto todos y digo
todos, iban perfectamente armados, con palos, cuchillos y
con lo que luego podían ir cogiendo de los lugares, por
donde iban pasando.
El partido, en teoría, según algún ilustre iluminado, era de
bajo riesgo, en sí lo podría haber sido, pero con lo que
“estaba tramado” se había convertido en uno de los choques
más peligrosos de la temporada, “altísimo riesgo”.
Ahora queda toda la resaca, porque los que no admiten la ley
no tienen miedo a que esa ley caiga sobre ellos y ya veremos
en qué medida y con qué fuerza actúan los tribunales, en
estos casos. De momento, un muerto, y con ello dos
huérfanos, aunque Jimmy sabía que iba a salir en la prensa.
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