Esto de escribir en un periódico,
tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, por la
sencilla razón de que no gustamos a todos cuanto escribimos
dando nuestra opinión sobre determinados asuntos. Cosa
lógica eso de no gustar a todos y que, por supuesto,
aceptamos todos de buen grado cuantos nos dedicamos a esta
profesión.
Hay personas que te paran por la calle, pidiéndote que
escribas sobre Mas, Podemos e incluso que le dediquemos un
artículo al “pequeño Nicolás”, La solución o al menos la
contestación que le podemos dar es que con sólo presentar un
escrito con su nombre apellidos y el DNI, como “cartas al
director”, el artículo se insertará en el periódico sin
problema alguno, sobre el tema elegido, contra quien sea,
siempre que el mismo acepte las reglas del juego y, por
supuesto, que no sea nada insultante hacia ninguna persona.
Viene esto a cuento, de que el otro día me pararon en la
calle para pedirme que le siguiera dando caña. Otro para que
escribiésemos sobre Podemos y un tercero para que le
dedicase uno de mis artículos al “pequeño Nicolás”. Y hubo
alguien que me insistió para que escribiese sobre nuestra
tierra y sus problemas.
Uno que tiene que tener contento sus lectores, que son
muchos más de los que algunos quisieran, está en la
obligación de tenerlos contentos no me vayan a dejar de leer
y, de esa forma, perder lectores, con todo lo que ello
conlleva.
Así que me dispongo a dejarlos contentos escribiendo sobre
algo de lo que me han pedido. Lo de escribir sobre los
problemas de nuestra tierra, lo vamos a dejar para primeros
de años, que es cuando más cerca están las elecciones.
Nos vamos a centra en estos momentos o en este artículo,
como ustedes lo prefieran, en Arturo Mas y en el “pequeño
Nicolás”. Tengo que decir y digo que, tanto mi familia como
yo fuimos muy felices en Cataluña durante nuestra estancia
en Barcelona, y que dejé muy buenos amigos, algunos de los
cuales, aún conservo su amistad, a pesar de los años que han
pasado.
Arturo Mas, no es más que un mediocre politiquillo que no
sabe a dónde va, porque al único lugar que puede llevar a su
pueblo es al hambre y la miseria. Eso lo he repetido por
activa y por pasiva. Pero lo peor de todo, no es la
mediocridad política de Arturo, sino la mediocridad de esos
intelectuales de pacotilla que se reunieron en un simposio,
para bailarles el agua a los nacionalistas, alegando que
Miguel de Cervantes, era catalán, e incluso se llamaba Joan
Miquel Servent. También hicieron catalán a Cristóbal Colón,
que fue recibido en Barcelona por los Reyes Católicos, al
mismo tiempo que Isabel y Fernando lo recibían en Granada.
Del mismo modo hicieron catalanes, estas enorme “lumbreras
de la intelectualidad” a Santa Teresa, Américo Vespusio y al
Lazarillo de Tormes. Pero donde ya hacen el ridículo total
las “lumbreras” es cuando hacen catalán a Leonardo da Vinci
e incluso, uno de ellos se atreve a decir que la que posa
para la Gioconda era catalana y las montañas que hay son las
de Montserrat.
La suerte que tengo, que no soy ningún genio, sino me
hubiesen hecho catalán, aunque mi padre era de Punte Mayorga
y mi madre de Los Barrios. Seguro que estos “lumbreras”
estaban asesorados por el “pequeño Nicolás”. ¿O no?
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