Nunca algo tan natural y legítimo
como es defender tu propio territorio de aquellos que
“aparecen”, sin saber de donde, ha ocasionado tantos
problemas como está ocasionando la legítima defensa de las
ciudades de Ceuta y de Melilla.
Y es que, posiblemente, el no haberse tomado en serio, allá
por los años 1995-1996, todo esto, ha traído, cada vez más,
por el “efecto llamada” a muchos que creían encontrar, a
partir de aquí, el auténtico Edén.
Afortunadamente, ahora, aunque sea tarde, las altas esferas
de nuestro país se están tomando muy en serio todo esto, y
aunque ciertos sectores de dentro, que no representan a
nadie, y otros de fuera, que sí tienen fuerza, se muestran
hostiles a la defensa a ultranza de estas fronteras, digo
que aunque haya ciertos grupos que prefieren el paso libre a
todo el que llegue, desde la Secretaría de Estado de
Seguridad ven muy claro que esto no es un juego.
Lo malo de la cuestión es que desde Europa, y muy
especialmente la susodicha Malström parece que tiene una
visión muy diferente y cada paso que da lo va encaminando a
abrir las puertas que, desde aquí, con el mejor sentido
común y agarrándose a las leyes, se están cerrando.
Cuando el secretario de Estado de Seguridad, Francisco
Martínez, ha cifrado en 17.000 los intentos de entrada por
la “frontera clandestina”, o lo que es lo mismo “asaltando
las vallas de Ceuta y Melilla”, uno tiene que pensar muy
bien qué podría ser de estas dos ciudades, si se abriera la
mano un poco para que pasara todo aquel que llegara.
Europa se tiene que comprometer, Europa, si es que quiere
colaborar, que colabore con esos países de donde vienen
tantos inmigrantes clandestinos, aportando lo que sea para
crear allí situaciones más favorables para estos, pero lo
que no puede ser es que por desconfiar Europa de esos
países, pensando que si les dan el dinero lo van a utilizar
para otros menesteres y no para frenar estas salidas, digo
que al desconfiar eso parece que nos quieren cargar a los
demás algo que no nos pertenece.
La señora o señorita, por ser correcto, Cecilia Malstöm ha
empezado a mover todo tipo de hilos frente a España, como si
fuera un castigo, por llamarlo de alguna manera, por la
política que se sigue en Ceuta y en Melilla, en este
terreno.
La llegada, desde fuera, ha sido elevada y si el propio
secretario de Estado de Seguridad da la cifra de 2000
inmigrantes que han entrado a Ceuta y a Melilla en 2014,
esto implica que cada vez vienen más, por cuanto a falta de
dos meses para que termine el año 2014 ya han entrado el
doble de los que entraron el pasado año.
Y es que la realidad es mucho más dura y más compleja que
los planteamientos que se hagan o se han hecho sobre el
papel. La situación está en que el fenómeno de esta
inmigración irregular sólo se puede abordar como una
cuestión de Estado. No cabe duda que hay que ponderar y
valorar las soluciones que desde el Estado de Derecho habrá
que dar a unas situaciones que, repito, son muy complejas,
sin olvidar la dimensión humanitaria, pero, también, con la
responsabilidad de proteger la propias fronteras.
Teniendo todo esto en cuenta, la solución puede llegar a
darse si se establece un equilibrio entre dos aspectos que
no marchan juntos, la obligación legal de vigilar y
custodiar las fronteras y el deber de respetar los derechos
fundamentales de los flujos migratorios. La situación, por
tanto, se muestra muy complicada.
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