Volver a opinar sobre un asunto tan controvertido, tan
complicado y de tan difícil solución como la inmigración
ilegal, te puede llevar a un enfrentamiento, sin querer, con
quienes no comparten tu mismo punto de vista. Te pueden
tachar de hipócrita o irresponsable.
¿Por qué se produce esto? Porque es así, una gran mayoría de
las veces las opiniones que se vierten están dentro de un
contexto político, en un marco donde lo que importa es la
defensa de las siglas del partido. De una u otra parte, se
inducen a algunos ciudadanos a asumir una de las tesis. Al
final, no quedan convencidos del todo.
Ingenuidad o temeridad, ¿dónde debería uno estar más cerca?
Ante este dilema cabe decir que las personas, por
naturaleza, huyen de complicaciones, de problemas de
conciencia y, por principios, sin pretender hacer daño a
nadie, se posicionan según el mensaje recibido.
¿Qué hacer entonces ante un problemón como el de la
inmigración ilegal? No nos vendría mal observar, coger la
distancia necesaria y actuar en conciencia, sin permitir una
sola ambigüedad, ingenuidad o temeridad y menos si tiene
tufillo a siglas.
Para entendernos, empezaríamos de la misma manera que cuando
se utiliza un ejemplo muy común al comparar asuntos
macroeconómicos de nuestro país con la economía doméstica.
Así podríamos decir también que: “Si algún desconocido
pretende instalarse en tu propia casa y vivir en ella sin
nuestro permiso ¿lo aceptaríamos?”
Las vallas ya son antitrepa, los diques más largos, las
plantillas de agentes se incrementan, los acuerdos
económicos con los vecinos para que impidan la entrada se
aumentan, el nivel de exigencia de la UE para que las
fronteras no se vulneren sube de tono, la amenaza terrorista
es una realidad, todas las medidas, en general, se
implementan.
Ante esta visión, está cada día más claro que ni la
ingenuidad ni la temeridad, ni siquiera la compasión es la
solución. Mirar para otro lado tampoco.
Tal vez, la solidaridad entre los pueblos y la intervención
de las Naciones Unidas, basada en ese principio, eviten este
fenómeno sin que se tenga que pasar por aceptar ser
invadidos.
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