Nuestra memoria -especialmente nuestra memoria histórica- es
frágil, muy frágil. Nuestro cerebro mantiene una vívida
imagen de los acontecimientos recientes, imagen que puede
llegar a provocar en nosotros un hondo sentimiento de
indignación, por ejemplo los recientes bombardeos de Israel
sobre Gaza. Pero tras un corto período de tiempo comenzamos
a olvidar y a confundir los hechos, los actores y/o las
causas, hasta tal punto que ya no recordamos bien si Israel
bombardeó Palestina, si fue a la inversa o si los palestinos
se lo tenían merecido. Si el lapso de tiempo es mayor,
sencillamente, lo olvidamos por completo: ¿quién se acuerda
ya de Iraq, del sr. Bush y de aquel otro de bigote? ¿quién
se acuerda ya si el Bigotes era el bigote de aquel otro que
no recordamos o el personaje ése que arrimaba maletines,
trajes y corbatas a los señores del PP?
Por ello me atrevo a sugerirles que recorten el listado que
aparece más abajo y lo peguen en un sitio bien visible en su
casa; por ejemplo, en la puerta de su frigorífico, sujeto
con uno de esos pequeños imanes que venden en los “chinos”.
El listado no es extenso, pero por una cuestión de espacio
en el periódico, no porque lo sea, desgraciadamente.
Necesitaríamos el espacio del que otros conciudadanos
disponen para expresar sus opiniones y, aún así, nos
quedaríamos cortos. Y lo que podemos llegar a conocer no es
sino la punta del iceberg de la corrupción. Faltan los
numerosos casos de tantos y tantos pueblos pequeños y
ciudades medias -¿...como Ceuta?- que quizás nunca lleguemos
a conocer. La corrupción no es -como diría Rajoy- “pequeños
hilillos solidificados con aspecto de plastelina”. Ni son
hilillos, ni es plastelina; es pura mierda y en cantidades
ingentes.
Por lo tanto, imaginen que esto es un coleccionable: cada
vez que envíe un artículo a la prensa, adjuntaré unos pocos
casos, a ver si para las elecciones tenemos un listado, más
o menos, completo.
Pero, ¿por qué es importante que tengamos a la vista ese
listado de casos de corrupción? Por lo que dijimos más
arriba: a causa de nuestra frágil memoria. Porque un pueblo
que olvida su historia está condenado a repetirla. Y eso es
lo que nos puede ocurrir cuando estemos en período electoral
y comencemos a escuchar los cantos de sirena (vamos a crear
no se cuantos millones de empleo, vamos a invertir en
educación y sanidad...) Si no estamos bien sujetos al mástil
de nuestra memoria histórica, sucumbiremos otra vez y
comenzaremos otra travesía del desierto, pero de un desierto
que no acaba nunca porque su codicia no conoce límites.
Además, es importante no sólo para no olvidar sino para
obligarnos a hacer un ejercicio de reflexión madura que nos
lleve a caer en la cuenta de que los corruptos/corruptores
no están robando a un Estado que es ajeno a nuestro interés;
nos están robando a nosotros, nos están faltando al respeto
y engañando a cada uno de nosotros... ¿qué tiene eso de
gracioso? ¿cómo puede haber alguien que justifique de alguna
forma a estos delincuentes? Esto NO es “algo normal” en
todos los sitios, no; esto es una anomalía, un cáncer en la
sociedad y en la política.
Y NO todos los políticos son iguales, no. Cuidado con los
que dicen eso porque lo que están tratando de hacer, en
realidad, es justificarse a sí mismos y a los suyos o, peor
aún: son unos idiotas porque besan la mano que le roba la
cartera.
Y como lo prometido es deuda, ahí tienen. Por orden
alfabético; hoy sólo las letras a y b:
· caso Adigsa (Ciu) · caso AVE (Psoe) · caso Andratx (Pp) ·
caso A. Rodríguez (Psc) · caso Arcos (Psoe) · caso Arona (C.
Canaria) · caso Astapa (Psoe) · caso Atarfe (Psoe) · caso
Atlético (Gil) · caso Baltar (Pp) · caso Banca Catalana (Ciu)
· caso Bankia (uff, casi todos) · caso Bárcenas (Pp) · caso
Biblioteca (Pp) · caso Bitel (Pp) · caso Bomsai (Pp) · caso
Bon Sosec (Pp) · caso Brugal (Pp)
* Responsable de Organización de IU-Ceuta
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