Está claro que la huelga general del 29 de octubre en
Marruecos no es como de las de antes, aquellas eran
distintas, sobre todo porque el consenso entre los
diferentes sindicatos nunca fue total, lo que en esta sí que
lo es, incluso los sindicatos de la sanidad, siempre reacios
a participar en lo que no les incumbe de manera directa, han
dicho sí a la huelga, por lo que el día 29 de octubre los
servicios de atención sanitaria en los centros públicos van
a ser mínimos.
El ferrocarril también se suma a la huelga, un sector muy
escrupuloso a la hora de decidir participar en cualquier
tipo de protesta, por lo que el tránsito ferroviario va a
ser prácticamente inexistente, y que dada su extraordinaria
influencia en la movilidad de las personas en el territorio
va a ejercer una mayor presión sobre el Gobierno. Otra
sorpresa importante es el llamamiento del sindicato UNTM
(Unión Nacional de Trabajadores de Marruecos), una
organización afín al PJD y que muchas veces hace de relé
entre el Gobierno y el partido y que en esta ocasión ha
hecho un llamamiento a todos sus miembros y simpatizantes
para que participen en la jornada de huelga general, lo que
unido a los llamamientos de UMT (Unión Marroquí del
Trabajo), CDT (Confederación Democrática del Trabajo) y FDT
(Federación Democrática del Trabajo), vienen a conformar el
100% de las organizaciones de carácter sindical, lo que
confiere a la huelga general un carácter nunca antes visto.
El Portavoz del Gobierno, Mustafa El Khalfi, se manifestó en
el sentido de que “la huelga era injustificada e
incomprensible”, así como que el Gobierno aplicará los
descuentos correspondientes en los salarios de todos los
trabajadores públicos que no hagan acto de presencia en sus
puestos de trabajo.
La reforma de las pensiones, la carestía de la vida, sobre
todo la electricidad, subida que un alto funcionario
calificó como intrascendente, cuantificándola en 1 y 2
dírham en un recibo de tipo medio, a lo que mucha gente
respondió diciendo que los recibos luego no dicen lo mismo.
La intentona de subir el pan, que una vez más ha tenido que
posponerse sine die, y otros productos básicos como aceites,
gas, azúcar, transportes, harina, etc., productos que el
Estado subvenciona en parte mediante el llamado Fondo de
Compensación y que ya en 2010 necesitó 26.000 millones de
dirhams (2.363 millones de euros), un 126% más de lo
presupuestado, en subvenciones para que los marroquíes no
notaran las subidas en sus bolsillos. Par este año se prevé
que el Fondo necesitará 3200 millones de euros.
El asunto del pan es endémico y siempre se aparece en el
horizonte. En 1981 tuvo lugar “La Revuelta del Pan”, que se
saldó con 66 muertos en Casablanca, a los que el entonces
ministro del Interior, Driss Basri, llamó “mártires de la
barra de pan”.
La guerra del pan se ha convertido en un problema nacional
en Marruecos. Hace unos días el presidente del gremio de
panaderos y pasteleros anunció que aplicaría desde el lunes
27 una subida de 20 céntimos de dírham (0,018 céntimos de
euro) en la hogaza de harina blanca de trigo, es la pieza de
pan más consumida en todo el país.
El Gobierno ha dejado claro que eso no sucederá y que “esa
línea roja no será traspasada”. El precio de la smida
redonda que cuesta ahora 1,2 dírhams y pesa 200 gramos,
lleva congelado 10 años y para los panaderos hace mucho
tiempo que ya no es rentable. El pan es el pan.
Pero no es sólo el pan lo que mueve a los sindicatos
convocantes de la huelga del 29 de octubre, es algo más, de
ahí la total coordinación y el absoluto acuerdo de los
sindicatos, de todos sus miembros y simpatizantes, de todas
las capas sociales… Se trata de un deseo común, de un
sentimiento común, es como el anhelo de salir a un enorme e
interminable porche, donde todo es luz y libertad. Un lugar
para coger aire.
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