Hacía tiempo que, yo al menos, no
tenía noticias de esta monja argentina que reside en tierras
catalanas. Y la sorpresa ha sido mayúscula al ver que se
trata de una “ultra”, seguidora del Barça.
¡¡Lo que nos faltaba!!. No está hoy la Iglesia como para
tirar cohetes y mucho menos para hacerse, en el caso de la
monja, seguidora ultra del fútbol, una sor a la que, al
menos en teoría, le viene más al pelo rezar el rosario o
leer el catecismo del Padre Astete, en vez de encender fuego
en lugares prohibidos, con insultos como ha hecho al árbitro
extremeño que pitó el Madrid-Barcelona del pasado sábado.
Es cierto que, desde los graderíos, en muchas ocasiones se
dicen palabras que no vienen a tono con una sociedad
civilizada, pero que una monja, desde su casa, valiéndose de
las técnicas modernas, hable de robos y llame ladrón al
árbitro, además de decir unas cuantas lindezas más, no
parece que sea lo más idóneo, cuando desde la Iglesia, con
monjas incluidas, se está, en muchas ocasiones,
desatendiendo a ciertos deberes, propios de su vocación.
Claro que la sor, que no sé si será de las que llame a votar
el próximo día 9 o no, digo que la sor, en todo lo que rodea
al Barcelona, estará acostumbrada, al menos últimamente, a
discursos en los que apropiarse de lo ajeno es frecuente, y
puede haber pasado esas mañas al mundo de la globalización y
meterlo en el mismo saco de las irregularidades de Núñez, de
los problemas de Laporta, del trabalenguas con los números
de Neymar y Rosell, del no pago a la Hacienda Pública de
Messi y bla, bla, bla.
La sor se ha confundido de personaje y no sé si es que se
creerá arropada por el Sumo Pontífice, por eso del
paisanaje, o si le gusta, como buena argentina, juntar “las
churras con las merinas”. Aquí se ha confundido de más a
“más”.
Uno que, desde niño, ha vivido de cerca la situación de
otras sores, dedicadas a sus rezos, a sus atenciones a los
demás, pasando frío y penurias, pero haciendo honor a su
vocación, ha sentido una gran extrañeza cuando la monja ésta
se sale de su guión y se pasa al de los ultras, los
macarras, los de la litrona o los que no saben más que
molestar.
Y lo primero que puede pensar alguien de Ávila, por ejemplo,
es como habría encajado Teresa de Cepeda y Ahumada, esto es
Santa Teresa, la derrota del Madrid o la salida, por la
puerta grande de Las Ventas, del mismísimo Curro Romero.
No me encajaría, paisanaje aparte, a mí, que Teresa de
Cepeda y Ahumada hubiera salido con unas castañuelas o
disparando petardos, porque Di Stéfano, Puskas o Cristiano
Ronaldo hubieran marcado un gol o hubieran perdido una
eliminatoria de la Champions.
Claro está que la una, la Santa de Ávila, fue y es historia,
en el mundo religioso y en el literario, mientras que ésta
uno no sabe si está cumpliendo con su vocación o está
propugnando algún programa político de los que, por esas
tierras, se llevan ahora tanto.
Y hay más, cada vez que hay algo interesante en el Madrid
sale algún “rebuzno” de parte de la Iglesia de Cataluña.
Hace años el monseñor ese, de los que pitan, se
escandalizaba de lo que el Madrid había pagado por Cristiano
Ronaldo, nada ha dicho del “trabanúmeros” de Neymar, y ahora
la monja “a brincos”, como la burra de la tía Eustaquia, lo
que nos faltaba, así está la Iglesia perdiendo cada día más
clientela, también en Cataluña.
Con todos los respetos, aunque usted no los merece, sor
Lucía, vaya a hacer un retiro espiritual este fin de semana,
al menos allí no se dirán tantas gilipolleces.
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