El colectivo de discapacitados ha
mostrado su indignación por una situación que se ha
producido y que ha sido catalogada de “rocambolesca” por la
presidenta del CERMI en Ceuta y es que si uno se lee el
apartado 2.562 del BOCCE del pasado viernes con
detenimiento, le empiezan a surgir ideas que podrían ser
equiparadas, en absurdez, a la manifestada por un técnico
del área de Industria y Energía en el informe sobre la
adjudicación de un curso para discapacitados y en el que
reconoce que un ascensor no reúne las dimensiones mínimas de
accesibilidad universal pero que se podrían adquirir sillas
de ruedas más pequeñas para que los discapacitados, ayudados
por terceras personas, se trasladen desde su silla a la otra
más pequeña para poder utilizar el ascensor y así acceder a
las instalaciones de la academia de formación.
Por esa regla de tres, y siguiendo en el nivel de la
absurdez, cualquier día uno de los muchos inteligentes
montará una escuela de formación en la décima planta de
cualquier edificio sin ascensor y se lleva alguno de los
cursos ofertados por el INEM, el IMSERSO o cualquier otro
organismo alegando que tiene a dos tios robustos como Arnold
Schwarzenegger que cogerían al discapacitado en brazos,
mientras un tercero iría delante de él con un abanico y con
un refresco para que no pasara sed.
Se requiere más seriedad en todas estas cuestiones. Desde
años las personas con discapacidad vienen luchando por la
eliminación de las barreras arquitectónicas y por poder ser
y estar dentro de la sociedad como una persona normal más,
no tomemos decisiones a la ligera que además de ser paños
calientes sobre problemas existentes, lo que hacen es minar
y romper los logros que con los años y con mucho esfuerzo
está logrando el colectivo de discapacitados.
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