Cuando, en la tarde del viernes
pasado, 24 de octubre, me puse, nuevamente, a porta gayola,
delante de un folio totalmente inmaculado. Me pregunté ¿de
qué voy a escribir esta semana? Porque hacerlo, una vez más,
sobre de lo que se cuece en la putrefacta política española,
provoca que me siga hediendo la mierda de sus cuchitriles.
Porque con la catadura moral, cívica y política de una parte
significativa del elenco de relucidos, del sistema político
corrupto que nos mal gobiernan a todos los niveles. No tiene
España solución alguna, a pesar del palabreo que emplean
para vendernos de cara al invierno, no mantas de pura lana
virgen de Zamora, sino la recuperación económica, los brotes
verdes, el pacto anticorrupción y la llegada de un tiempo
nuevo. Existen, estimado lector, frases de pensadores, que
son tan ciertas como esta jungla política que no has tocado
sufrir. Como la que se le atribuye al escritor español
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) que dice: “Los políticos
son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y
después te cambian el programa”.
Si Jardiel creía que ocurría eso en su España. También
sucede, más de lo mismo, en la actual que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico “la justicia,
igualdad y el pluralismo político”. Porque existen
formaciones políticas las que, tras alcanzar el poder,
cambian parte de sus programas electorales ofrecidos en
comicios electorales. Ocurriendo claros ejemplos sobre ello,
desde el primer Gobierno estatal de este periodo
constituyente y, hasta el de nuestros días del Partido
Popular de Mariano Rajoy.
Excelencia que nos la clavó por los cuartos traseros y sin
vaselina, a los pocos días de alcanzar el poder.
Prosiguiendo, aún, esa criatura políticamente indemne de
responsabilidades, a pesar del grave daño cultural, social,
político, sanitario, humano y económico… que ha hecho
padecer a gran parte del pueblo español, durante los tres
años que lleva en La Moncloa.
Por ello, si la frase anterior de Jardiel no tiene
desperdicio alguno. No se queda atrás, la del actor
estadounidense, Groucho Marx (1970-1977), que dice: “La
política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer
un diagnóstico falso y aplicar después los remedios
equivocados”. Pudiendo servir, como ejemplo, de lo último
anterior, ciertas medidas ejecutadas arbitrariamente, sin
escuchar la voz del pueblo, por los Torquemada de la
política española del PP… Ganándose, por desméritos propios
ellos, los otros y los de más allá de sus siglas, la tirria
que le tenemos. No pudiéndose ni imaginar, ciertos políticos
y sindicalistas panza burros, lo que me provocan sus
angelicales rebuznos, cada vez que se cruzan conmigo hasta
cuando hago zapping.
Porque para conseguir ese nuevo tiempo que auguran ahora, no
lo conseguirán ni cambiando la hora de los ‘pelucos’ de sus
muñecas o en las de sus damas. Porque para que brille la luz
en tanta cerrazón, oscuridad y tinieblas, es necesario
cantidades de dosis de democracia, libertad y de justicia,
para exterminar a ciertos que mal dirigen despilfarrando…
algunos de los 19.000 entes oficiales que presuntamente
existentes en esta pirata España.
Consigna o lema de “un tiempo nuevo”, la que vengo
escuchando desde el minuto cero del inicio de la transición
política, desde la dictadura de Franco a esta descafeinada
democracia. Y si en unos cuarenta años no se ha conseguido,
es porque hacen falta eficaces y valientes cribas, para
erradicar hasta el último político podrido que exista.
Siéndoles casi imposible realizarlas a ellos, porque
presuntamente se cubren, unos de los otros, con el “tú más”.
Por ello, reconozco que, un tiempo nuevo les llegó, a los
que ejerciendo la política, prosperaron gracias a los
sueldos, sobresueldos, dietas y mangoneos... Propiciándoles
que abandonaran sus harapientos pantalones de tergal o de
pana remendados. Pudiendo tirar de tarjeta a lo Blesa, Rato
y demás presuntos golfos de Caja Madrid o Bankia. Trincones
de guante blanco de diferentes siglas políticas y
sindicales, que se gastaban el dinero, hasta para comprar
lencería, mientras era rescatada Bankia.
Me acuerdo, en estos momentos, del juez Elpidio Silva.
Porque tuvo el atrevimiento, con arreglo a derecho, de
enrejar a Blesa por determinadas presuntas fechorías
cometidas. Siendo indignante, que haya sido condenado, el
juez, a 17 años y medio de inhabilitación, mientras el
presunto chorizo y ratero de Blesa, sigue campando a sus
anchas. ¡Menos mal!, que ahora, le han impuesto una fianza
de 16 millones de euros, por el asunto de las tarjetas
opacas de Caja Madrid. ¿Lo veremos en la trena y más tieso
que una mojama? No tengo la menor duda que sí. Pero también
veré, más pronto que tarde, a Elpidio Silva ejerciendo como
juez.
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