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OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE OCTUBRE DE 2014

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

El lobo con la piel de cordero
 


Quim Sarriá
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Buenos días, Ceuta.

Como ya narré antes, el pasado fin de semana recorrí el centro de Andalucía y, entre otros, visité el paraje conocido como Lobo Park Antequera, donde abundan lobos de toda Europa encerrados en cuatro grandes cercados. Hay lobos de todas las clases: lobos de Alaska (blancos, blanquísimos), lobos Timber (ignoro qué significa aunque ese nombrecito está más relacionado con la flora), lobos ibéricos, lobos europeos (marca la diferencia con los lobos españoles como si estos no fueran europeos) y en ese plan funciona el mundo político de la Europa merkeliana.

Disponen asimismo de caballos de todas las razas que se pueden alquilar para las excursiones guiadas por los diversos parajes naturales del mencionado parque.

No voy a escribir sobre estos lobos, sino sobre los lobos políticos que han existido, existen y existirán en éste país (y en todo el mundo) y que no tienen ni punto de comparación con los primeros. Estos son nobles y luchan por su pervivencia mientras que los otros, los lobos políticos nunca luchan por la pervivencia y si lo hacen es por puro egoísmo, matar por matar.

En todos los partidos políticos de izquierdas, o que se llaman así, hay lobos disfrazados de corderos que ponen la nota que rompe la armonía del partido o de los acuerdos que se alcanzan en el mismo.

En los partidos de derechas suelen colarse lobos solitarios disfrazados con trajes de Armani o Hermenegildo Zenna. No se cuelan para romper acuerdos o pactos, sino para presumir. Son los megalómanos pirados, que aprovechan la candidez de un partido que se cree omnipresente y con una prepotencia rayana en el área psiquiátrica. Generalmente no suelen colarse lobos con tendencias de izquierdas porque son descubiertos nada más abrir la puerta de la guarida conservadora.

Escribo esta divagación espontánea porque leyendo artículos, entrevistas o monólogos… se descubre al instante la tendencia oculta del protagonista y la respuestas del por qué están ahí.

Muchos de estos lobos políticos usan términos y retóricas que se resumen en una simple reflexión ‘Divide y vencerás’.

Así viene ocurriendo, desde tiempos inmemoriales, dentro de la maquinaria política del país (y de otras maquinaria en general): la de introducir espías en los partidos contrarios con el único fin de establecer una rutinaria desmembración del mismo, cuando no se consigue vencerlos por métodos legales y democráticos.

Tal cosa está ocurriendo hoy en día, en el seno de un partido político que todavía no es partido político.

Ocurre que el lobo con piel de cordero introducido en el rebaño, suele alabar la tarea de su víctima en un significativo alarde de tendencias para después, una vez lograda la meta de adentrarse completamente, oponerse abiertamente a la tendencia del líder natural del rebaño, perdón, del pre partido político con el fin de abrir una brecha que lleve a la sepultura al mismo.

Desde los tiempos del válido Manuel Godoy (siendo rey Carlos IV) hasta la creación de UCD, de Adolfo Suárez, siempre ha existido el lobo disfrazado con la piel de cordero… y seguirá existiendo.

Este sistema de romper un partido desde dentro es muy fácil de detectar: el lobo disfrazado con la piel de cordero suele aullar más de la cuenta y suele renegar de sus propios congéneres sin que estos le lleven la contraria. Es una especie de miembro opaco que suele enfrentarse, de manera sibilina, al líder natural de la formación política con temas o tesis totalmente contrarias.

Algunos lobos disfrazados con la piel de cordero suelen salir del partido, al que estuvieron afiliados, de manera suficientemente llamativa como es la de crear otro partido con lo que quedan totalmente al descubierto, más aún cuando ese nuevo partido suele ser de tendencia presidencialista y que nunca alcanza una mayoría suficiente para gobernar. Seguirá siendo lobo aunque ya fuera del redil. El vulgo los llaman ‘chaquetistas’.

En fin, la vida sigue y yo también, aunque sin necesidad de disfrazarme con la piel de cordero porque no me he considerado lobo a lo largo de mi existencia.
 

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