Buenos días, Ceuta.
Como ya narré antes, el pasado fin de semana recorrí el
centro de Andalucía y, entre otros, visité el paraje
conocido como Lobo Park Antequera, donde abundan lobos de
toda Europa encerrados en cuatro grandes cercados. Hay lobos
de todas las clases: lobos de Alaska (blancos,
blanquísimos), lobos Timber (ignoro qué significa aunque ese
nombrecito está más relacionado con la flora), lobos
ibéricos, lobos europeos (marca la diferencia con los lobos
españoles como si estos no fueran europeos) y en ese plan
funciona el mundo político de la Europa merkeliana.
Disponen asimismo de caballos de todas las razas que se
pueden alquilar para las excursiones guiadas por los
diversos parajes naturales del mencionado parque.
No voy a escribir sobre estos lobos, sino sobre los lobos
políticos que han existido, existen y existirán en éste país
(y en todo el mundo) y que no tienen ni punto de comparación
con los primeros. Estos son nobles y luchan por su
pervivencia mientras que los otros, los lobos políticos
nunca luchan por la pervivencia y si lo hacen es por puro
egoísmo, matar por matar.
En todos los partidos políticos de izquierdas, o que se
llaman así, hay lobos disfrazados de corderos que ponen la
nota que rompe la armonía del partido o de los acuerdos que
se alcanzan en el mismo.
En los partidos de derechas suelen colarse lobos solitarios
disfrazados con trajes de Armani o Hermenegildo Zenna. No se
cuelan para romper acuerdos o pactos, sino para presumir.
Son los megalómanos pirados, que aprovechan la candidez de
un partido que se cree omnipresente y con una prepotencia
rayana en el área psiquiátrica. Generalmente no suelen
colarse lobos con tendencias de izquierdas porque son
descubiertos nada más abrir la puerta de la guarida
conservadora.
Escribo esta divagación espontánea porque leyendo artículos,
entrevistas o monólogos… se descubre al instante la
tendencia oculta del protagonista y la respuestas del por
qué están ahí.
Muchos de estos lobos políticos usan términos y retóricas
que se resumen en una simple reflexión ‘Divide y vencerás’.
Así viene ocurriendo, desde tiempos inmemoriales, dentro de
la maquinaria política del país (y de otras maquinaria en
general): la de introducir espías en los partidos contrarios
con el único fin de establecer una rutinaria desmembración
del mismo, cuando no se consigue vencerlos por métodos
legales y democráticos.
Tal cosa está ocurriendo hoy en día, en el seno de un
partido político que todavía no es partido político.
Ocurre que el lobo con piel de cordero introducido en el
rebaño, suele alabar la tarea de su víctima en un
significativo alarde de tendencias para después, una vez
lograda la meta de adentrarse completamente, oponerse
abiertamente a la tendencia del líder natural del rebaño,
perdón, del pre partido político con el fin de abrir una
brecha que lleve a la sepultura al mismo.
Desde los tiempos del válido Manuel Godoy (siendo rey Carlos
IV) hasta la creación de UCD, de Adolfo Suárez, siempre ha
existido el lobo disfrazado con la piel de cordero… y
seguirá existiendo.
Este sistema de romper un partido desde dentro es muy fácil
de detectar: el lobo disfrazado con la piel de cordero suele
aullar más de la cuenta y suele renegar de sus propios
congéneres sin que estos le lleven la contraria. Es una
especie de miembro opaco que suele enfrentarse, de manera
sibilina, al líder natural de la formación política con
temas o tesis totalmente contrarias.
Algunos lobos disfrazados con la piel de cordero suelen
salir del partido, al que estuvieron afiliados, de manera
suficientemente llamativa como es la de crear otro partido
con lo que quedan totalmente al descubierto, más aún cuando
ese nuevo partido suele ser de tendencia presidencialista y
que nunca alcanza una mayoría suficiente para gobernar.
Seguirá siendo lobo aunque ya fuera del redil. El vulgo los
llaman ‘chaquetistas’.
En fin, la vida sigue y yo también, aunque sin necesidad de
disfrazarme con la piel de cordero porque no me he
considerado lobo a lo largo de mi existencia.
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