Buenos días, Ceuta.
Hoy, por el martes, he tenido un día nefasto. Se me
extraviaron las llaves del coche y me quedé con el de
Santiago. Imposible conseguir, aún a Dios rogando y con el
mazo dando, que alguien me abriera las puertas, no teniendo
más remedio que llevarlo al concesionario.
Escribiendo de Santiago, el santoral no lo llama San
Santiago por eso de la repetición supongo, giro
repentinamente en la lectura historia universal y me
encuentro con una tesis que me ha hecho reír hasta llorar.
Andaba o caminaba por Málaga, de ahí lo de Santiago, leyendo
el periódico y… ¡Tutankamón tenía el pie zambo!, no acaba
ahí la cosa sino que además tenía ¡caderas anchas y dientes
de conejo!, gracias a una autopsia virtual realizada por un
equipo de investigadores en Italia.
¡Acabáramos!, ¿Cómo es posible que en este tiempo de crisis
usen 2.000 ordenadores para descubrir semejante esperpento
de un ser humano fallecido miles de años atrás? ¿Para
decirnos que eso fue el resultado de la unión de dos
hermanos en el siempre eterno encuentro de la llave con la
cerradura? ¿En un sarcófago tan majestuoso ‘meten’ a un
adefesio?
¿Por qué no investigan a fondo esa leyenda urbana y escarban
en la tumba del último dictador de nuestro país a ver si era
verdad que solo tenía un huevo? Sería más interesante, para
el ciudadano medio, que Tutankamon.
Bueno, no voy a divagar sobre este tema porque siento
merodear alrededor de la oreja izquierda un vientecillo que
temo sea algo de esa maldición del faraón tan manida o de
esa enorme cruz cuyos brazos abiertos parecen abarcar todas
las almas… es la respiración de mi hijo pequeño que está
detrás mía leyendo lo que escribo.
Obvio es que esta noticia, la de Tutankamón, puede interesar
únicamente al sector de investigadores, arqueólogos y demás,
pero ¿al ciudadano inmerso en crisis diversas?
Creo que es más importante la noticia del cierre de la
fábrica de las piruletas y los “chupa chups”, sí hombre, esa
bolita de caramelo, de distintos sabores, clavada en un
palito que un famoso detective, calvo como una bola de
billar (cinematográfico, claro) hizo mundialmente famosa y
no me refiero a ninguno de los hermanos Matamoros, que
conste. ¿Sus 145 trabajadores a donde irán?, al paro
seguramente.
Escribiendo de Matamoros… ¿Por qué cambiaron el nombre al
llamado santo patrón de España?, antes lo llamaban Santiago
Matamoros y siempre creí que era su apellido y que era un
ancestro de esos hermanos profesionales de la rumorología.
Me he reído como nunca de las ‘hazañas’ del llamado “Pequeño
Nicolás” (Francisco Nicolás Gómez Iglesias) y los enormes
agujeros existentes en los servicios secretos y en las
mismas Fuerzas de Seguridad del Estado. ¡Un niño miembro del
CNI, con coche incluido!, menuda juerga nos vamos a pegar el
próximo viernes en la tertulia.
No puedo negar la inteligencia del más joven impostor del
país, sobre todo cuando la policía local de Madrid lo
escolta… ¡increíble!
No entiendo este tremendo fallo en seguridad, si tenemos en
cuenta que cuando me invitaron al Palacio Real de Madrid con
ocasión de la entrega de los Premios Nacionales del Deporte,
por el anterior Rey, tuve que pasar por diversos filtros y
durante todo el acto un guardaespaldas, tan grande como un
armario de matrimonio, no se despegó de mi hombro izquierdo.
Se acerca esa actividad muy yanqui, que asimilan los
españoles, del Hallowen y propongo que en el circo nacional
salgan Rajoy y compañeros, en plan megalomaníaco, con los
fantasmas de Bárcenas, Blesa, Rato y demás en cabeza y en
plan ‘black terror’. Como decorado podrían poner ese famoso
oso verde pero en plan momia descolorida, despelotada y
cadavérica, con caídos madroños podridos desperdigados por
todo el escenario (con víctimas debajo) y “black’s card’s”
con alas, tipo vampiro de la familia Gürtel, que chupan
‘preferentemente’ los fondos monetarios de cientos de miles
de ancianos… igual produce un tremendo terror al ciudadano
medio.
En fin, la vida sigue y yo también, procurando estar rodeado
de cabezas de ajos.
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