En cualquiera de los terrenos que
abordemos hoy, y lo mismo, desde hace ya una docena de años,
aparece el término globalización, un término pomposo que
llena discursos políticos y, a veces, científicos, pero que
poca utilidad está dando a la sociedad del mal llamado
“bienestar”, al menos ahora.
Estamos en la época de las palabras bonitas, pero casi
siempre esas palabras son huecas, que no han sido capaces de
abordar los recursos del mundo para que millones y millones
de seres dejen de pasar hambre.
Y aquí está la cuestión, se tiran, se malgastan, alimentos,
incluso en sociedades nada boyantes, y mientras tanto no se
sabe, a ciencia cierta, cuantos son los seres humanos que
están pasando hambre y contrayendo enfermedades que, hoy
mismo, da vergüenza que no se hayan erradicado ya de la faz
de la tierra.
Veo, desde hace unos días, en cierta publicidad, me supongo
que gratuita, que se habla del día del Domund, para el
próximo domingo y me doy cuenta de que para ese día, hace
más de sesenta años, cuando yo rondaba la primera comunión,
colaborábamos todos los chiquillos de una simple y humilde
escuela, en la que yo aprendí las primeras letras.
Han pasado más de sesenta años y, con el mundo de la
globalización, todavía tenemos que recurrir al Domund, para
lo que siguen existiendo unos misioneros que han sacrificado
su vida, han dejado de lado las comodidades y se han
entregado a los otros, aun a costa de pasar necesidades y de
correr el riesgo de contraer enfermedades que, todavía hoy,
son una verdadera incógnita a la hora de ser tratadas.
El mundo, lo he dicho mil veces, está loco, es cierto que va
girando cada vez más rápido, eso no lo discute nadie hoy,
pero ese mundo de la velocidad, en paralelo con la
globalización ¿Qué ha traído para superar las situaciones
conflictivas que siguen existiendo?.
Y si bien es cierto que de estas circunstancias nos damos
cuenta todos, no menos cierto es que, una vez metidos en la
vorágine diaria, nos olvidamos de aquellos otros, de los que
por no tener no han tenido ni siquiera crisis, porque para
que llegue una crisis, antes ha tenido que haber bonanza,
abundancia o riqueza y en esos que hoy no tienen nada, nada
hubo hace un año, hace diez o hace un siglo.
Estos días se ha vuelto a hablar del temor que se viene
dando en las bolsas, con bajadas que hacen temblar a medio
mundo, pero sólo a medio mundo, porque el otro medio no sabe
de bolsas, no sabe de crisis, de bajadas o de subidas, de lo
único que saben es de hambre y de que con el hambre nacieron
y con ella van a morir.
El hombre ha querido abarcar todo, domina y trata de
controlar el mundo, pero lo domina para sus intereses, para
los de unos cuantos, habiéndose olvidado de que a otros,
también, les debiera corresponder su parte.
Con estos problemas, la población sigue creciendo, no hay
acuerdos para establecer controles de natalidad, no hay
controles para equilibrar más y mejor la sociedad, tan sólo
hay intereses muy particulares y, por ejemplo, estos días,
durante casi un mes ya, llevamos hablando día y noche del
Ébola, cuando hay tres o cuatro casos de posible contagio en
Europa y en Estados Unidos, pero lo que está olvidando,
tanto Europa como Estados Unidos es que mientras aquí hay
esos posibles casos de peligro, hay países en los que ya el
Ébola se ha llevado a cientos de personas.
En definitiva, mucha globalización, muchos viajes inter
espaciales, muchos acuerdos para mil majaderías, con el
olvido de los problemas de fondo. Y eso lo estamos
consintiendo todos, yo también y tú igualmente.
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