Nunca me han gustado, es mas me da
hasta cierto temor, la llegada de los “salvadores” de la
Patria o los populistas porque, al fin de cuentas, ambos no
son más que dictadores baratos. Y como tales dictadores
tienen el mal endémico de ser ególatras, y ¡ay! de aquel que
ose llevarles la contraria en cuantas determinaciones
decidan tomar.
La egolatría de ambos, “salvadores” y populistas, les lleva
a decir “después de mí no hay nada”. Ambos dos, se creen que
son los únicos en el mundo mundial, capaces de llevar a la
tierra prometida, donde se va a vivir mejor que en brazos, a
los pueblos que quieren gobernar.
Al final, pasa como con charlatanes que recorren los
pueblos, vendiendo a todos los que les quieren escuchar que,
en la mayoría de las ocasione, son muchos los que se sienten
atraídos por los que le van a aportar el elixir de la vida o
peines sin púas para los calvos. Y es que, no lo podemos
remediar, pertenecemos a la Península Ibérica somos
españoles y lusos”.
En fin, allá cada uno con sus problemas y a votar en las
próximas elecciones generales a quienes crean más
conveniente o al partido que crean les va a dar más que
nadie y les va a solucionar el problema del paro y los
desahucio. En fin que votándoles a los “salvadores o a los
populistas, cualquiera de ambos, les va a solucionar toda su
vida a él y a los suyos, porque votando a uno de los dos, da
igual a quien sea, ese partido le va a quitar todos los
problemas que en la actualidad tiene y va vivir en un
auténtico paraíso.
El problema es que después viene el “tío Paco con la
rebaja”, que diría la sabia de mí abuela. Miren la muy
democrática Venezuela actual, donde le decían al pueblo, más
o menos que “allí se iban a atar los perros con longanizas”.
Y un país rico en petróleo, está pasando, gracias a ese
populismo, más hambre que un caracol en un espejo.
Sus establecimientos estén desabastecidos de los elementos
más indispensables, para la “manduca”. Sus hospitales
carecen de lo mínimo para atender a los enfermos. Y todo
ello, al parecer, con cierto asesoramiento de otro populista
barato. Todo ello no ha llevado a Venezuela, más que al
hambre y la miseria. Imagínense dónde nos llevarían a
nosotros que no somos ricos ni en petróleo ni en nada.
El populista se crece, se sube a la cresta de la ola,
confiado que en las próximas elecciones generales acabarán
llevándolo a poder cumplir su sueño de llegar a lo más alto,
a gobernar el país. Son así, no lo pueden remediar, pero
deben tener en cuenta que la euforia es mala compañera de
viaje y suele terminar dando grandes decepciones.
Como diría la sabia de mí abuela “no es oro todo lo que
reluce”. Las encuestas pueden variar en cualquier momento, y
muchos de aquellos que decían les iban a votar a estos
”salvadores” o populistas, cambian su voto y adiós tú.
Las únicas encuestas creíbles, son cuando se cierran los
colegios electorales y se hace el recuento de las papeletas.
Estan vendiendo la piel del oso antes de cazarlo.
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