En los tiempos que corren, una
actitud como la que están mostrando los socialistas se
antoja adecuada y acorde: la transparencia y las cuentas
claras es algo que los ciudadanos demandan cada vez más, ya
que no muchos se han cansado de las sorpresas, esas que
saltan cuando menos se esperan y que pone en entredicho que
algo no funciona en el sistema. La apuesta por la
transparencia y por el código ético son cuestiones que
deberían haber sido obligatorias hace muchos años en este
país, aunque claro, ya se sabe que la picaresca es algo que
parece que se lleva en las venas.
Aunque muchos no lo crean, a veces hay quién piensa más para
hacer las cosas mal o con fullerías que para hacerlas bien.
Parece como si se tratara de un reto en el que la meta es
idear el sistema adecuado para burlar todo tipo de controles
para lograr el objetivo deseado son artimañas y trucos.
Luego vacilan delante de los colegas diciendo algo así como,
que tonto eres para que atenerse a lo establecido si podemos
hacerlo así y cuela. Para comprobar este hecho sólo hay que
observar la actitud de muchos a la hora de confeccionar su
declaración de Hacienda, por ejemplo.
Es de aplaudir que los políticos hagan este ejercicio de
transparencia y sean capaces de desnudarse ante los
ciudadanos, declarando la verdad de lo que ingresan y porqué
lo ingresan. Esto es una medida saludable para evitar, por
citar un ejemplo, que la sociedad se encuentre con casos
como el de los Pujol, los Bárcenas y no sé cuántos más. En
este país sería bueno que se acabara con las tarjetas
opacas, con los recovecos que utilizan algunas para hacerse
multimillonario a costa de lo público y, sobre todo, en
España hay que establecer un código ético para dignificar el
tesoro más preciado, la democracia.
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